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El precio del periodismo en Brasil

La cobertura de una trama de corrupción entre los empleados de correos de Río de Janeiro expone los riesgos de esta profesión

RSF

Flavia Junqueira, reportera del rotativo carioca Extra, se encontraba el pasado 9 de mayo en la localidad de Curicica, en la zona oeste de Río de Janeiro, dándole seguimiento a una investigación sobre una trama fraudulenta en la empresa brasileña de correos (Correios). La cobertura casi le cuesta la vida a ella y a su equipo de trabajo, compuesto por el fotógrafo Fábio Guimarães y el chófer Bruno Guerra. El agresor, que responde al nombre de João Maurício Gomes da Silva (conocido en su entorno como Janjão), está bajo la lupa de la Policía Federal y fue durante meses el elemento central de los reportajes de Junqueira.

Según las investigaciones de Extra, Janjão lideró durante meses un montaje de tratamientos médicos superfacturados o directamente ficticios para cargárselos a la compañía de seguros que da cobertura sanitaria a los empleados de correos y a sus familias (CorreiosSaúde). “Descubrimos, por ejemplo, que Janjão había activado el seguro para que pagase el ingreso de su mujer en una clínica. El mismo día en que teóricamente la mujer estaba ingresada detectamos en Facebook fotos de ella en una fiesta de cumpleaños. Las investigaciones posteriores confirmaron que todo era un montaje para cargarle al seguro 53.000 reales (24.000 dólares) por un tratamiento inexistente”. Según Extra, Janjão no actuaba solo. “La trama también involucraba a médicos, clínicas y empresas de prótesis y material quirúrgico que certificaban los tratamientos superfacturados o fantasma”, explica Junqueira. Según las informaciones obtenidas por la periodista, la trama llegó a de fraudar 15 millones de reales (6,7 millones de dólares).

El pasado 9 de mayo agentes de la Policía Federal realizaban un registro en el domicilio de Janjão mientras el equipo de Extra (guiado por su olfato y sus fuentes) esperaba novedades en el exterior de la casa. Sucedieron dos cosas inquietantes: la primera fue que Janjão irrumpió donde se encontraba Junqueira y se dirigió a ella por su nombre, cuando en realidad no se conocían personalmente ni se habían visto en la vida. La segunda, minutos más tarde, fue cuando el mismo sujeto, al volante de un vehículo que circulaba a gran velocidad (según Junqueira, a 80 kilómetros por hora), se abalanzó contra el coche de los reporteros, que se desplazaba en sentido opuesto por la misma carretera. “Nuestro chófer tuvo que dar un volantazo brusco para evitar un accidente. Por suerte no había ningún otro coche cerca. De lo contrario habría sucedido una tragedia”.

- ¿Por qué piensas que Janjão hizo eso? –interroga el reportero.

- No estoy segura, pero todo apunta a que nos quiso asustar. Nos quiso intimidar. Algo así como decirnos “más os vale parar la investigación”– responde Junqueira, meditabunda.

Intimidar. No es de extrañar, pues la periodista hurgó desde agosto de 2013 en los tejemanejes de Janjão, un cartero astuto y bien relacionado que por entonces ya había ascendido a un cargo de responsabilidad (asesor técnico de la Dirección regional de Correos en Río de Janeiro). Las evidencias de que Janjão era el cabecilla de una red fraudulenta fueron creciendo y supusieron una mina informativa para la periodista. Sus reportajes arrojaron luz sobre las investigaciones ya en curso de la Policía Federal. Y presumiblemente también supusieron un tormento para Janjão, que de repente vio cómo el pasado octubre la dirección de correos lo descabalgaba de sus funciones para devolverlo a la categoría de cartero. El suculento salario (12.000 reales ó 5.400 dólares) también se esfumó con el cargo.

“Cuando publiqué mi primer reportaje sobre este caso quise oír su versión de los hechos y lo llamé. Me dijo que todo era mentira y que me iba a denunciar”, recuerda la reportera, que se ha visto forzada a abandonar la cobertura temporalmente. “En el periódico me han dicho que de momento es mejor que me aparte de este asunto, incluso que me vaya una temporada al extranjero. Me han relevado otros compañeros en la investigación. Extra tiene claro que no podemos dejar que estas personas queden impunes”, añade. La dirección del rotativo ha ofrecido medidas extraordinarias de seguridad a su reportera, que dice sentirse “más aprensiva, ya que no sabemos lo que pasa por la cabeza de este tipo de personas”.

Tras el incidente, Extra dio seguimiento al caso en un artículo de portada firmado por la plantilla del periódico al completo “para recordar que la lucha contra la corrupción no es un trabajo de un único reportero, sino el deber de todo periodista”. En el artículo se informaba de la denuncia interpuesta por el periódico contra Janjão por “amenazar” a sus periodistas.

El caso de Junqueira ha levantado una oleada de indignación en los principales organismos de defensa de la libertad de prensa en Brasil. La asociación brasileña de periodismo de investigación (ABRAJI) exigió a la policía de Río que investigue el suceso con rigor y que garantice la seguridad de Junqueira y de su equipo. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) alertó de que las amenazas a periodistas pueden tener un efecto inhibitorio y a su vez impactar en el derecho de los ciudadanos a ser informados.

Según el Committee to Protect Journalists (CPJ), Brasil es el undécimo país más peligroso del mundo para ejercer la labor periodística y el décimo en el índice de impunidad (casos de periodistas asesinados nunca resueltos) elaborado por la organización. Según el CPJ, en 2013 tres periodistas perdieron la vida en Brasil en el ejercicio de su trabajo y se produjeron 98 agresiones a profesionales de la información.

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