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Fronteras reabiertas, familias reunidas

Cientos de españoles afectados por el cierre de fronteras de China reciben con alegría la noticia de que los extranjeros residentes podrán regresar al país

María Sales, con su marido y su hija en Shanghái en octubre pasado, en una foto cedida por la familia.
María Sales, con su marido y su hija en Shanghái en octubre pasado, en una foto cedida por la familia.

Varios centenares de familias recibieron este martes la feliz noticia que ansiaban: China comienza a reabrir sus fronteras. Así lo anunciaron las embajadas del gigante asiático, que a partir de ahora permitirá el regreso de extranjeros con permiso de residencia en vigor; una concesión limitada de momento a una lista de 36 países europeos entre los que se cuenta España. Desde esta semana, todo el que desee volver podrá tramitar su visado con normalidad, aunque todavía tendrá que bregar con la ardua tarea de encontrar billetes de avión y cumplir con un periodo de cuarentena en destino. De este modo, hasta 600 ciudadanos españoles afectados podrán reunirse con sus seres queridos, su hogar y su trabajo y retomar su vida habitual tras cuatro meses de bloqueo a causa de la pandemia.

Una de estas personas es María Sales, valenciana residente en Shanghái desde hace tres años. “El 24 de enero mi marido dijo que estaba pasando algo preocupante, por lo que optamos por dejar de salir a la calle y quedarnos en casa”, rememora. Un día antes el Gobierno chino había cerrado la ciudad de Wuhan, foco original del virus. En aquel momento las cifras oficiales hablaban de 41 fallecidos y 1.330 infectados, junto a una veintena en otros países. A día de hoy, 20 millones de casos por todo el planeta dejan más de 700.000 muertos. “Como tenemos una niña pequeña, el 30 decidimos regresar a España. Primero volé yo con ella. Mi marido iba a venir más tarde si las cosas empeoraban, pero al día siguiente su empresa decretó que ningún empleado podía salir del país para evitar la propagación del virus”. Desde entonces han estado separados.

Tras cumplir con dos semanas de cuarentena voluntaria nada más poner pie en España, María comenzó a buscar el modo de reencontrarse con su marido. Las autoridades chinas cerraron sus fronteras a los extranjeros el 28 de marzo, aunque más adelante transigieron con el acceso de individuos en circunstancias excepcionales, lo que requería de un complicado procedimiento. Por eso, a principios de mayo, María creó un chat grupal con varias amigas que también querían regresar. “Pensamos que podríamos ayudarnos unas a otras y que si teníamos que hacer una segunda cuarentena, estar juntas la haría más llevadera. Les dije que si conocían a más personas en una situación similar podían agregarlas”, apunta. Así empezó todo.

“Al final del día ya éramos 100 miembros, al siguiente 200”. El grupo fue evolucionando hasta acabar convertido en una plataforma de afectados bajo el nombre China también es mi casa. “Hay muchísimos casos, que yo sepa más de 800 familias”, calcula María. El foro sirve para resolver dudas y repartirse las tareas. Una de las primeras fue buscar el apoyo de las instituciones: consulados españoles en China, consulados chinos en España, Ministerio de Asuntos Exteriores, partidos políticos. Una de ellas destaca en particular. “La Cámara de Comercio de España en China es quien más nos ha ayudado, les estamos muy agradecidos”. Ahora, tras sacarse el visado, empezará a buscar vuelos para volver a China.

“Nos hemos centrado en facilitar el retorno de los residentes españoles en China por medio de dos estrategias: por un lado gestionando las cartas de invitación que eran necesarias hasta ahora, y por otro ofreciendo los medios de transporte”, explica Alberto Lebrón, presidente de la Cámara Oficial de Comercio de España en Pekín. Este último punto es particularmente importante, dado que los vuelos comerciales son todavía escasos, con precios desorbitados y a menudo no cumplen las fechas programadas. Por eso, Lebrón ha coordinado un programa de cooperación con sus homólogos alemanes para reservar una cuota de 10 asientos en cada uno de sus vuelos chárteres. Gracias a ello, una treintena de ciudadanos españoles han logrado ya regresar a China.

Primer vuelo chárter

El primer vuelo chárter fletado de manera independiente por la Cámara despegará el próximo 12 de septiembre de Madrid —a expensas de que se cubran las 325 plazas disponibles— con destino a Hangzhou. Cada billete cuesta 2.100 euros, “por debajo de los precios de mercado actuales, ya que la demanda excede con mucho a la oferta. Esperamos que el tráfico comercial recupere poco a poco la normalidad a medida que los Gobiernos vayan facilitando el movimiento de personas”, dice Lebrón.

La Cámara también participó de la compra de materiales médicos en marzo, durante los peores días de la pandemia. Su colaboración con las administraciones locales consistió en establecer contacto con distribuidores en China, comprobar los certificados de calidad de sus productos, garantizar un precio razonable y, por último, gestionar el envío. “Conseguimos que llegaran a España unos 25 aviones con respiradores y mascarillas”, detalla Lebrón. Toda esta actividad se ha realizado de manera altruista. “La Cámara no recibe dinero público, pero consideramos que teníamos que cumplir con nuestra responsabilidad institucional en una situación extraordinaria”.

Para algunos residentes españoles, no obstante, este gesto ha llegado demasiado tarde. Es el caso de Dácil Sánchez, una de los 21 repatriados desde Wuhan el pasado 31 de enero, que debió elegir entonces entre quedarse en la ciudad o abandonarla dejando atrás a su marido, de nacionalidad china. Ella acabó yéndose mientras él permanecía allí. “Ha pasado más de medio año desde entonces, no pensamos que fuera a ser tan largo”, confiesa. Después de meses buscando una manera de regresar, ambos se rindieron y dejarán el país. “Ha sido duro, porque llevaba casi seis años viviendo allí y tuve que irme de improvisto sin poder despedirme de nadie, pero siempre podemos volver”. En cuanto su marido pueda entrar en España se instalarán aquí. De momento, Dácil ya ha encontrado trabajo en su ciudad de residencia, “una enorme suerte tal y como están las cosas”.

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