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Holanda reduce la velocidad a 100 kilómetros por hora para frenar la contaminación

Mark Rutte, el primer ministro, califica la medida de "infecta" pero necesaria para evitar la pérdida de empleos

Colas de coches en una autopista de Ámsterdam este noviembre.
Colas de coches en una autopista de Ámsterdam este noviembre.Paulo Amorim (GETTY IMAGES)
Isabel Ferrer

“Es una medida infecta que me duele mucho, aunque de otro modo el país se paralizará con riesgo de pérdida de empleos”. Con esta declaración de principios ha presentado el primer ministro liberal holandés, Mark Rutte, la reducción a 100 kilómetros por hora del límite de velocidad en carretera (ahora son 130) para contener la contaminación producida por nitrógeno. A la nueva ordenanza se suma una inversión de 250 millones de euros para regenerar espacios naturales dañados por el exceso de este gas. También se ha previsto el cambio en la composición del pienso animal para mermar la cantidad de amoniaco presente en el estiércol, y la contención de los efectos de las sustancias alquilperfluoradas (PFAS, en sus siglas en inglés) en aguas, suelos y lodos.

Rutte se acompañó de las ministras de Medio Ambiente y Vivienda, Agricultura e Infraestructuras y Aguas, para anunciar este miércoles unas medidas de gran envergadura generadas “por la crisis de la contaminación, que es tan compleja como la crisis de los refugiados registrada entre 2015 y 2016”, ha asegurado. La entrada en vigor del límite de velocidad a 100 kilómetros por hora está prevista en principio para 2020, y será obligatoria durante el día. Solo se podrá circular a 120 o 130 kilómetros entre las siete de la tarde y las seis de la madrugada, y no está claro todavía si tendrá carácter temporal o si se aplicará en fases. Tampoco se sabe si afectará a todo el territorio. La multa por ignorar la orden ascenderá a 234 euros, y habrá una disposición de emergencia que permita seguir adelante con las obras de conservación de los diques costeros de protección, así como el mantenimiento de autopistas y carreteras. La Asociación Holandesa de Tráfico (ANWB, en sus siglas neerlandesas) está de acuerdo con la reducción de la velocidad, aunque espera “que sea temporal y sirva para promover la venta de coches eléctricos”.

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Las medidas contra la polución alcanzan a las explotaciones ganaderas, para que los animales generen menos nitrógeno, en forma de amoniaco, a través del estiércol. El consumo de proteínas por parte del ganado es el mayor responsable de estas emisiones, y el Gobierno considera que debe modificarse la composición de los piensos “porque tienen más proteínas de las necesarias”. En particular, las autoridades han aumentado el presupuesto para compensar a los dueños de explotaciones porcinas que no puedan afrontar los gastos. Holanda produce al año unos 25 millones de cerdos en sus granjas, según cifras oficiales. Y la organización ecologista Milieudefensie, ha subrayado que “reducir de forma general el amoniaco del pienso, a base añadir enzimas, es un error que solo beneficia a empresas químicas como DSM”. Greenpeace, por su parte, hubiera preferido “promover la agricultura ecológica, y se podría lograr limitando la importación de soja para el ganado”. Ambas organizaciones sí consideran la reducción del límite de velocidad “un buen primer paso”.

El Gobierno holandés ha añadido a estos planes los problemas provocados por las sustancias alquilperfluoradas. Reunidas en torno a sus siglas en inglés, PFAS, son un grupo de agentes químicospersistentes en el entorno y en el cuerpo humano, y pueden perjudicar la salud. Presentes, entre otros, en los utensilios de cocina antiadherentes, en repelentes al agua y el aceite, o bien espumas contra incendios y textiles, permanecen en la tierra y las aguas gracias a su estabilidad y resistencia química. Según el ministerio de Vivienda, los trabajos de construcción se ven retrasados por el perjuicio sanitario y ambiental del dragado y transporte de tierra así contaminada, y por eso, antes de diciembre debe quedar fijada la presencia mínima permitida de PFAS en el agua, tierra y lodos. En conjunto, las normas presentadas permitirán la construcción de unas 75.000 viviendas anuales.

En octubre, ganaderos y constructores se manifestaron en masa porque no querían verse señalados como causantes de las emisiones de nitrógeno. Para el 23 de noviembre hay una nueva concentración prevista, esta vez de automovilistas.

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