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¿Lata o botellín? ¿Envoltorio de papel o de plástico reciclado? Cómo hacer la cesta de la compra más ecológica

Ir al súper y llenar la despensa escogiendo los productos menos dañinos con el medio ambiente no es sencillo. Las ONG afirman que el modelo actual es inviable

Un cliente en un supermercado.
Un cliente en un supermercado.ÁLVARO GARCÍA
Esther Sánchez

Lista en ristre, un consumidor entra en el supermercado con la decisión inquebrantable de adquirir los productos más sostenibles para el planeta. Pero el plan se va resquebrajando según pasan los minutos. Las dudas se amontonan: ¿qué es mejor, la leche en botella de plástico o en tetrabrik? ¿Y qué hacer ante el papel de aluminio y el film de plástico? ¿Cerveza en lata o en botella de vidrio? Ningún envase es perfecto y sería necesario conocer lo que contamina el producto durante su ciclo de vida completo: consumo de energía y emisión de CO2 en su fabricación, distribución y reciclado. Una labor tan complicada que los expertos se acaban centrando en las posibilidades de reutilización y reciclado de los envases en los que están embalados o en recomendar productos de proximidad, entre otras sugerencias de carácter general. El Ministerio de Transición Ecológica no cuenta con ninguna información oficial al respecto.

Celia Ojeda, miembro de Greenpeace, sostiene que “de todo el plástico que llega a las plantas de tratamiento solo se recupera el 25%, el resto se quema o va al vertedero”. Sin embargo, Ecoembes, el gestor de estos recipientes, replica que recupera el 78% de los envases ligeros (botellas, latas, briks, bolsas, envoltorios, recipientes de yogures…). En este maremágnum de datos contradictorios, Greenpeace llega a la conclusión de que “el problema es de tal magnitud, la gestión de estos residuos tan ineficiente y tan confusas las cifras manejadas, que hay que cambiar radicalmente el modo de consumir”. Con unas u otras cifras, el ciudadano tiene en su mano la decisión de convertir su compra diaria en más sostenible.

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Leche, aceite, agua, yogures, ¿en qué envase? Ante la duda, el recipiente más grande. Todo lo mini utiliza una gran cantidad de material para una pequeña dosis de producto, además de ser más difícil de reciclar. El vidrio, 100% reciclable en múltiples ocasiones sin perder calidad, es una de las mejores opciones. Las botellas de plástico también se tratan, pero no en tantas ocasiones y dependen del tipo que utilicen. Solo el PET (el usado en las botellas de agua) se puede volver a convertir en un envase que esté en contacto con los alimentos.

El tetrabrick es de recuperación más complicada, porque lleva varias capas: cartón, plástico y aluminio. Para Greenpeace sería una de las peores opciones. El mayor productor de briks, Tetrapak, asegura que se recicla el 75% del envase (el cartón). En cambio, el polietileno (20%) y el aluminio (5%) de su composición acaban en el vertedero o se “valorizan energéticamente” (quemar para producir energía), desde que el año pasado China prohibió la importación de estos materiales. En la actualidad, no existen plantas en España, pero “es algo temporal”, dice Tetrapak.

Refrescos y cervezas. Las latas de aluminio y acero, las botellas de vidrio y las de plástico son los recipientes más usados para contener refrescos y otras bebidas. Los tres se producen con recursos no renovables (minerales y combustibles fósiles) y requieren una gran cantidad de energía para su fabricación y transporte. Las empresas que tratan residuos aseguran que el aluminio y el acero se recuperan en un 100%, por lo tanto, serían opciones tan buenas como el vidrio, atendiendo a su reciclado. Pero desde Greenpeace advierten de que los recipientes demasiado ligeros se escapan de la selección que se hace en las plantas de reciclado.

El lío de las bolsas. Hay que evitar las de un solo uso, incluso las de papel, a pesar de que se degradan antes que las de plástico si acaban tiradas en cualquier lugar. Las bolsas de plástico de un solo uso mejor olvidarlas, incluso las biodegradables que “son una falsa solución”, porque a pesar del material vegetal de su composición, la mayoría contiene plástico en grandes cantidades que no se degrada en el medio marino, sostiene Greenpeace. La mejor opción son las reutilizables, que pueden ser de tela u otros materiales. También se pueden adquirir bolsas de más de un uso para fruta y verdura, evitando así las de plástico finas que no se cobran. Estas simples elecciones producen un ahorro, como mínimo, de 144 bolsas de plástico de un solo uso por persona cada año, añade la ONG.

