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El Papa sobre los abusos a menores: “A veces el obispo no sabe qué hacer”

Francisco cierra la puerta al celibato opcional en su pontificado y lo califica de "don de la Iglesia"

Foto: Francisco se dirige a los periodistas en el avión papal tras despegar de Ciudad de Panamá. / Vídeo: Declaraciones del Papa Francisco.Vídeo: ALESSANDRA TARANTINO (AP PHOTO) | reuters
Daniel Verdú

Las ruedas de prensa con el papa Francisco a 37.000 pies de altura siempre son una incógnita. Algunos días, cansado por el viaje, esquiva las preguntas clave sobre el Vaticano y pide que se le interrogue sobre anécdotas del periplo. Otras, como el domingo, no tiene inconveniente en entrar al trapo con soltura en los asuntos más espinosos. Tras cuatro días en Panamá en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y a las puertas de una histórica cita en el Vaticano para tratar la cuestión de los abusos con los presidentes de todas las conferencias episcopales, Francisco aceptó convertir en el tema central de su intervención la herida por la que sangra la Iglesia. Además, descartó rotundamente que vaya a permitir el celibato opcional para sacerdotes.

El Vaticano reunirá entre el 21 y el 24 de febrero a todos los presidentes de las conferencias episcopales para debatir y buscar soluciones a la plaga de los abusos a menores. Por primera vez, el Papa ha explicado directamente el origen del histórico encuentro y el objetivo que persigue. “La idea nació en el C9 [el consejo de cardenales que le asesora para las reformas]. Vimos que algunos obispos no sabían qué hacer, no entendían… Hacían una cosa buena y otra mala. Entonces sentimos la necesidad de dar una catequesis sobre este problema a las conferencias episcopales. […] Primero deben ser conscientes de esto”, ha señalado.

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Pero las víctimas y los expertos exigen medidas concretas que permitan sentar una base para el cambio de rumbo que anuncia desde hace años la Iglesia, sin demasiados efectos palpables. La música que emana de la “tolerancia cero” suena bien, pero se necesitan leyes y reglas nuevas, creen todas las asociaciones. El problema, cree el Papa, es que todavía muchos obispos no tienen ni idea de cómo tratar la cuestión. “Deben saber lo que deben hacer, el procedimiento. Porque a veces el obispo no sabe qué hacer. Es necesario que se hagan programas, generales, pero que lleguen a todas las conferencias episcopales: qué tiene que hacer el obispo, el arzobispo, el presidente de la conferencia… Protocolos que sean claros: esto es lo principal”.

La reunión, tal y como ya adelantaron los organizadores y ha confirmado Francisco durante el vuelo, se realizará a puerta cerrada, será moderada por el padre Federico Lombardi [portavoz del Papa en la época de Benedicto XVI] y contará con víctimas que relatarán sus experiencias para que los numerosos obispos que todavía son impermeables a ese sufrimiento lo conozcan directamente. “Lo primero es ser conscientes. Se rezará, se escucharán testimonios, habrá liturgias de penitencia y pedir perdón para toda la Iglesia”, señaló antes de añadir algo de agua al vino. ¿Un antes y un después en el tratamiento de los abusos? “Me permito decir que he percibido un poco una expectativa inflada. Hace falta desinflar las expectativas a estos puntos de los que yo hablo. Porque el problema de los abusos continuará: es un problema humano que se da en todos lados”, señaló en referencia a la culpa compartida a la que suele aludir la Iglesia en esta cuestión.

Uno de los grandes debates alrededor de los abusos del clero a menores suele invocar la conveniencia de eliminar el celibato. Pero Francisco ha sido muy tajante al ser interrogado sobre si permitiría en algún momento ejercer como sacerdotes a hombres casados. La pregunta se circunscribía a la posibilidad de una apertura similar a la de la Iglesia anglicana, que facilite la decisión a los jóvenes que tienen una vocación y dudan por la dificultad del camino. Pero la respuesta permite también descartar definitivamente la opción de eliminar el celibato como solución a la plaga de abusos. “Me viene a la mente una frase de San Pablo VI. ‘Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley del celibato’. Es una frase valiente, en un momento más difícil que este. Personalmente, creo que el celibato es un don a la iglesia. Además, yo no estoy de acuerdo en que se permita el celibato opcional, no. […] Es algo personal, no lo haré. Pero no me siento capaz de ponerme delante de Dios con esta decisión”.

¿Curas casados como en el rito oriental de la Iglesia? Francisco considera que solo sería posible contemplar esa posibilidad en lugares donde por su aislamiento no es viable encontrar vocaciones o sacerdotes que permitan la eucaristía y otras funciones básicas. “El problema debe abrirse en ese sentido, donde hay problemas pastorales por la falta de sacerdotes. Ahí se debe pensar en los fieles. No digo que se deba hacer porque no he reflexionado suficiente, pero los teólogos tienen que estudiarlo. Esos son los puntos donde se puede hacer”. Esa es una figura conocida como viri probati, a cuyo estudio ya había la puerta el Papa en otras ocasiones.

“Aconsejo a las mujeres que han abortado cantar una nana a su hijo”

La posición del papa Francisco en el tema del aborto es igual de dura que la de sus predecesores. Sin embargo, el Pontífice abrió hace algún tiempo la puerta a la absolución de las mujeres que hayan tomado esa decisión y se arrepientan. El domingo, volvió sobre esa idea y recordó lo que, según él, es el verdadero drama de esta cuestión. “El mensaje de la misericordia es para todos, también para la persona humana en gestación. Después de haber cometido este error, hay misericordia también. Una misericordia difícil, porque el problema no está en dar el perdón, el problema está en acompañar a una mujer que ha tomado conciencia de haber abortado. Son dramas terribles. Hace falta estar en el confesionario, y ahí dar consolación, no atacar, por eso abrir la potestad de absolver el aborto por misericordia”.

Francisco asegura que a través del confesionario se percibe el verdadero drama de una mujer arrepentida por haber tomado una decisión de este tipo. “Cuando lloran y tienen esta angustia, yo les digo que su hijo está en el cielo, que hablen con él, que le canten la nana que no pudieron cantarle. Y ahí se da una reconciliación de la madre con el hijo, porque Dios ya ha perdonado. Para entender bien el drama de un aborto hace falta estar en un confesionario”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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