La desescalada en Sevilla también entiende de fe
Los principales lugares de culto, como La Macarena o el Gran Poder, no han cesado de recibir visitantes desde primera hora
No hay turistas en Sevilla, pero esta mañana el trajín en torno a la basílica de La Macarena —el tercer monumento más visitado de la capital andaluza, tras la Catedral y el Alcázar—, era más intenso que el de cualquier lunes normal en esta ciudad. Este tampoco es un lunes habitual, pero en el arranque de la fase 1 de la desescalada, la recuperación de los cultos ha dado sosiego a muchos fieles para los que a la imposibilidad de visitar las imágenes se había sumado el desaliento de no verlas en la calle por la suspensión de la Semana Santa. En una mañana desapacible, los sevillanos han optado por refugiarse en los templos, antes que aventurarse a sentarse en una terraza.
Raúl ha venido en autobús desde el Parque Alcosa, en Sevilla Este, a siete kilómetros del barrio de La Macarena, para ver a la virgen. “No he podido llegar a la misa de las nueve, pero tenía una promesa”, cuenta a la salida de la basílica. Todas las iglesias en Sevilla han reducido su aforo a un tercio o menos de su capacidad y cuentan con dispensarios de gel hidroalcóholico. En La Macarena han señalado los asientos en los bancos en los que se puede rezar y han delimitado con vallas una zona de entrada y una de salida. El museo, que recibe junto con la iglesia una media de 800.000 visitas al año, está cerrado, pero la tienda de recuerdos es paso obligado antes de regresar a la calle. “Nadie ha comprado recuerdos, pero sí muchas velas para encenderlas fuera o para llevárselas a su casa”, explica un empleado parapetado tras una mampara de cristal.
Dolores Ponce ha puesto el despertador a las siete de la mañana para asistir a la primera misa en la iglesia del Gran Poder. Aunque había cola, todos han podido entrar. “La última vez que lo vi fue el 14 de marzo, mucho tiempo”, cuenta emocionada. La imagen de Juan de Mesa, una de las tallas más relevantes de la imaginería barroca de la escuela sevillana, se ha bajado del camarín, donde suele estar ubicada habitualmente, por motivos de seguridad. “El camarín tiene un espacio muy reducido y no se pueden cumplir con las normas de distanciamiento”, explica Félix Ríos, hermano mayor de esta hermandad. A diferencia de La Macarena, el Gran Poder no ha abierto la sala de recuerdos y va a esperar a que evolucione el desconfinamiento para retomar la normalidad.
La suspensión de la Semana Santa ha supuesto un importante revés para las hermandades sevillanas que han debido renunciar a buena parte de las subvenciones que reciben por el alquiler de sillas y palcos para ver los pasos en Semana Santa. Algunas, como La Macarena, han estudiado presentar un ERTE para sus trabajadores. El Consejo de Cofradías obtiene unos 3,8 millones por la carrera oficial. Alrededor de 2.100.000 se reparten entre las hermandades. El 60% de ese importe se distribuye entre las 60 que discurren por la carrera oficial y, el otro 40%, se entrega en función del número de pasos. Las cofradías han declinado recibir ese 40%. En este tiempo se han adaptado a la excepcionalidad marcada por la covid-19 realizando misas por streaming y multiplicando sus actividades benéficas para atender a los más afectados por el coronavirus. Aunque ya han retomado la posibilidad de oficiar cultos, muchas de sus misas van a seguir emitiéndose por Internet.
En alguna de las vistas de esta mañana a la devoción se unía también cierta curiosidad alentada por bulos. En redes sociales esta semana se difundió que la Macarena iba a ir vestida de negro en homenaje a las víctimas del coronavirus. “Yo le había hecho una promesa a mi madre y he venido desde El Porvenir [un barrio que no queda precisamente cerca], pero me habían dicho que iba a ir de luto y ya me he dado cuenta de que no era así”, explica Álvaro González a la salida de la basílica mostrando una imagen enviada a un WhatsApp. No era la Macarena, pero si otra esperanza, la de Triana, la que ha cambiado de saya.
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