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La Policía Nacional libera a una mujer con dispacidad intelectual maltratada y obligada a prostituirse en Ávila

Un hombre de 44 años captó a la joven, de 18, fingiendo que se había enamorado de ella

Isabel Valdés

Cuando la captó en Rumanía ella tenía 18 años, una discapacidad intelectual provocada por una enfermedad cuando era niña y una casa levantada por sus padres que ni siquiera tenía, ni tiene, agua corriente. Fue un hombre 26 años mayor que ella. Atenciones, dedicación y amor. Y ninguna prueba de violencia, chantaje o amenazas. A esa práctica, la de la seducción entre un hombre y la víctima que eligen en función de su vulnerabilidad, se llama método lover boy. Él consiguió que ella creyera que estaba enamorado y que ella se enamorase de él. Fue el comienzo de meses de explotación sexual, palizas, humillaciones y aislamiento que acabaron el pasado noviembre, cuando la Policía Nacional consiguió liberarla. Sin embargo, aunque pudieron rescatarla de la prostitución y el maltrato, aquello no cortó el vínculo emocional que la unía a su explotador.

Eso, apuntan fuentes de la investigación, dificulta la labor policial, ya que “cabe la posibilidad de que las víctimas no se reconozcan como tales y no perciban, incluso, cómo el proxeneta se aprovecha de su vulnerabilidad y aislamiento”. Además, no denuncian su situación ni colaboran en las pruebas para poder procesarlos. Y, al dar su consentimiento, es difícil demostrar que lo hacen "obligadas". Lo diferente de este caso, explican esas fuentes, es que la trata no viene declarada por la víctima sino por diferentes personas de su entorno independientes entre sí y fue la investigación lo que permitió recuperar los indicios que refuerzan el peso de las pruebas: “Por eso fue fundamental el apoyo de nuestros servicios centrales y de los compañeros en Rumanía. Ellos corroboraron gran parte de lo que sabíamos por otras fuentes”. Esta investigación “cuestiona que la trata de seres humanos ocurra solo cuando ella afirma ser víctima”.

Cabe la posibilidad de que las víctimas no se reconozcan como tales y no perciban cómo el proxeneta se aprovecha de su vulnerabilidad y aislamiento

Afirman que “escucharla es básico”, pero intentan que sus condicionantes no beneficien de manera automática al autor de la trata. Esa aprobación viciada es la clave de este caso que la Policía cree que puede abrir una nueva vía para procesar a los proxenetas: "Cómo conseguir que el consentimiento sea cuestionado cuando se den determinadas circunstancias, en este caso, las de la discapacidad intelectual de la víctima". Además del contexto de superioridad que se desprendió de la investigación. "En este caso, muy claro, y del que él se aprovechó". Una enfermedad previa que le dejó secuelas a nivel intelectual, por su nulo o poco manejo del idioma y por el aislamiento: “No conocía a nadie y no tenía más contacto que con la gente con la que trabaja. Era mucho más joven con él, con menos experiencia vital y sin dinero ni herramientas para salir de ahí", detallan esas mismas fuentes policiales, que añaden la importancia de la aplicación de la prueba preconstituida [cuando la declaración se graba y queda como prueba para evitar que tenga que repetirla durante la vista oral] para no perder a las víctimas en el proceso.

“Muchas de las personas que están ejerciendo de manera 'voluntaria' proceden y se encuentran en una situación de vulnerabilidad tal que no encuentran otra alternativa real o aceptable que someterse al abuso e intentar ser feliz dentro de ese submundo que las rodea, máxime cuando existen discapacidades o problemas similares”, amplían desde la investigación. “Cuando ponemos en tela de juicio el consentimiento, pueden entrar a jugar otros elementos y empezamos a ver con más claridad que estamos ante unos hechos susceptibles de entenderse como trata de seres humanos”.

Fue lo que ocurrió con esta víctima, que llegó a España a mediados del pasado año. Desde entonces, fue obligada a prostituirse cada día en un club de un pueblo de Ávila. Fue liberada por la Policía Nacional en un operativo que acabó con la desarticulación de una red de ámbito internacional y tres detenidos, uno en Rumanía y dos en Ávila, entre ellos el considerado como responsable de la banda, sobre el que pesaba una Orden Europea de Detención y Entrega y que ya está en prisión preventiva. 

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A la víctima la controlaba un grupo criminal, compuesto por ciudadanos rumanos y españoles, dedicados a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. El cabecilla, con antecedentes en Rumanía, contaba con la ayuda de su sobrina, que ejercía de "controladora" [la persona que acompaña siempre a la víctima y la vigila] y con la del encargado del club en el que era sometida no solo a explotación sexual de lunes a domingo sino a amenazas contra ella y su familia. "Y no dudaban en utilizar la violencia cuando no buscaba clientes en el club o cuando permanecía sentada en un taburete sin trabajar", explica la Policía. Todo el dinero que ganaba era entregado a su captor, unos 6.000 euros en el último mes, según los investigadores. "Pero ella no se quedaba con nada, ni siquiera tenía para poder pagar la medicación que le hace falta".

Para los investigadores, al final, lo peor es el sometimiento al que se ven abocadas estas mujeres. "En este caso ella está totalmente enamorada de él. Llora y llora. Va a costar sacarla de ahí. Él llegó a presentarse en el club, con ella presente, diciendo que se había acostado con todas las mujeres del prostíbulo. Las humillaciones eran constantes. El sufrimiento también". El objetivo a corto plazo es doble, la condena de los culpables, "y no abandonar a la víctima, acompañarla hasta que abra los ojos y consiga salir de donde está".

Según esas mismas fuentes, está demostrado que las emociones influyen en los procesos de toma de decisiones y en el consentimiento cuando se habla de personas especialmente vulnerables [con una discapacidad, en este caso]. “Sobre todo cuando se recurre a medios indebidos para obtenerlo. Aquí radica la clave para luchar contra este tipo de trata: muchas de las chicas que están ejerciendo están en condiciones similares. Desde nuestro sillón nos cuesta entender por qué 'consienten', por qué no se alejan del proxeneta y le siguen dando los réditos obtenidos del 'alquiler' de su cuerpo”.

El amor como método de captación

Elegir una mujer, seducirla y enamorarla. En eso se basa el método lover boy, hombres que captan a sus víctimas aprovechando su vulnerabilidad social, económica y educativa para explotarlas.

La brigada de la Policía Nacional especializada en trata de seres humanos lleva años luchando contra esta práctica cuyos objetivos suelen ser chicas de entre 15 y 17 años y, mayoritariamente, de regiones del interior de Rumanía. Aunque es un fenómeno global. En España, se calcula que el negocio de la explotación sexual mueve 3.700 millones de euros anuales, lo que supone más del 10% de los beneficios ilícitos de ese ámbito a nivel mundial. Y, en 2017, la policía identificó a 13.000 víctimas de las que, según sus cálculos, al menos un 80% eran explotadas sexualmente.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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