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La Guardia Civil cree que Montoya raptó y mató a Laura Luelmo el mismo día de su desaparición

La investigación apunta a que el asesino golpeó en su casa a la joven y luego la violó en el campo

El coronel Ezequiel Romero, jefe de la comandancia de la Guardia Civil de Huelva, a la izquierda, y Jesús García, teniente coronel de la Unidad Central Operativa, UCO. EUROPA PRESS / VÍDEO: ATLASFoto: atlas
Patricia Ortega Dolz
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La hipótesis principal de la Guardia Civil apunta a que Bernardo Montoya golpeó contra el suelo a Laura Luelmo y luego la trasladó al campo, donde abusó de ella sexualmente. Así lo ha detallado este miércoles la Guardia Civil en una rueda de prensa en Madrid para explicar los detalles de la investigación del asesinato de la joven zamorana en El Campillo (Huelva).

Según el relato de la investigación, Montoya abordó a Laura Luelmo cuando ella volvía del supermercado, la condujo a su casa, la maniató y ella intentó defenderse dándole una fuerte patada en el costado. Montoya golpeó la cabeza de la joven contra el suelo.

El relato de los hechos realizado por el coronel Ezequiel Romero, jefe de la comandancia de Huelva y por el teniente coronel Jesús García, de la Unidad Central Operativa (UCO), arroja luz sobre lo que pudo suceder con la profesora de 26 años en las primeras horas de su desaparición, determinantes en la investigación. Parece claro para los investigadores que la joven "pasó muy poco tiempo" en casa del asesino confeso, apenas una hora, entre las 17.20 y las 18.10 de la misma tarde de su desaparición.

A falta de una autopsia más concluyente, las pesquisas llevan a los investigadores a pensar que Bernardo Montoya propinó los golpes mortales a Luelmo en una de las habitaciones de la casa del asesino confeso, ubicada frente a la que acababa de alquilar la víctima, y que posteriormente ("posiblemente asustado") se precipitó a llevarla hasta el paraje donde fue encontrada y "allí mismo la agredió sexualmente", aunque todas esas hipótesis tendrán que ser corroboradas por la autopsia.

Montoya fue "de inicio, un sospechoso con mayúsculas", han apuntado en la rueda de prensa el coronel Romero y el teniente coronel García. De hecho, la policía judicial observó en los primeros momentos que un vecino salía de su casa, enfrente de la de Luelmo, llevando "una canasta y una manta"; se trataba de Bernardo Montoya. Le preguntaron por la chica y respondió que desconocía que frente a su domicilio viviera nadie. Al consultar los antecedentes penales de Montoya, la patrulla que vela por que nadie entre en la casa de Laura comienza a vigilar también los movimientos del sospechoso.

Sin embargo, no se registra en ese momento la vivienda de Montoya. "Los indicios que hay son sus antecedentes, su proximidad a la vivienda de la víctima, su comportamiento huidizo, su deslocalización, y la posible ocultación de familiares, pero esto no supone una carga probatoria contra él, ni tampoco un homicidio", ha explicado el teniente coronel de la UCO.

Los oficiales han descrito algunos de los hitos principales de la desaparición. Han detallado que el último mensaje de WhatsApp de Laura Luelmo es a su novio, a las 16.22 del día 12. A las 17.20 hace una compra en el supermercado. A las 18.10, aproximadamente, un vecino ve el coche de Bernardo Montoya con el maletero abierto. La Guardia Civil cree que en ese lapso, de las 17.20 a las 18.10, es cuando Montoya ve venir a Laura con la bolsa del supermercado. "Ahí es cuando la coge y a la fuerza la introduce en su casa".

Según la confesión de Bernardo Montoya, la estaba esperando en la calle. Llevaba un brasero de picón en la mano. Cuando metió a Laura en su casa, le ató las manos atrás, le puso una cinta en la boca y la tiró al suelo. En ese momento se acordó de que ha dejado el brasero en la puerta, pensó que alguien podía verlo y salió a recogerlo.

En ese momento, siempre según la versión de Montoya, Luelmo aprovechó para levantarse y le propinó la patada en el costado. "Por eso luego en el centro de salud se duele de esa patada", han descrito los oficiales de la Guardia Civil. "Entonces es cuando [Montoya] se cabrea y la golpea contra el suelo", ha precisado. "Tal cual la tiene [a Laura], se asusta", ha descrito el oficial. Después, la metió en el coche y la llevó al campo. Allí se produce, siempre según la hipótesis de la Guardia Civil, la agresión sexual.

Los oficiales han llamado a evitar conclusiones definitivas. "La autopsia está a la espera de analizar muchas cosas para determinar la hora de la muerte. Tenemos también la circunstancia que hablamos de la sierra de Huelva, que alcanza temperaturas muy bajas. Eso hace que el cadáver se haya mantenido muy bien", ha detallado el coronel Romero.

Una desaparición 'rara'

Según Romero, el padre de Laura Luelmo interpuso una denuncia por la desaparición de su hija y "casi al mismo tiempo", la dueña de la casa donde residía la profesora les pidió que entráramos para comprobar si ella estaba dentro. La Guardia Civil entró en la casa y no vieron "nada raro", ha detallado el jefe de la comandancia, que ha comentado que la ausencia de Laura desde el primer momento les resultó "rara" porque llevaba muy poco tiempo en el pueblo.

El padre y el novio de la víctima se presentaron en El Campillo y ayudaron a inspeccionar la casa de la profesora a los agentes de la Guardia Civil. Echaron en falta las zapatillas de deporte y unas mallas. Eso les llevó a pensar que la mujer hubiera salido de su domicilio para ir a andar. "A andar, no a correr", ha precisado Romero. "A pesar de que se dijo que se iba a correr, eso no es cierto. Por prescripción médica no solía ir a correr, no corría. Tampoco era una persona que se adentrara en el campo. Más bien era un poco miedosa a salirse del entorno donde hay personas", ha aclarado el oficial.

La Guardia Civil encontró en el registro de la casa de Montoya la compra que había hecho Laura en el supermercado, con la salvedad de unas patatas, que el asesino confeso comió después. El teniente coronel de la UCO lo ha calificado como de "alto grado de impulsividad". "Lo consideramos como un asesino desorganizado que no piensa que los investigadores puedan llegar a implicarle en los hechos", ha aseverado.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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