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Alberta tiene a las ratas contra las cuerdas

La presencia de estos roedores en la provincia canadiense es extremadamente rara, gracias a particularidades geográficas y a un programa gubernamental vigente desde 1950

Una rata, en una imagen de archivo.
Una rata, en una imagen de archivo. Pierre Aden (Getty Images)

A mediados de julio, una rata apareció en telediarios y periódicos de Calgary, la ciudad más poblada de la provincia canadiense de Alberta y la tercera del país. “Nuestros gatos nos traen en ocasiones un ratón, pero jamás imaginé ver una rata muerta”, comentó a la cadena Global News Becky Rock en el jardín de su casa, el lugar del hallazgo. En cambio, las noticias procedentes de Nueva York, París y Bangkok citan constantemente cientos de miles o millones de estos roedores. Las ratas representan un gran problema sanitario y suponen elevados gastos de reparación en infraestructuras, públicas y privadas. 

Canadá no está a salvo de esta calamidad. Las ratas hacen de las suyas principalmente en Montreal, Toronto y Vancouver. Sin embargo, en la provincia de Alberta se detectan en promedio dos al mes en zonas urbanas (como la del jardín de Becky Rock) y se registra su presencia en una o dos granjas por año. Alberta, con 4,2 millones de personas y 661.000 kilómetros cuadrados de extensión (poco más del doble de Italia), es considerada la zona habitada más grande del planeta libre de estos mamíferos de larga cola y nefasta reputación.

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“Tenemos casos, pero son muy esporádicos. Se dice que estamos libres de estos roedores porque no contamos con una población que se reproduzca”, comenta al teléfono Phil Merrill, uno de los responsables del Programa de control de ratas de la provincia. Merrill precisa que estos animales llegan a zonas urbanas escondidos en camiones de carga o en vehículos familiares. Sin embargo, terminan por ser atrapados o mueren sin descendencia. “El 26 de noviembre tuvimos el reporte más reciente. Una mujer de Rocky View [en el cinturón metropolitano de Calgary] halló una rata en su cochera. Investigamos y nos dimos cuenta de que había un camión lleno de materiales de construcción, proveniente de la Columbia Británica, a pocos metros de ahí. Creemos que el roedor viajó entre el material”, afirma Merrill.

Ciertos factores impiden que las ratas sean un problema en Alberta. El frío —implacable durante largos meses— ayuda, al igual que el hecho de no contar con un puerto y la protección que brindan las Montañas Rocosas. No obstante, otras zonas del mundo con condiciones parecidas sufren por infestaciones de estos roedores. Una política pública ha marcado la diferencia: el Programa de control de ratas creado en 1950 y aplicado a rajatabla hasta la fecha. Cada camada de estos animales tiene entre siete y 12 crías (aunque puede superar las 20). En un año, las hembras procrean entre cinco y ocho camadas. “Lo peor que se puede hacer es bajar la guardia. Se reproducen de forma exponencial. Tenemos la suerte de contar con el programa desde hace décadas, pero no nos podemos descuidar”, señala Merrill.

Las primeras ratas en Alberta fueron detectadas en 1950, dentro de una granja cercana a los límites con Saskatchewan. Fueron aniquiladas con rapidez, pero poco tiempo después llegaron pedidos de auxilio de otras 30 granjas. El Gobierno provincial ordenó su exterminación y puso en marcha ese mismo año el programa, el cual quedaría a cargo del Ministerio de Bosques y Agricultura. El objetivo ha sido proteger cultivos y ganado, además de frenar cualquier invasión a las ciudades.

En los primeros años, se pegaron carteles y se distribuyeron folletos por toda la provincia para solicitar el apoyo de la población. “No puedes ignorar a las ratas. Son un peligro para la salud, las casas y la industria”, indicaba uno de los afiches. Después se abrió un número telefónico para informar sobre cualquier avistamiento (hay que marcar 310-RATS). Merrill explica que los ciudadanos están al tanto de que deben intentar matar a las ratas. Si no lo consiguen, un equipo se desplaza para hacerlo y también para realizar inspecciones en áreas cercanas e instalar trampas y veneno si se juzga pertinente. El experto cuenta que el 95% de las veces se da una falsa alarma, ya que la gente las confunde con otros animales. Está estrictamente prohibido tener uno de estos roedores como mascota. En caso de violar la ley, las multas se cuentan en miles de dólares.

El programa incluye de igual manera un grupo de patrullaje constante, formado por seis personas, en los límites con Saskatechwan. Dicho equipo responde a toda prisa cuando una de las granjas de la zona se ve afectada por los roedores. Asimismo, se realizan visitas a estos centros dos veces por año. El coste anual del programa para los contribuyentes de Alberta es de 500.000 dólares canadienses (unos 335.000 euros). Las autoridades neoyorquinas autorizaron un presupuesto de 32 millones de dólares estadounidenses (unos 28 millones de euros) para reducir significativamente el número de estos mamíferos en la ciudad entre julio de 2017 y diciembre de 2018.

A nivel mundial, los proyectos exitosos para terminar con estos roedores son escasos. Además de Alberta, la isla de Anacapa (California) quedó libre de ratas en 2002, gracias al trabajo de la organización Island Conservation. Otro ejemplo es la isla de Georgia del Sur (perteneciente a Reino Unido y en disputa con Argentina), donde la asociación South Georgia Heritage Trust informó en mayo de este año de su erradicación total.

¿Qué consejo puede dar Phil Merrill, con sus más de cuatro décadas de experiencia luchando contra las ratas, a las autoridades de casi todo el orbe? “Lo primero es precisar que nuestro programa obedece a condiciones muy específicas en aspectos geográficos e históricos. Dicho esto, me parece que hay que tener mucho cuidado con la forma en que se gestiona el almacenamiento y la recolección de basura. También el tiempo es fundamental. Se debe atacar el problema con rapidez por la capacidad de reproducción de las ratas. Hay que vigilar y ser persistentes”, responde Merrill.

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