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El Gobierno busca cómo corregir que un máster catalán cueste el triple que el manchego

El ministerio calcula que inyectando unos 950 millones al presupuesto en cinco años ningún estudiante pagaría primera matrícula en un título superior

Elisa Silió
Un grupo de estudiantes en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Un grupo de estudiantes en la Universidad Autónoma de Barcelona. cristóbal castro

Entre el curso 2008-2008 y 2016-2017 las tasas universitarias subieron un 31% en España y se convirtieron en abismales las diferencias de precios entre comunidades autónomas. Estudiar la carrera en Cataluña (2.011 euros de media) costaba en 2016 casi el triple que en Galicia (713 euros). Y la brecha continuó en los posgrados: un año de máster habilitante en Cataluña —el que hay que aprobar para ejercer de profesor, abogado o ingeniero—suponía pagar 2.474 euros, frente a los 948 de Castilla-La Mancha. Una disparidad que se mantuvo en los másteres generales, que iban de los 948 euros anuales de Castilla-La Mancha a los 3.198 en Cataluña.

El Gobierno quiere ahora que las tasas se igualen y que en cinco años ningún alumno pague primera matrícula. Su referente es Andalucía, que en ese 2016 contaba con las tarifas más bajas y ahora bonifica el 99% de las matrículas de todos los que no disfruten de una beca del Estado.

TASAS UNIVERSITARIAS

* Andalucía bonifica al 99% la primera matrícula desde 2017-2018.

Fuente: Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

En dos semanas se reunirá el Consejo General de Política Universitaria, en el que están presentes los consejeros autonómicos del ramo —quienes fijan los precios— y los rectores, y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades propondrá allí unas tasas comunes y bajas. “Hay una discrepancia gigantesca. El ciudadano no puede entender que el precio medio de un crédito de la carrera sea de 41 euros en un sitio y 13 en otro”, se lamentó el pasado jueves José Manuel Pignarrón, secretario general de Universidades. Lo hizo en la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas en Gran Canaria, a la que este diario asistió invitado.

El ministerio quiere que los precios se reviertan y vuelvan a ser los anteriores a la crisis. Un decreto en 2012, con José Ignacio Wert (PP) como ministro, forzó a las comunidades a que cobrasen a cada alumno entre el 15% y el 25% del coste anual de sus estudios en primera matrícula (el resto lo paga el Estado, en total en torno a los 6.000 euros). En Madrid (PP) supuso que la cuantía escalara hasta en algunos grados un 62%.

La tendencia ahora, con las arcas autonómicas algo más desahogadas, es ir menguado las tasas (no en Cataluña), pero los gobiernos tienen que compensar a las universidades por el dinero que dejan de recibir por las matrículas. El ministro Pedro Duque, consciente de que se necesitan fondos, querría —si cuenta con el apoyo del Congreso— ampliar el presupuesto de becas en torno a los 190 millones cada año durante cinco, para terminar cubriendo la primera matrícula de todos los estudiantes, empezando por los más desfavorecidos. Andalucía decretó en 2017 que los alumnos que aprueben todo solo paguen un año de carrera y los másteres, si el alumno no se suspende, son prácticamente gratis. El pasado enero Pedro Sánchez, siendo líder de la oposición, ya lanzó la idea de establecer gratuidad en la primera matrícula.

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Sin embargo, a los directores generales de Universidades —representantes de todas las opciones políticas— que se reunieron en Gran Canaria les preocupa, más allá de la gratuidad o reducir las tasas, ayudar a alumnos que se enfrentan a situaciones sobrevenidas a última hora o se inquietan por los más empobrecidos. Las comunidades y las universidades cuentan desde la crisis con una partida económica para solventar estos casos.

“Creo que la medida más efectiva para lograr la equidad son las becas salario, más que un reparto por igual”, opina el catalán Josep Pallarès, en un encuentro con este diario conjunto con otros directores generales como él. Cataluña solo obliga a pagar la tasa entera a las rentas altas. "Muchas veces, más que el problema de la tasa, lo importante es el coste de la vida universitaria cuando eres de fuera: desplazarte, comer, alquilar un apartamento… Por eso en Valencia hemos duplicado las becas hasta los 30 millones”, prosigue la directora Josefina Bueno". El primer paso es facilitar el acceso a la universidad y luego el abaratamiento de tasas". Los alumnos españoles están entre los que más pagan de Europa.

“En Canarias vamos subiendo la dotación de becas —somos después del País Vasco quien más dinero invierte en becas propias— y hemos ido bajando las tasas desde hace dos años”, cuenta su director general, Ciro Gutiérrez. Esta región tiene una renta per cápita 10% por debajo de la media española y en 2016 los terceros precios más bajos en grado. En el otro extremo está Madrid, la tercera más rica y la segunda región con tasas más altas, pero lejos de Cataluña. “En Madrid el esfuerzo en reducir las tasas es muy grande —supone más porcentaje del PIB que en otras regiones— pero muchos no lo valoran. El primer año fueron cuarenta y tantos millones, veintitantos el segundo…”, cuantifica José Manuel Torralba, su director general.

“Nos olvidamos del relevo generacional. Si el estudiante llega a la universidad, pero no tiene buenos profesores, le estamos haciendo un flaco favor”, sostiene el catalán Pallarès. “Hay que ver la globalidad del sistema educativo”, continúa. Las universidades catalanas son las más caras, pero también las que lideran los rankings. “Hay que buscar el equilibrio. Que los precios permitan la equidad en el acceso, pero que cubran los costes laborales”, subraya la directora asturiana Cristina Valdés.

Campus sin suficiente financiación

“Yo soy partidario de que nadie se quede fuera de la universidad por razones económicas sin tienen capacidad y merito”, sostiene Antonio Abril, presidente de los consejos sociales de las universidades, los encargados de supervisar las cuentas de los campus. “Pero también de la excelencia y esta hay que pagarla cuando España tiene unas restricciones presupuestaria, una gran deuda pública y estamos por debajo en todas las estadísticas universitarias de nivel de financiación. Por eso creo que, el que pueda, pague parte del coste y el que no, que tenga el sistema de becas”.

A José María Sanz, exrector de la Autónoma de Madrid y hoy vicepresidente de la conferencia de rectores (CRUE), la gratuidad aislada no le convence si no viene acompañada de mayor financiación para las universidades, que con la crisis perdieron 1.500 millones de euros. “En Madrid se han bajado las tasas y eso no ha supuesto el ingreso de nuevo dinero en el sistema que lo necesita. El Gobierno no puede decir `me hago cargo de las tasas de los estudiantes´ y las universidades que se hundan. La alternativa evidentemente en ese caso sería ir al sector privado”, argumenta Sanz.

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Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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