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La Junta de Andalucía aprieta a las discotecas y estas le piden que decrete su cierre

La federación de salas de fiestas reclama al Gobierno autonómico que ordene clausurar sus locales tras reducir su horario de apertura para frenar los 77 brotes

Un DJ de una discoteca de Torremolinos (Málaga) escupe alcohol durante una fiesta. En vídeo, cerrada temporalmente la discoteca de Torremolinos en la que un dj escupió alcohol durante una fiesta. Vídeo: ATLAS

La tensión entre limitar los brotes por coronavirus y permitir la recuperación económica está por las nubes en el ocio nocturno de Andalucía. Está prohibido bailar, la barra está cerrada al público y las mesas están separadas, pero el alcohol hace que los fiesteros bajen la guardia a medida que avanza la noche. Tras la multiplicación de brotes en discotecas, la Junta ha adelantado el horario de cierre -de las 7 a las 5 de la madrugada-, ha mantenido el permiso del 40% de su aforo, y el martes anunció fuertes multas de hasta 600.000 euros para las salas de fiestas y locales incumplidores. Este miércoles la federación Andalucía de noche, que aglutina a más de 100 discotecas, ha protestado y reclamado a la Junta que decretara su cierre para así poder acogerse a las ayudas públicas por la covid-19, dado que las cuentas no les salen.

“No hay base científica que diga que el virus es más peligroso a partir de las 4.30 de la madrugada, ni que una discoteca sea más insegura que un avión o un tren. Si nuestro sector es tan peligroso, que nos cierren, porque ahora nos están matando lentamente. Preferimos el cierre y meter a las plantillas en un ERTE y acogernos a las ayudas públicas para negociar los alquileres”, protesta Juan Ramblas, vicepresidente de la federación Andalucía de noche. De momento, la Junta ha respondido que estudiará la paradójica propuesta.

Los empresarios tienen en contra a los vecinos de los centros de las ciudades que protestan por la falta de control, y a favor una juventud sedienta de fiesta tras el duro confinamiento. En medio está la Junta andaluza, que busca la reactivación económica mientras rastrea y acota los 77 brotes activos, cinco de los cuales abocaron al cierre de discotecas en Mojácar (Almería), Marbella y Córdoba, donde se produjo el primer gran foco, que ha llegado al pico de 110 contagiados. Mientras, vídeos virales como el de un pinchadiscos escupiendo alcohol a los asistentes de un concierto -sin mascarilla alguna- en un chiringuito de Torremolinos (Málaga), han encendido las alertas contra el ocio nocturno.

Laura Sanz, de 22 años, acudió la semana pasada a la discoteca Puerto de Indias en La Antilla (Huelva), y comprobó que las interacciones entre grupos son inevitables: “La organización de la discoteca estaba bien, pero la gente no lo respetaba, se levantaban de una mesa a otra y nadie tenía la mascarilla puesta. A medida que avanza la noche, la gente se pone a beber y pierde la cabeza. Y tampoco puede haber un portero al lado de cada mesa”.

Jesús Molina, miembro de la Junta directiva de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, dibuja un horizonte incierto: “No veo ninguna solución que no vaya acompañada del cambio de comportamiento individual. Los empresarios implementan las medidas, ellos no dan problemas, pero que se cumplan no lo veo claro. La población joven tiene una conciencia débil de la percepción del riesgo y de su papel en las cadenas de transmisión. Es muy difícil transmitirlo, como ya veíamos en las enfermedades de transmisión sexual, que estaban al alza antes de la pandemia”. Molina avisa de que la solución pasa por incentivar la educación sanitaria, “por la que no se ha apostado en este país” para asumir la responsabilidad individual. Y remacha: “No creo que la prohibición sea la solución, cuando la situación epidemiológica no es tan adversa en esta región”. De momento, el cierre afecta a las discotecas y pubs de comunidades como Cataluña y Aragón.

El empresario Alfonso Maceda, dueño de la terraza Alfonso y la discoteca Capitol, se lamenta de que las cuentas no salen. “Entiendo que deberíamos ser la solución y no el problema, porque la gente joven seguirá saliendo y provocará más reuniones privadas en casas de amigos con control cero. Se han ido haciendo más limitaciones, y necesitas 30 personas con un margen de ventas de hora y media hasta las tres de la madrugada, es imposible”. Discotecas emblemáticas de la capital andaluza como Antique o Casino cerraron sus puertas la semana pasada.

En la acera de enfrente, los vecinos de ciudades como Málaga han denunciado con vídeos la ausencia de controles en los locales nocturnos. “Nadie lleva mascarillas, ni el portero”, protesta un vecino del casco histórico malagueño, que pide anonimato porque desde que colgó las imágenes en redes sociales ha sufrido represalias con silicona en su cerradura, hecho que ha denunciado en comisaría.

“El pudor de subir fotos se ha perdido”

Álvaro Bravo, malagueño de 27 años, denuncia que ya no hay rastro del decoro inicial tras quedar atrás las cifras de fallecidos por la covid-19: “Poner por delante el ocio o pasarlo bien frente a que esto tarde más en controlarse o vuelva a descontrolarse... es un acto muy egoísta. Hay sitios que es un total cachondeo. Y se ve en redes sociales: el pudor de subir fotos al principio se ha ido perdiendo. Ahora es muy habitual encontrar fotos de gente de fiesta, sin mascarilla, compartiendo bebidas… Y no tendría que suceder”. La Policía Local malagueña ha denunciado ya a más de 3.000 personas por no llevar mascarilla, algo más de 150 diarias y ha evitado la celebración de decenas de fiestas ilegales realizando un rastreo preventivo en redes sociales.


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