Las familias españolas buscan vientres de alquiler ‘baratos’
Más de 800 parejas acuden cada año a clínicas en el extranjero para tener un bebé
“Son muchos años los que llevamos en este camino”, farfulla Iván. Él y su pareja Mirella, residentes en España, llevan 12 años intentando tener un hijo. En tratamientos de fertilidad fallidos en los que se han gastado unos 30.000 euros. Juntos acudieron este jueves en Barcelona a una conferencia sobre maternidad subrogada (lo que se conoce como vientre de alquiler) que ofreció un bufete. Cabizbaja, Mirella apenas alzaba la voz. “Es la última opción que nos queda”, confesó.
La práctica es ilegal en España. A falta de registros oficiales, el bufete, que posee una división especializada en gestación subrogada (Subrogalia), ha hecho su cómputo: al menos unas 800 parejas españolas alquilan un vientre en el extranjero cada año. “Hemos calculado a la baja. Creemos que puede aumentar hasta los 1.200”, apuntó su director, Diego Sánchez.
Otras empresas confirman que la cifra es razonable. “Nosotros atendemos a unas 60 personas al año, pero solo trabajamos con clínicas de EE UU”, explica Sara Altamirano, del despacho VAE (Vientre de Alquiler España). Los 800 casos de los que habla Subrogalia tienen su lógica, explica, porque ellos trabajan con clínicas de varios países. Lo mismo afirma una portavoz de Neovida, otro bufete que trabaja en EE UU.
“California es la única que ofrece todas las garantías”, dice un jurista
Ucrania, México y Tailandia son los destinos más solicitados para alquilar un vientre, según la empresa que realizó el recuento. Los precios, que oscilan entre los 50.000 y los 200.000 euros, decantan la balanza en favor de uno u otro país. En Tailandia el proceso ronda los 45.000 euros, mientras que en Estados Unidos puede superar los 120.000. “México puede estar en torno a los 60.000 y Ucrania sobre los 50.000”, explica el responsable del área de familia del bufete, Jordi Amo.
Pedro Fuentes y su marido Javier González tuvieron un hijo hace cuatro años mediante esta técnica. Lo hicieron en California y se gastaron 100.000 euros. Para ellos mereció la pena, pero Fuentes admite que el precio elimina esta opción para muchas parejas. Fuentes, que es ginecólogo, aboga por legislar en España. “Sabemos hacer las cosas bien. Mira la ley de trasplantes: funciona de maravilla y se ha imitado en todo el mundo. Cuando hay un caso de tráfico de órganos, saltan todas las alarmas. Por eso es deseable regularlo, desde un punto de vista ético, médico y legal”, afirma.
La variación de precios entre países tiene un componente controvertido. “El problema es que las agencias exportan el negocio al tercer mundo legal para maximizar los beneficios”, afirma Joan Cerdá, abogado de la Asociación Gestación Subrogada. “A estas empresas no les interesa una ley en España que lo regule y legalice”, afirma. “El único lugar que ofrece una seguridad jurídica y médica total a la madre gestante, a los padres y al niño es California; las empresas se limitan a exportar el drama a Ucrania o la India”. La asociación con la que trabaja ha redactado una proposición de ley que pretende presentar en el Congreso como una Iniciativa Legislativa Popular. No han realizado el trámite todavía, explica su secretaria Aurora González Ginto, para conseguir la mayor difusión posible antes de recoger firmas. La organización se constituyó hace un año y tiene 3.378 fans en Facebook. “Si no hubiera tanta demanda no existirían tantas agencias en España”, afirma González.
En Ucrania el proceso cuesta 50.000 euros; en EE UU, 120.000
Al factor económico se le une la facilidad que ponen los distintos países a padres solteros u homosexuales. Aunque Ucrania es uno de los destinos más frecuentados, México está ganando protagonismo porque permite este servicio a ambos colectivos, algo que Ucrania prohíbe.
Para contratar a una madre subrogada, la pareja se desplaza al país seleccionado para que el hombre done su esperma y se realice la fecundación in vitro, ya sea con el óvulo de su pareja o el de una donante. La pareja puede volver a España hasta que nazca el niño. Cuando lo recojan, el padre deberá registrar al bebé como hijo suyo en el registro civil del consulado español de ese país. La madre contratante, por su parte, deberá tramitar la adopción una vez llegue a España y después de que la mujer que ha alquilado su vientre renuncie a la patria potestad del niño. En California, a los seis meses los padres de intención pueden inscribirse como progenitores, siempre que la madre gestante renuncie. El proceso se complica para gais o solteros.
Iván y Mirella han visto en la maternidad subrogada su última salida: ni contemplan la adopción, por “complicada, larga y costosa”. La pareja, que de seguir adelante alquilará un vientre en Ucrania, calcula que tendrá que gastarse otros 50.000 euros más. “Aunque hay dinero de por medio, es un procedimiento solidario porque nos ayudamos entre las dos partes y, lo mejor de todo, traemos una vida al mundo”, concluye ella.
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