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La ley no obliga a las universidades a tener un sistema antiplagio

La Rey Juan Carlos tiene por norma revisar los trabajos de fin de grado, pero no los de máster

Un alumno en el registro de la Universidad Rey Juan Carlos en el campus en Madrid
Un alumno en el registro de la Universidad Rey Juan Carlos en el campus en MadridANDREA COMAS (EL PAÍS)

La ley no obliga a las universidades a disponer de una herramienta antiplagio para que los docentes identifiquen el fraude académico en los trabajos de los alumnos. Son los propios centros, en sus reglamentos, los que determinan si implementan este sistema o no. Fuentes de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) aseguran que, en este centro, solo es obligatorio el control en los trabajos de fin de grado, a los que se aplica un sistema informático antiplagio. Es así desde que se descubrió en 2017 que el entonces rector Fernando Suárez plagió en 15 textos a una veintena de autores, según informan estas fuentes. Pero los trabajos de fin de máster, como el que ha llevado a la exministra de Sanidad Carmen Montón a dimitir, y las tesis doctorales se escapan de esta práctica.

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Existen diferentes softwares especializados en la lucha del fraude académico. Turnitin es uno de los más utilizados. “Alrededor del 70% de las universidades españolas colaboran con nosotros”, comenta por teléfono Luis Val, gerente de Turnitin para España y Portugal. Este programa permite a los alumnos colgar en la aplicación sus trabajos para que el sistema compare el texto con miles de documentos en una base de datos. Una vez comprobado, el programa muestra estadísticas de similitud en tanto por ciento, que ayudan a los profesores a determinar si un alumno ha copiado. “El mayor problema es cuando un estudiante se hace con un trabajo hecho en otra universidad y lo recicla, porque nuestra base de datos solo accede a las publicaciones de las universidades si estas deciden compartirlo con toda la comunidad”, mantiene Val.

La Universidad de Granada (UGR) creó una plataforma contra el plagio en 2008. También utiliza Turnitin como sistema antiplagio. Sin embargo, Rosa Medina, profesora en la universidad y activista de la plataforma reconoce que “el propio buscador de Google permite identificar copias”. Medina añade que dispongan o no las universidades de normativa interna que obligue a la revisión, “es el profesor el que debe cerciorarse de que sus alumnos no copien”. La UGR adaptó en 2013 la normativa de evaluación y estableció que los alumnos “firmen una declaración en la que deben asumir la originalidad del trabajo”. Además, en esta universidad la detección de un plagio supone la calificación de cero, más allá de otras medidas disciplinarias que el centro pudiera tomar. “En las tesis doctorales es obligatorio el control, mientras que tan solo algunos másteres y grados oficiales lo hacen”, mantiene Medina.

En Valencia, los docentes de la universidad también disponen de una herramienta para verificar la originalidad de los textos que presentan los alumnos. "Es una instrucción del centro", comenta por teléfono el catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia Javier de Lucas, que añade que él mismo emplea la aplicación para revisar "las tesis doctorales y algunos trabajos de fin de máster". De Lucas asegura que, con mayor rango que la mera recomendación, existe un código europeo de conducta sobre cómo abordar el plagio publicado por All Europea Academies, al que las universidades españolas pueden acogerse  

En Alemania, a fin de evitar el plagio, es obligatorio publicar todas las tesis doctorales desde que se descubrió el plagio de la tesis del exministro de Defensa. Además, se ha creado "una web colaborativa de investigación del plagio en trabajos académicos utilizando internet y las redes sociales: vroniplag.de", según un artículo académico que estudia el plagio en Alemania firmado por los profesores Germán Ruipérez y José-Carlos García-Cabrero de la UNED.

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