El Papa expulsa de la Iglesia a dos obispos chilenos acusados de abusos
En menos de un mes el pontífice ha utilizado tres veces esta disposición


El Papa Francisco expulsó del sacerdocio este sábado a dos importantes obispos eméritos chilenos implicados en casos de abusos sexuales. Se trata de monseñor Francisco José Cox y Marco Antonio Órdenes Fernández. La expulsión de la Iglesia es una medida excepcional y más si se trata de un alto cargo como un obispo. En menos de un mes Francisco ha utilizado tres veces esta disposición para atajar el grave declive de la Iglesia chilena –expulsó a finales de septiembre al cura Fernando Karadima, condenado por abusos–. Forma parte de la política de tolerancia cero y de la limpieza de la Iglesia en Chile, que empezó a coger forma con la dimisión de los obispos en bloque el pasado mayo.
Cox, de 85 años, es uno de los ejemplos más evidentes del comportamiento que durante años mantuvo buena parte de la cúpula eclesial chilena, que miró para otro lado ante las acusaciones de las víctimas y cerró filas en torno a los acusados, con todo tipo de políticas de ocultamiento y trabas en la gestión de las denuncias contra miembros del clero.
En 2002 y ante una avalancha incontenible de acusaciones de abusos, se le envió a una suerte de exilio forzoso, para evitar procesos judiciales y condenas, a Alemania, donde vive desde entonces obligado a la oración y a la penitencia, bajo atención psiquiátrica.
Su nombre, que está en los orígenes de la crisis de la Iglesia chilena que ha explotado este año, ha vuelto a la luz en los últimos meses, después de que dos víctimas, Abel Soto y Hernán Godoy, rompieran su silencio. El año pasado, otro hombre hizo una denuncia similar en Alemania, cuando el religioso ya estaba retirado. En 2004 llegó otra denuncia que pasó a la Congregación para la doctrina de la fe y se abrió un proceso canónico contra él. A pesar de que durante años fue acusado y sospechoso en Chile, donde se le llegó a calificar como “un pedófilo en serie” , esa fue la primera vez que fue procesado. Cuando en 1997 Juan Pablo II aceptó su renuncia como arzobispo de la Serena se aludió a problemas de salud mental.
Algo similar ocurrió con Marco Antonio Órdenes cuando presentó su renuncia en 2012 como obispo de Iquique. Benedicto XVI la admitió, pero en ese momento la Santa Sede se limitó a informar de que el Pontífice había aceptado “por enfermedad u otras causas graves”. Sin embargo, era sospechoso de haber cometido abusos contra adolescentes y el Vaticano lo investigaba desde hacía tiempo, después de recibir la denuncia de un joven.
Dos días antes de su renuncia, el entonces obispo había reconocido en una entrevista con el diario chileno La Tercera que había tenido un comportamiento “imprudente” con el joven que lo denunció, aunque negaba que fuera menor en el momento en el que se produjeron los hechos.
El anuncio de la expulsión de los obispos llegó después del encuentro en el Vaticano entre el Papa Francisco y el presidente chileno, Sebastián Piñera. En un escueto comunicado la Santa Sede informó de que ambos hicieron referencia “en modo particular a la defensa de la vida y a la dolorosa herida de los abusos a menores, subrayando el compromiso de todos en la colaboración para combatir y prevenir la comisión de estos crímenes y su ocultamiento”.
Fue una audiencia delicada. En Chile, la fiscalía investiga a más de un centenar de obispos, sacerdotes y laicos acusados de cometer o encubrir abusos sexuales durante casi tres décadas. Recientemente el presidente chileno había acusado a la Iglesia católica de ocultar casos de pederastia. Este sábado, después de la reunión con Francisco declaró que ambos comparten la esperanza “de que la Iglesia pueda vivir un auténtico renacimiento y recuperar el afecto y la cercanía del pueblo de Dios”.
Una de las víctimas de abusos por parte del clero chileno más combativas, Juan Carlos Cruz, celebró la decisión del Papa: “Que maravilla despertar así. Dos obispos pedófilos menos, expulsados del sacerdocio, el delincuente cardenal Errázuriz al descubierto con su encubrimiento. Un buen día para los sobrevivientes de estos monstruos. Ahora le toca a la justicia chilena hacer algo!”, escribía en Twitter.
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