Productos frescos. La mejor recomendación en este caso es llevar uno mismo un envase reutilizable de casa. En caso de ser necesario, existen bandejas de celulosa (100% compostables y que se reciclan para papel de alta calidad). Si hay que elegir plástico, mejor el más fino en lugar de las bandejas de poliespán blancas. También deberían evitarse los paquetes de lonchas de un alimento separadas con láminas de plástico. “Ese plástico entre la comida no se recupera, porque no es un envase y no se gestiona”, advierten desde Greenpeace.

¿Film transparente o aluminio para empaquetar un bocadillo? Mejor un portabocadillos o un táper, dejando de lado el papel de aluminio y el film plástico. Para el microondas o para guardar comida en la nevera se recomiendan los recipientes con tapa. El aluminio es 100% reciclable un número indefinido de veces sin que afecte a su calidad; por lo tanto, en ese aspecto, sería mejor que el film transparente. Pero Greenpeace advierte de que con restos de alimentos “a nadie le sale rentable separarlo en una planta”. Jesús Alonso, director de la Fundación Vida Sostenible, da la solución: “Yo uso las bolsas de papel donde se empaqueta el pan. Si el bocadillo es muy pringoso, se pueden poner dos u optar por las bolsas de plástico finas en las que te meten la fruta”. En Internet se pueden encontrar envoltorios de cera de abeja y otros reutilizables para los bocatas.

Productos de limpieza. El Ministerio de Transición Ecológica recuerda que existe la Etiqueta Ecológica Europea (EEE) para detergentes, lavavajillas, jabones, champús, acondicionadores y limpiadores multiusos. Se trata de promover así productos que reduzcan los efectos ambientales adversos, en comparación con otros de su misma categoría. También hay que atender a los envases, que conllevan los mismos problemas que para otros productos. La venta a granel sería la mejor opción.

¿Servilletas de papel o de tela? ¿Papel higiénico envuelto en plástico o papel? Los rollos de papel se venden normalmente envueltos en plástico, y es muy complicado encontrarlos sueltos o envasados en papel, que sería lo más adecuado. Todos son de papel reciclado, aseguran desde la patronal Aspapel. En cuanto a las servilletas, son más recomendables para el medioambiente las de tela, aunque se consuma agua al lavarlas.

La ley actual no permite devolver botellas en tiendas

Las botellas de vidrio vacías no se pueden devolver en los comercios, como se hacía antaño a cambio de unas monedas, lo que permitía su relleno. Tampoco las de plástico ni ningún tipo de envase. El sistema actual, implementado para cumplir con la Ley 11/1997 de Envases y Residuos, no lo contempla. Solo tiene acceso a ese modelo el llamado canal Horeca en el que se engloban hoteles, restaurantes y cafeterías. Organizaciones conservacionistas como Ecologistas en Acción o Greenpeace abogan por implementar el sistema de retorno, que, aseguran, permitiría recuperar envases que acaban en el vertedero y no se reutilizan. “Sería un complemento al método que se utiliza ahora”, indican en Greenpeace.

En la actualidad, el ciudadano se desprende de los envases de plástico echándolos en el contenedor amarillo (gestionado por Ecoembes) y de los de vidrio en el verde (controlado por Ecovidrio). De ahí se trasladan a plantas de tratamiento en las que se separan las materias primas para enviarlas a otras empresas que los reciclan. Ambas organizaciones se financian con las aportaciones de las empresas adheridas, que dependiendo del número de envases que ponen en el mercado abonan una cantidad.

El otro procedimiento que se podría implementar es el Sistema de Depósito Devolución y Retorno (SDDR). Las empresas que fabrican artículos con embalaje cobrarían una cantidad por cada envase, que se le reembolsaría al cliente si lo devuelve en unas máquinas que se instalarían en los comercios. Se intentó implantar en Valencia, pero los empresarios lo rechazaron y provocó la destitución del secretario de Medio Ambiente Julià Àlvaro en febrero de 2018.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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