Los días de calor extremo se duplican y los de frío bajan un 25% en los últimos 35 años en España
La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) encuentra una tendencia al alza de las lluvias torrenciales en el área mediterránea
Desde 2011, los otoños en España se han cerrado con una temperatura superior al periodo de referencia 1981-2010. Este último también. Ha sido cálido, con una temperatura media de 16,5 grados (0,7% por encima del promedio), el octavo más caluroso del siglo XXI y el undécimo desde 1965, ha informado hoy la AEMET. El calentamiento que está experimentando la península se detecta en que el número de días al año que la población soporta olas de calor se ha duplicado, mientras que el de las olas de frío han disminuido un 25% desde 1984. Hoy en día, es 10 veces más frecuente que una ola de calor se produzca en junio, cuando el cuerpo todavía no está aclimatado a las altas temperaturas, que a finales de los años ochenta y noventa del siglo pasado.
Un calentamiento generalizado que se refleja en que en España la cantidad de energía que se usa para refrigerar los inmuebles es mayor que la utilizada para calentarlos desde hace tres años, según un estudio de confort climático con información de AEMET y Eurostat. Esta tendencia al alza se ha repetido en el planeta que ha registrado este año los meses de septiembre, octubre y noviembre más cálidos desde que se recogen estos datos (1880).
La temperatura media en España ha aumentado 1,7 grados con respecto a la era preindustrial, "un calentamiento superior a la media del planeta", ha recordado uno de los portavoces de la AEMET esta mañana en rueda de prensa. Este año, a falta de los últimos días de diciembre, ha sido muy cálido, con una temperatura de 0,7 grados por encima de la media del periodo 1981-2010. "La gráfica nos dice que la temperatura está aumentando y que el cambio se está acelerando y está siendo más intenso en la última década", ha matizado. Las modificaciones son más apreciables en primavera y sobre todo en verano, en el que las noches tórridas —temperatura mínima igual o superior a 25 grados— se han multiplicado por 10 en las 10 urbes más pobladas del país desde 1984.
La AEMET considera que existen múltiples consecuencias asociadas a este incremento de temperatura, pero destaca las afecciones a la salud, que inciden en la esperanza de vida. Porque, aseguran, existe una relación entre mortalidad y temperatura máxima. La mortalidad es mínima con el termómetro situado en confort climático, entre 22 y 24 grados, pero al incrementarse las máximas, la mortalidad aumenta de forma exponencial asociado a accidentes cardiovasculares. Lo mismo ocurre si la temperatura desciende y se alcanza una "mínima de disparo por frío", pero con efectos cardiovasculares y respiratorios. Un estudio llevado a cabo por la AEMET y el Instituto de Salud Carlos III ha concluido que cada día de ola de frío la mortalidad media aumenta en 3,5 personas y con olas de calor es de una media de tres personas. "Esto significa que tenemos un problema real, no hay que hablar de proyecciones de futuro", concreta uno de los portavoces.
Las evidencias en cuanto a las temperaturas son claras, algo que no es tan sencillo de determinar en las lluvias debido a que en España años muy secos van seguidos de otros con mucha agua. "Las incertidumbres son grandes, pero parece que la torrencialidad aumenta", ha explicado Rubén del Campo, uno de los portavoces. Esto ocurre sobre todo en el área mediterránea, con acumulaciones de lluvia en 24 horas cada vez más elevadas, pero también en el centro de Navarra, por ejemplo. Una investigación de la AEMET en Murcia sobre la precipitación en la Cuenca del Segura ha revelado que el número de días con precipitaciones de 50 litros por metro cuadrado en este lugar ha pasado de ser nulo entre 1950 a 1989 a cuatro días en la década actual.
En cuanto a 2019, aunque el otoño ha sido húmedo, "podría considerarse como seco", con una precipitación de unos 515 litros por metro cuadrado, un 9% inferior al periodo de referencia y con grandes diferencias territoriales. En áreas del sureste se ha recogido el triple que en un año normal y en zonas del suroeste y Canarias no se ha llegado a la mitad de ese valor.
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