El fundador de la secta del coronavirus de Corea del Sur se disculpa
El país, el mayor foco de la enfermedad fuera de China, dividido entre quienes culpan a un grupo religioso o al Gobierno por el creciente número de casos
La Iglesia Shincheonji de Jesús apenas era conocida hasta hace muy poco. “No supe de su existencia hasta que surgió este problema”, afirma Daniel Chávez, un mexicano de 32 años que vive en Daegu, la ciudad de Corea del Sur convertida en epicentro del brote de coronavirus en este país, donde ya hay más de 3.500 casos, más que en ningún otro lugar fuera de China. En el foco de los contagios está ese grupo religioso, considerado una secta por su opacidad y heterodoxia. Culpables para muchos de contribuir con sus prácticas a la propagación del virus, otros lo consideran el chivo expiatorio del Gobierno para cubrir unas medidas preventivas supuestamente deficientes. En cualquier caso, el líder de la secta ha pedido perdón el lunes. “Quiero ofrecer mis más sinceras disculpas a la gente, en nombre de los miembros”, ha señalado Lee Man-hee, fundador de esta organización, que se postró en el suelo ante los periodistas. “No fue intencionado, pero numerosas personas fueron contagiadas”, lamentó Lee Man-hee, según informa AFP.
“Me preocupa, porque no sabes quién es miembro… No sabes si hablas con alguien y está contagiado”, señala por su parte Chávez, de 32 años, casado con una surcoreana, padre de dos hijos de nueve y cinco años y propietario de una escuela de español en Daegu. Solo en esta ciudad, la cuarta más grande de Corea del Sur con 2,5 millones de habitantes, y en la provincia vecina de Gyeongbuk hay más de 3.000 contagiados. Las autoridades surcoreanas estiman que la mitad de los infectados del país son miembros de Shincheonji. El supuesto origen de los contagios es una mujer de 61 años que dio positivo el 18 de febrero, después de acudir días antes a un templo de este grupo en Daegu con cientos de feligreses. Diecisiete personas han muerto en el país por el momento a causa del coronavirus.
Mapa de expansión y claves para entender el coronavirus de Wuhan
La multiplicación de infecciones desde entonces ―superando a China en nuevos casos diarios desde el jueves― ha disparado la búsqueda de miembros de la organización, que tienden a no querer identificarse como tal, ni siquiera entre sus familiares y allegados. Alarmadas por el brote, las autoridades surcoreanas pidieron a Shincheonji un registro completo de sus cerca de 250.000 fieles en todo el país. “Pero parece claro que la lista que dieron al Gobierno era incompleta y no pudieron localizar a todos”, señala Paul Cha, profesor de Estudios Coreanos de la Universidad de Hong Kong.
De momento, el Gobierno asegura que ya conoce los nombres de todos los integrantes y que ha sometido a una prueba de coronavirus a más de 100.000. El viceministro de Salud surcoreano, Kim Gang-lip, afirmó el jueves que está intentando todavía obtener una lista de unos 90.000 miembros en formación del grupo. Una búsqueda que es sentida como una persecución, una suerte de caza de brujas, por algunos. Un portavoz del grupo en la red social Facebook se muestra reacio a hacer declaraciones pero implora: “Por favor, ten en cuenta los hechos, no solo lo que escuchas por ahí”.
“Muchos no quieren que su pertenencia sea revelada públicamente. Porque el hecho es que son víctimas de covid-19 (la enfermedad causada por el coronavirus), no la causa del problema”, considera Francis Jae-yong, director del Instituto para la Religión y la Cultura Cívica de la Universidad Kyung Hee, en Seúl.
Shincheonji, que se define como un grupo cristiano, nunca ha tenido buena fama entre la comunidad protestante en Corea del Sur, que supone alrededor del 20% de la población de un país que preconiza la libertad religiosa (un 10% más son católicos y el 17% budistas). Aunque el colectivo tiene vínculos con el protestantismo, “la mayoría lo considera una secta, no un grupo cristiano", señala Cha. Fundada en 1984 por el surcoreano Lee Man-hee, que proclama ser un enviado de Jesucristo, Shincheonji tiene más de 1.000 iglesias en Corea del Sur. Según un exmiembro, Advent Kim, que ahora ayuda a familias afectadas, “el grupo enseña que está bien mentir sobre su fe para proteger a la organización. Lavan a todo el mundo el cerebro para obedecer órdenes”, dijo a medios surcoreanos.
Si las órdenes son ocultarse, Kim no espera que aparezcan todos. Sobre todo, cuando sus presuntas prácticas, como despreciar los tratamientos médicos, asistir al menos dos veces por semana a ceremonias masivas y dedicarse al proselitismo, han sido criticadas por propiciar, en teoría, los contagios colectivos.
La policía todavía investiga si miembros chinos de la secta procedentes de Wuhan, el punto de origen del coronavirus, asistieron a un funeral por el hermano del fundador de Shincheonji en Corea del Sur entre finales de enero y comienzos de febrero. Si se confirma que sí y que alguno estaba contagiado, podría perjudicar al Gobierno de Moon Jae-in, criticado en algunos sectores del país por sus reticencias a prohibir las llegadas de viajeros procedentes de China (solo impuso la medida a los provenientes de Hubei, provincia a la que pertenece Wuhan), como sí hicieron otros países, entre ellos EE UU o Corea del Norte.
La crisis sanitaria puede pasar factura a Moon en las elecciones legislativas del próximo abril. Más de un millón de surcoreanos han firmado una petición para impugnar al presidente, de ideología progresista y demasiado cercano para algunos a China, país del que depende mucho la maltrecha economía surcoreana. “Los adversarios de Moon creen que está utilizando a la secta para inclinar la balanza a su favor. Mientras, sus partidarios parecen contentos con criticar el papel que la religión ha podido jugar en la epidemia”, anota Francis Jae-yong. Más de 920.000 personas han suscrito por su parte una misiva dirigida al Gobierno para que disuelva Shincheonji.
Desde Daegu, Chávez no entra en discusiones políticas o religiosas, pero cree que localizar a los miembros de Shincheonji es crucial para frenar los contagios. “Hay muchas personas enfermas que no quieren ir al hospital y lo transmiten a otros, quizás no intencionadamente”, dice el hombre, que ha tenido que cerrar su escuela temporalmente y solo sale de su vivienda para que sus pequeños den un paseo o reponer la despensa. “La policía les está buscando, y espero que encuentre a todos”, concluye.
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