¿Gritaba Pistorius o su novia?
El juicio contra Pistorius por la muerte de su novia se centra en cómo chilla cuando se pone nervioso y en discernir el ruido —de tiro o bate— que se oyó
Solo ha pasado una semana desde que comenzó el juicio por asesinato a Oscar Pistorius, y quedan meses por delante, pero ya se vislumbran dos cuestiones que serán claves a la hora de determinar si la juez Thokozile Masipa falla a su favor o en su contra. Primero, si se demuestra que cuando el atleta olímpico y paralímpico grita su voz puede llegar a sonar como la de una mujer; segundo, si se puede confundir el golpeo de un bate de críquet contra una puerta con el sonido del disparo de una bala.
No hay testigos oculares. Cuando Pistorius mató a su novia, la modelo Reeva Steenkamp la noche de San Valentín del año pasado, estaban solos en la casa de él. Lo que sí hay son testigos, todos vecinos, que dicen haber oído disparos y gritos aproximadamente a la hora cuando Pistorius disparó cuatro balas por la puerta de un baño donde estaba encerrada Steenkamp. El fiscal del Estado mantiene que Pistorius supo la identidad de su víctima antes de disparar; él, amputado de ambas piernas, mantiene que no, que entró en pánico pensando que era un ladrón detrás de la puerta, que se trató de un accidente trágico.
Si la juez Masipa le cree o no, si lo encuentra culpable o no, si es condenado a cadena perpetua o no, dependerá en buena medida de su interpretación del significado de aquellos sonidos que los vecinos oyeron.
Fueron cuatro los vecinos que dijeron haber oído tanto disparos como gritos de mujer “terroríficos” y “escalofriantes”. El fiscal, Gerrie Nel, declaró que estas eran pruebas de que Steenkamp lanzó gritos, aterrada, antes de que Pistorius la matara. El abogado de Pistorius, Barry Roux, refutó la tesis, argumentando que los vecinos no supieron entender lo que estaban oyendo.
Al interrogar a los vecinos, Roux les propuso que Steenkamp no gritó, que lo que realmente oyeron fueron los chillidos de desolación de Pistorius al darse cuenta que había cometido un espantoso error y había acabado con la vida de la mujer que amaba. En cuanto a los “disparos” después de los gritos, Roux intentó convencerles de que se equivocaron, que esos habían sido los sonidos del bate de críquet con el que Pistorius desesperadamente intentó derribar la puerta detrás de la cual estaba encerrada su novia, herida de muerte.
Si la víctima gritó primero y después vinieron los disparos, entonces fue asesinato premeditado, afirma la fiscalía. Si no fue ella la que gritó, sino Pistorius, después de los disparos, entonces, argumenta su defensor, eso demuestra que no la mató aposta.
Roux interrogó a los cuatro vecinos de manera minuciosa y persistente, intentando minar su credibilidad (especialmente la de una pareja que vivía a 177 metros de la casa de Pistorius), y sembrar dudas en la mente de la juez, dudas suficientes para que ella determinara que sus testimonios no aportaban pruebas convincentes en contra de su cliente. ¿Realmente podían distinguir con certeza, les preguntó una y otra vez, en que consistían los ruidos que les despertaron en medio de la noche desde semejantes distancias?
La familia y amigos de Pistorius, consultados fuera del tribunal, se declararon satisfechos de que Roux había logrado crear la confusión necesaria para poner en cuestión los testimonios de los cuatro vecinos. Varios abogados que han estado observando el proceso dijeron lo mismo, uno de ellos comentando que Roux había estado “magistral”.
El abogado del corredor se ha centrado en hacer dudar a los testigos
El abogado también recibió ayuda. Uno de los vecinos testigos fue un médico, Johan Stipp. Stipp contó que entró en la casa de Pistorius minutos después del incidente y vio el cuerpo de Steenkamp boca arriba en el suelo, con sangre y tejido cerebral saliendo del costado de la cabeza. Pistorius, al oír el relato de Stipp, se llevó las manos a la cabeza y se puso a llorar. Pero lo que dijo el médico a continuación le ayudó a corroborar al menos una parte de su versión de los hechos.
Las primeras palabras de Pistorius a Stipp fueron: “Yo la disparé. Pensé que era un ladrón. Y la disparé”. Después, según Stipp, Pistorius se deshizo en llantos, se puso a rezar, le pidió a él, siendo médico, que la salvara, le hizo promesas a Dios a cambio de que la dejara vivir, incapaz de aceptar que ya era demasiado tarde. ¿Parecía sincero Pistorius? El abogado Roux le preguntó a Stipp. “A mí si me pareció sincero”, respondió.
La sinceridad de Pistorius se puso en duda, por otro lado, tras el testimonio el viernes de un guardia de seguridad. Este, Pieter Baba, declaró que llamó por teléfono a Pistorius tras enterarse por los vecinos de que algo había pasado y le preguntó si todo estaba bajo control. “Todo está bien”, le respondió Pistorius, aunque la secuencia de tiempo de los hechos demuestra que ya había disparado a su novia cuando lo dijo. La explicación de este misterio, si la hay, la dará Pistorius a través de su abogado mañana lunes.
De mayor importancia, quedan por resolverse las dos cuestiones que han surgido de los testimonios oídos durante la primera semana del juicio: si Pistorius es capaz de gritar como una mujer y si un bate de críquet puede generar un ruido similar al de una pistola. Se espera que más adelante en el juicio expertos científicos se presenten como testigos para intentar dar con las respuestas.
“Sois unos chicos muy malos”
Una de los testigos en el juicio de Oscar Pistorius declaró que oyó gritos, llantos y disparos en el medio de la noche desde la dirección de la casa del atleta, pero su principal reacción fue sentirse irritada porque su hijo tenía exámenes el día siguiente y no quería que se despertara. Se volvió a dormir y durante el desayuno se olvidó de comentar el incidente con su marido.
Otros dos testigos, una pareja, contaron lo mismo, aunque con detalles más espeluznantes. Pero ellos también dijeron que se dieron media vuelta y se volvieron a dormir.
Queda mucho para que finalice el juicio, pero una cosa que se ha establecido es que los sudafricanos son gente cicatrizada contra el horror de la violencia y la criminalidad. En un país en el que hay una media de 45 asesinatos al día y hay pistolas por todos lados, gente de clase media alta, incluso, gente como estos tres testigos que viven en barrios acomodados y bien protegidos, apenas se inmuta ante acontecimientos que sus equivalentes en Europa occidental considerarían terroríficos. O al menos dignos de comentar con el primer café.
O el segundo o tercero, que fue lo que Pistorius estaba tomando en un bar lujoso de Johannesburgo con un par de amigos en enero del mes pasado cuando disparó una bala por error con una pistola que estaba toqueteando debajo de la mesa. Fue un milagro que la bala no dio con ninguno de los 180 comensales presentes. ¿La respuesta de la dueña del bar? Se acercó a la mesa de Pistorius y sus amigos, le dio una palmadita en la cabeza a uno de ellos y les dijo: “Sois unos chicos muy malos”.
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