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Brunéi da un paso atrás en su decisión de lapidar a homosexuales y adúlteros

El sultán Hassanal Bolkiah extiende la moratoria sobre la pena de muerte a la polémica legislación

El sultán de Brunéi, Hassanal Bolkiah, el pasado abril.Vídeo: AFP REUTERS-QUALITY

Las críticas han podido con el sultán de Brunéi. En un giro inesperado, Hassanal Bolkiah ha anunciado la extensión de la moratoria sobre la pena de muerte –vigente para varios delitos en el país- a la reciente legislación que contempla la ejecución por lapidación en casos de adulterio o relaciones sexuales entre hombres, tras recibir la condena internacional y que estrellas como George Clooney o Elton John llamaran al boicoteo de los lujosos hoteles que posee por el mundo.

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“Soy consciente de que hay mucha confusión y dudas sobre la puesta en práctica de la legislación islámica (sharia). Sin embargo, creemos que, una vez todo se aclare, las ventajas de la ley serán evidentes”, aseguró el sultán durante un discurso pronunciado el pasado sábado, en la víspera del comienzo del Ramadán.

En la alocución, inusualmente traducida al inglés y divulgada después por su gabinete, el sultán recordó que la moratoria sobre la pena de muerte por otros delitos -como asesinato con premeditación o tráfico de drogas- lleva aplicándose más de dos décadas, y subrayó que también se impondrá sobre los nuevos casos sujetos al castigo capital. El sultanato, situado en la isla de Borneo y próspero gracias a sus ricas reservas de petróleo y gas, no ha llevado a cabo ninguna ejecución desde 1957. Alrededor de dos tercios de su población de 420.000 habitantes son musulmanes.

Hassanal Bolkiah, que sucedió a su padre en el cargo cuando este abdicó del trono en 1967, comenzó a instaurar castigos basados en la sharia en 2014, en un plan por etapas que dio un paso más el pasado 4 de abril. Entonces entró en vigor una reforma del Código Penal que incluye la lapidación por adulterio y sexo entre hombres; la mutilación de la mano o el pie por robo; la pena capital por apostatar, blasfemar o difamar el nombre del profeta Mahoma, y la flagelación por abortar, entre otros castigos.

La nueva batería de medidas recibió la condena de la ONU, organizaciones de derechos humanos y varios países occidentales, además de la crítica de estrellas del mundo de la televisión, el cine y la música como Ellen DeGeneres, George Clooney o Elton John, quienes llamaron al boicot de los hoteles del sultán, entre ellos el Dorchester de Londres o el Beverly Hills de Los Ángeles. Varias multinacionales prohibieron a sus empleados hospedarse en estos establecimientos y algunas agencias de viajes dejaron de promover Brunéi entre sus destinos.

El sultán, educado en el extranjero y dueño de una vida poco pía, ha defendido con ahínco su decisión de implantar preceptos de la sharia en la nación, un caso único en el sureste asiático. A sus 73 años, se ha casado en tres ocasiones y divorciado en dos, y hasta ahora era más conocido por sus extravagancias y derroches -como pagar a Michael Jackson para que cantara en su 50 cumpleaños o su colección de Ferraris- que por sus convicciones religiosas.

“Tanto la ley común como la sharia buscan preservar la paz y la armonía del país. También son cruciales para proteger la moral y la decencia del país, así como la privacidad de los individuos”, añadió, manteniendo su compromiso con el giro conservador de la pequeña nación. De hecho, no especificó qué ocurrirá con otros castigos contemplados por la reforma, como los latigazos a mujeres acusadas de sexo lésbico o la amputación de la mano o el pie por robo.

“No debería haber ninguna preocupación sobre la sharia, ya que esta incluye la misericordia y bendiciones de Alá (…), que jamás nos impondría leyes pensadas para infligir crueldad”, añadió. También aseguró que Brunéi ratificará la convención de la ONU contra la tortura con el fin de “mantener nuestros compromisos y obligaciones internacionales”.

Phil Robertson, subdirector para Asia de Human Rights Watch, consideró que el sultán “está intentando calmar la presión sobre Brunéi”, pero advirtió de que “puede cambiar de opinión mañana”.

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