Andorra experimenta con el primer plan en el mundo para detectar la covid-19 en toda la población
El objetivo es aplicar un aislamiento selectivo de los infectados y tener un análisis masivo del nivel de contagio
El Gobierno de Andorra inició este lunes la primera iniciativa que se desarrolla en el mundo para analizar la expansión del coronavirus en toda la población de un país. Tras programar su cita, los ciudadanos de este pequeño Estado de 77.000 habitantes se someten a un test de anticuerpos de unos minutos para resolver si han pasado la covid-19 y, lo más importante, si están actualmente enfermos. El objetivo, según Cristina Royo, una de las componentes del grupo de científicos que ha diseñado el proyecto, es aplicar medidas de confinamiento selectivo y tener datos para analizar de forma exhaustiva cómo se propaga el virus en la sociedad y el índice real de mortalidad.
Los test no son obligatorios, pero ya se han inscrito el 60% de los ciudadanos, según el Ejecutivo andorrano, y con la previsión de que pueda llegar al 70%. Royo comenta que han tomado nota de los modelos llevados a cabo en Islandia y en Singapur. Islandia, el Estado que ha desarrollado más test por cada mil habitantes del mundo, según la OCDE, ha llegado con las pruebas a un 13% de la población. El plan andorrano funcionaba el lunes como un reloj: los participantes se personaban en los centros de análisis designados, denominados Stop Labs, a la hora indicada, la gran mayoría con su vehículo particular y con el grupo de personas que conviven en el mismo domicilio. Primero se confirmaba la identidad de las personas y luego, sin salir del coche, se les extraían las gotas de sangre que se introducen en las casetes de detección de inmunoglobulina G e inmunoglobulina M. La G es la que permite saber si un individuo ha tenido la covid-19 y la M es la que indica si está actualmente contagiado. La banda sonora era el pitido constante de los cronómetros que en cada mesa avisaban del final de la prueba. En caso de detectarse inmunoglobulina M se realizará al afectado, en cuestión de horas, una prueba PCR —la que expone la presencia de material genético del virus— para confirmar el resultado. Si vuelve a dar positivo, la persona infectada y los que están en contacto con ella se aislarán en cuarentena.
Las familias se personan en los Stop Labs ataviadas con guantes, mascarilla e incluso gafas protectoras, explica Paula Rodrigues, una portuguesa con 20 años de residencia en Andorra. Empleada en una cadena de tiendas de bricolaje, Rodrigues no dudó en inscribirse en la campaña de tests con su marido y su hija de 5 años. “Nuestra vida ahora es como estar en una cárcel y cualquier esfuerzo para salir de ella es bueno. Somos un país pequeño, por eso la gente apoya la iniciativa del Gobierno”.
“La prueba es muy práctica, de hecho es como ir a comprar la comida a un McAuto”, bromea Gustavo Prodoprigora. Él, su hijo y esposa pasaron el test en el centro de análisis habilitado en un aparcamiento en el municipio de Sant Julà de Lòria. Siete carpas instaladas en batería protegían del sol al personal sanitario y a los automóviles. Al salir del parking, una voluntaria les obsequiaba con flores. Prodoprigora, propietario de un establecimiento de bicicletas eléctricas, desea acabar con el confinamiento para poder empezar con unas obras de reforma en su comercio. “En Andorra somos conscientes de que necesitamos estar cohesionados para superar esto. Aunque me da miedo que no se pueda controlar el virus una vez las fronteras estén de nuevo abiertas”.
Dudas éticas sobre el pasaporte inmunitario
Andorra realizará una primera fase de test durante 10 días. Pasadas dos semanas, los ciudadanos se someterán a la misma prueba para monitorizar mejor la evolución de la covid-19. Las autoridades del Principado y su equipo de asesores han estudiado la posibilidad de emitir certificados de inmunología, una opción que el jefe de Gobierno, Xavier Espot, “descarta por el momento” por las dudas éticas que comporta. Uno de los valedores de los pasaportes inmunitarios es el epidemiólogo catalán Oriol Mitjà. Conocido por sus críticas al Gobierno español y por ser asesor de la Generalitat en el proceso de desconfinamiento, Mitjà ha reiterado que es asesor del Ejecutivo andorrano. Espot afirma que Mitjà no es asesor de su Gobierno y que tan solo fue consultado “en tres o cuatro ocasiones puntuales” al inicio del confinamiento.
La administración andorrana anunció en abril que participaría en el ensayo clínico que encabeza Mitjà para determinar la efectividad de la hidroxicloroquina como tratamiento del virus, un principio activo que ha suscitado polémica y debates entre expertos. Cristina Royo explica que “por cuestiones de criterio internacional” no se pudieron sumar al ensayo de Mitjà, que estaba destinado a ser probado en los allegados de los contagiados. Lo que sí se ha hecho es suministrar la hidroxicloroquina a pacientes precoces detectados en el único hospital público de Andorra, el Nostra Senyora de Meritxell. El ministro de Salud, Joan Martínez Benazet, ha reiterado que en estos casos, el medicamento ha demostrado ser óptimo.
El país pirenaico le ha dado la vuelta a la tortilla de la pandemia en dos meses. Cuando sus autoridades sanitarias detectaron a principios de marzo el primer contagio de un estudiante procedente del norte de Italia, Andorra figuraba como uno de los microestados con más muertes por cada millón de habitantes, según el portal Worldometer. Hasta el 4 de mayo se habían reportado 750 contagios y 45 defunciones por la covid-19. Hoy, el país pasa por ser un alumno aventajado en atisbar la luz al final del túnel del virus. ¿Qué ha ocurrido en este tiempo? Espot sostiene que nunca estuvieron tan mal como apuntaban las estadísticas. Unas proyecciones que, explica, “no valen” para entender qué se cuece en un país de 77.000 habitantes atravesado cada año por ocho millones de turistas bajo el señuelo de las compras y el esquí.
Voto de confianza en los ciudadanos
Andorra sometió al 4% de sus vecinos a pruebas PCR entre marzo y abril. Y promovió análisis post mortem de la enfermedad que dispararon las cifras. Las pruebas permitieron conectar la covid-19 con ancianos fallecidos en domicilios. Un modus operandi que no se dio en España por la escasez de test en la primera oleada de contagios. Además, cuando la pandemia irrumpió, el Ministerio de Salud fichó a 39 sanitarios cubanos para reforzar la plantilla de su hospital público.
Otra singularidad de este pequeño país es que no tuvo que recurrir a la mano dura para conseguir que la población respetara el confinamiento. Fue “una recomendación”. Y, por tanto, no activó la ley de estado de alarma y emergencia que contempla la Constitución de 1993. “Hemos hecho un voto de confianza con los ciudadanos y nos ha salido bien”, admiten desde el Ejecutivo.
Pese a la aparente bondad de las cifras, la euforia es una palabra tabú. Los médicos advierten de que la desescalada —que arrancó a mediados de abril con la autorización a los vecinos de salir una hora al día— puede conllevar sorpresas desagradables. “Es muy difícil evitar una segunda oleada”, reconoce la andorrana Odile Sarroca, internista y especialista en enfermedades infecciosas.
El otro temor que circula en este país que suprimió en 2017 el secreto bancario es la sombra del mazazo económico. El Ejecutivo de Andorra baraja una reducción del 5% del PIB a consecuencia del virus. Y se prepara para emitir 125 millones de euros de deuda. Una vía para paliar las estrecheces a la que recurre este país que, como no es miembro de la Unión Europea, no puede tocar a la puerta del Banco Central Europeo. “Somos pequeños y eso tiene sus pros y contras”, valora Espot.
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