Las autoridades investigan el vertido de 20.000 toneladas de combustible en un río del ártico ruso
La zona, ya muy contaminada, puede tardar una década en recuperarse. El jefe de la central termoeléctrica donde se produjo la fuga, imputado y en prisión preventiva
Grandes ronchas de agua carmesí avanzan por el río Ambárnaya. Los equipos de emergencia tratan de limpiar el vertido de más de 20.000 toneladas de combustible cerca de la ciudad siberiana de Norilsk, en el círculo polar ártico, en la que ya se ha considerado como una de las mayores catástrofes ambientales de la historia reciente rusa. El presidente del país, Vladímir Putin, ha declarado la alerta federal y en un gesto poco frecuente ha cargado contra los responsables de informar del vertido tarde. La fuga se produjo el domingo, al derrumbarse un tanque de diésel de una central termoeléctrica vinculada a la poderosa Norilsk Nickel, uno de los principales productores mundiales de níquel y paladio. Sin embargo, las autoridades aseguran que solo lo supieron dos días después. Se ha abierto una causa penal y el jefe de la central está desde este jueves en prisión preventiva.
El combustible diésel, muy tóxico y difícil de limpiar, según las organizaciones ecologistas, llegó primero al río Daldykán y después al Ambárnaya; ahora se dirige al lago Pyásino, que desemboca en el Mar de Kara. Ha contaminado un área de unos 180.000 metros cuadrados. Puede tardar en limpiarse meses, según los expertos. Y será caro: unos 1.500 millones de dólares (1.320 millones de euros), según la Agencia Federal de Control Ambiental (Rosprirodnadzor). La viceministra de Recursos Naturales y Ecología rusa, Yelena Panova, cree que para recuperar el ecosistema se tardará al menos una década. Unas 6.000 toneladas de diésel fueron a parar al suelo y 15.000 al agua, donde la concentración de sustancias nocivas supera los valores máximos permitidos en “decenas de miles de veces”, según Rosprirodnadzor.
“Si las cifras oficiales del nivel de la contaminación son reales, el próximo año no habrá peces en estos ríos. 30 años después de vertido del Exxon Valdez aún siguen encontrando petróleo en la zona”, apunta Vladímir Chuprov, responsable del programa de Energía de Greenpeace Rusia, que ha comparado el desastre con el ocurrido en Alaska en 1989.
Los especialistas han construido una barrera en el río Ambárnaya para tratar que el combustible no alcance el lago y poder limpiar el agua antes. En un primer momento se había sugerido quemarlo, pero los especialistas del Ministerio de Recursos Naturales alertaron del peligro de la medida. Ahora se está tratando de bombear el diésel de la superficie para limpiarlo, según Norilsk Nickel (Nornickel), que asegura que se limpiará en alrededor de un mes. Con la declaración de emergencia federal, especialistas de otros departamentos se han desplazado a la zona para ayudar en las labores de limpieza. Norilsk (180.000 habitantes), en la provincia de Krasnoyarsk y considerada la capital rusa del níquel, tiene estatus de ciudad cerrada -por su importancia geoestratégica está restringida y vetada en la mayoría de los casos a extranjeros- y es particularmente inaccesible. Nornickel asegura que ninguna comunidad se ha visto afectada por el vertido.
Las organizaciones ambientalistas, como Greenpeace y WWF, están seriamente preocupadas por la fuga y sus consecuencias, pero también por lo que podrá haber detrás de las razones que contribuyeron al hundimiento del tanque de combustible. La compañía baraja que la instalación colapsó debido al daño en sus cimientos por la descongelación del permafrost. Según los expertos, la región del Ártico se está calentando, de media, dos veces más rápido que el resto del planeta. Durante los primeros cuatro meses del año, la región ha experimentado temperaturas 4 grados por encima del promedio normal.
“Además de esos tanques, en las zonas del permafrost se encuentran decenas de miles de kilómetros de gasoductos, cuatro reactores nucleares, puentes, ferrocarriles. Todos corren el riesgo”, dice el responsable de Energía de Greenpeace, que reclama una investigación a fondo y el análisis del subsuelo.
Mientras, el Comité de Investigación ha abierto cuatro causas penales: contaminación de la tierra, violación de las reglas de la protección del medio ambiente, contaminación del agua y negligencia (este último porque no informaron del derrame a tiempo). El Ministerio de Emergencias ha asegurado que los empleados de la central encubrieron el incidente durante dos días y trataron de contener el derrame por su cuenta. El miércoles, en una reunión por videoconferencia, el presidente ruso reprendió duramente al Gobernador de la provincia de Krasnoyarsk, Alexander Uss, y a los responsables de la compañía. “¿Nos tenemos que enterar de las emergencias por las redes sociales ahora? ¿Su salud cómo está? ¿Bien?”, reclamó Putin muy enfadado al responsable de Nornikel, Serguéi Lipin.
La empresa minera, sin embargo, asegura que informaron rápidamente y que están haciendo todo lo posible para resolver la situación de manera correcta. No es la primera vez que la compañía, cuyas acciones cayeron este jueves un 6% en la Bolsa de Moscú, se ve envuelta en una catástrofe ambiental. La última fue en 2016, cuando otro vertido tiñó de rojo las aguas del río Daldykán, ahora de nuevo afectado. Son muchas las veces que se ha tratado de procesar a la compañía con escasos resultados. Norilsk está considerada como una de las ciudades más contaminadas del mundo, según varios estudios y organismos como la NASA.
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