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Johnson despeja la amenaza de un nuevo confinamiento en el Reino Unido

El científico jefe del Gobierno británico advirtió la semana pasada de la posibilidad de un nuevo aislamiento en otoño, pero el primer ministro lo ha descartado

Rafa de Miguel
Boris Johnson, en el Parlamento británico el 15 de julio.
Boris Johnson, en el Parlamento británico el 15 de julio.JESSICA TAYLOR / UK PARLIAMENT / (EFE)

El Salón de Té Dolly’s amontona en una esquina del local parte de sus butacas y sillones. Es el único modo de cumplir con la distancia social exigida en tiempos de coronavirus. Como gran parte de los restaurantes y bares de Escocia, abrió finalmente sus puertas el 15 de julio, 11 días más tarde que en Inglaterra. A estas alturas del verano, deberían tener un notable bullicio de turistas. A 100 metros de la Capilla Rosslyn, cada día hay un trasiego de visitantes que aprovechan su viaje a Edimburgo para acercarse a uno de los principales escenarios de la novela El Código Da Vinci, de Dan Brown.

Los comercios de Roslin fueron los únicos que se toparon realmente con el Santo Grial, después de aquel fenómeno mundial. “Y cada año ha ido a más. La gente se viene hasta aquí con el libro bajo el brazo para recorrer la capilla. Cada día nos llegaban en verano entre 400 y 500 personas, en autobuses fletados a propósito”, cuenta Freya, una de las tres chicas que atiende a la escasa clientela que llega estos días. Antes de pedir los huevos con beicon y el inevitable scone (un panecillo dulce) cada recién llegado debe dar su nombre y número de teléfono. Es parte del sistema de “rastreo y localización” que ha impuesto el Gobierno de Nicola Sturgeon. De los casi 300.000 casos confirmados de coronavirus que ha registrado el Reino Unido, Escocia apenas ha aportado poco más de 18.000.

El Salón de Té Dolly’s, en Edimburgo.
El Salón de Té Dolly’s, en Edimburgo.R. M.

Es cierto que el territorio autónomo solo supone 5,5 de los casi 67 millones de habitantes que tiene el Reino Unido, pero las fricciones han sido constantes durante estos meses entre Edimburgo y Londres. El Ejecutivo escocés, gobernado por los nacionalistas del SNP (Partido Nacional de Escocia), han criticado duramente la lentitud de Boris Johnson en reaccionar ante la pandemia, y su posterior premura en intentar volver a la normalidad. El número total de muertes registradas por la covid-19 en todo el país supera las 45.000, la cifra absoluta más alta de toda Europa. El pasado sábado se registraron 40 nuevos fallecidos. Será el último dato público durante las próximas semanas. El Gobierno británico, que ha llevado con notable irritación las comparaciones con otros países, ha detectado un posible error de cálculo y ha ordenado paralizar la información pública hasta que se resuelva. “En la actualidad, la cifra diaria de muertes incluye a todos aquellos que han dado positivo por el virus y han fallecido posteriormente, sin establecer una separación entre la fecha en que se realizó el test y la del deceso. Este método ha provocado quejas, que argumentan que esa continuidad ha podido distorsionar la cifra diaria de muertes”, asegura en un comunicado el Ministerio de Sanidad.

Los científicos del Gobierno advierten estos días de la posibilidad alta de una segunda ola del virus el próximo otoño, a pesar de su satisfacción de haber logrado aplanar la curva en las últimas semanas. Primero fueron los parques, luego los comercios y finalmente la hostelería los que fueron reabriendo, por detrás de otras naciones europeas. Desde entonces, solo un rebrote disparó las alarmas. Fue en la ciudad de Leicester, de 330.000 habitantes, en el medio de las empobrecidas Midlands (Tierras Medias) de Inglaterra. El Gobierno impuso allí de nuevo un confinamiento que, en cualquier caso, nunca ha tenido la rigidez que sufrieron otros países, como España.

Johnson ha vuelto a hacer gala este domingo de ese optimismo que gasta, con un punto más voluntarista que real, con el que intenta reanimar una economía que se adentra a la peor recesión de las últimas décadas. En abierta contradicción con el científico jefe del Gobierno, Patrick Vallance, quien advirtió la semana pasada de la posibilidad de un nuevo confinamiento en otoño, el primer ministro ha descartado prácticamente esa medida extrema en una entrevista al diario conservador The Daily Telegraph. “No se trata únicamente de que ya seamos mucho más capaces de detectar la enfermedad y de aislarla localmente, sino que entendemos mucho mejor a qué grupos de personas afecta, cómo funciona o cómo se transmite. La posibilidad de segmentar a la población o de proteger específicamente a grupos determinados ya es una realidad”, ha explicado Johnson.

Johnson dice que el país volverá a la normalidad en Navidad

Desde el sábado, las autoridades locales británicas han recibido poderes extraordinarios del Gobierno central para reaccionar autónomamente ante posibles rebrotes. Podrán prohibir concentraciones públicas y reuniones multitudinarias privadas, cerrar locales, edificios y hasta espacios al aire libre. El Departamento de Localización y Rastreo del NHS (Servicio Nacional de Salud, en sus siglas en inglés) publicará semanalmente un listado de zonas de especial riesgo y promete facilitar un sistema rápido de pruebas para aislar posibles nuevos focos. “Pero necesitaremos que todos los amigos, colegas de trabajo, vecinos y familiares cumplan con su parte del trato”, ha pedido el ministro Hancock.

Johnson ha ido tan lejos como para asegurar que el “Reino Unido recuperará su normalidad las próximas Navidades”. El Reino Unido sigue registrando unos 1.700 positivos diarios. La última gran prueba serológica indica que solo un 6,3% de los británicos ha adquirido cierta inmunidad. Solo un mantenimiento férreo de la distancia social puede sostener ese optimismo. “Cuando llegue el otoño deberemos ser extremadamente vigilantes”, ha advertido Ian Diamond, el director de la Oficina Nacional de Estadísticas.

150 personas visitaron este domingo la Capilla Rosslyn. “En un día como hoy el promedio suele ser de unos mil visitantes. Es cierto que se han agotado todas las reservas, pero con las nuevas reglas de distanciamiento no podemos permitir más entradas”, cuenta Grace, una de las dos guías que explican todos los detalles ocultos en las piedras del recinto. “Llama la atención cómo cambian la cara cuando les mostramos la Danza Macabra, que muestra cómo la peste afectaba a reyes y campesinos”, explica. Un esqueleto acompaña cada una de las figuras talladas en uno de los arcos de la capilla, reabierta cuatro días antes.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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