“Latinoamérica está renaciendo de sus cenizas”
El empresario argentino cree que “el ladrillo español ha despertado”
Fue un golpe de suerte. En los noventa, cuando todo el mundo miraba hacia Europa, Eduardo Costantini, empresario argentino de 68 años, puso la mira en el continente que lo vio nacer. Con el dinero que obtenía de las ganancias de sus negocios inmobiliarios, este porteño compró las obras de arte de los pintores y escultores más conocidos de la región. En 1994 adquirió el Autorretrato con chango y loro (1942), de Frida Kahlo, por el que pagó 3,2 millones de dólares (2,3 millones de euros) en una subasta de Nueva York, que fue el precio más alto de una obra latinoamericana. “Ahora todo el mundo la quiere comprar, pero no está en venta”, afirma.
Está de visita en Madrid y trae 150 millones de euros para invertir en el ladrillo español. En su tiempo libre busca en los rincones de las galerías más obras para el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), que fundó en 2001. “Los latinoamericanos somos esperanza. Después de años de crisis, América Latina está renaciendo de sus cenizas”.
Desde Baja California Norte (México) hasta el estrecho de Magallanes (Chile), la mayor fortuna es la diversidad de su gente, dice Costantini y reconoce que actualmente el gran problema de Latinoamérica es la desigualdad. “En los años setenta se hablaba de los desaparecidos, luego vino la década perdida en los ochenta; los noventa fueron una época de promesas que no se cumplieron, en estos días se habla de desigualdad”. Su gran pasión siempre ha sido la economía, conoce los vaivenes de la región como a cada uno de sus siete hijos. Seducido por la Teoría del empleo, el interés y el dinero, de John Maynard Keynes, soñó con estudiar en Cambridge, pero fracasó. La alternativa fue cursar un máster en la Universidad de Anglia del Este en Norwich, Norfolk, Inglaterra. Ahí, lejos de casa, descubrió que el arte de América Latina estaba olvidado y antes de cumplir 25 nació su pasión. “Me acerqué a una galería, compré un cuadro de Leopoldo Presas (Argentina, 1915) y terminé construyendo un museo”, explica.
Este fanático del yoga y del kitesurf niega ser un gurú de la economía, como es conocido en Argentina. A lo largo de su carrera profesional ha sido agente de bolsa y accionista bancario. En los ochenta, antes de la crisis del Tequila que se desencadenó en México, compró hasta el 20% de las acciones del Banco Francés, mientras que la mayoría de los inversores apostaban por las divisas. Para diciembre de 1994, cuando el sistema financiero del continente entró en crisis, Costantini ya había vendido el total de su accionariado y su fortuna se disparó.
Los millones que ganó con ese negocio le permitieron amasar una gran colección. Obras de Diego Rivera, José David Alfaro Siqueiros, Antonio Berni y Fernando Botero engrosaban la lista de casi 300 obras con las que se inauguró el museo y que 13 años después agrupa una muestra de 400 piezas. “Queremos que el MALBA se compare con el MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York)”, comenta. Pero mientras eso sucede Costantini busca seguir acrecentando su fortuna. Y no tiene prisa, anda lento. Le gusta la tranquilidad. Recorre el hotel Villa Magna en busca de un sitio para hablar sin ruido. Su esposa, Clarice Oliveira, graba con su móvil la conversación. El rostro de Costantini deja ver una sonrisa discreta cuando habla de su próximo negocio. Esta vez quiere apostar por uno de los sectores más maltratados por la crisis: “El ladrillo español ha vuelto a despertar”.
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