La carencia de vida social es un factor de riesgo para la salud de los mayores
Un estudio mide que la carencia de relaciones reduce hasta un 26% la esperanza de vida
Morir de soledad queda bien como título de una canción, pero parece ser que es aún más perjudicial la falta de vida social. Aunque ambos aspectos suelen estar relacionados, un amplio estudio (más de 6.500 personas) realizado en Reino Unido ha permitido diferenciar entre el peso que cada uno de estos aspectos realmente tienen. “Parecen las dos caras de la misma moneda, pero no son exactamente lo mismo”, ha dicho el autor principal del ensayo, Andrew Steptoe, de la Universidad de Londres.
El trabajo, publicado en PNAS y reseñado por Science y Nature, ha usado los datos del Estudio Longitudinal Británico sobre Envejecimiento, en el que se sigue la evolución de un grupo mayor de 50 años (ahí ponen los británicos la frontera del envejecimiento). Y la conclusión es que, una vez ajustados los factores como edad y enfermedades, pasados siete años las personas que tienen un mayor aislamiento social tienen un 26% más de mortalidad que los que hacen una vida más rica en relaciones personales.
El artículo da una opinión más matizada a trabajos publicados recientemente, que relacionaban soledad (en el sentido de no compartir la vivienda, por ejemplo) con una mayor mortalidad. Pero esta vez no se trata de que el hecho de estar sin compañía en casa sea un riesgo si hay accidentes o surge una enfermedad repentina. Va a unas causas más profundas, relacionadas desde lo más prosaico como que al tener más conocidos y amistades se sale más, se recibe más a menudo, se está más activo y se participa en más actividades, a algo tan difícil de medir como las ganas de vivir.
Steptoe y otros autores que han estudiado el fenómeno, como John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, o Carla Perissinotto, de la de California –estos dos últimos adelantaron resultados al respecto el año pasado- , admiten que hay muchos factores que deben estudiarse, y que no se puede descartar ninguno. “Las personas que sienten soledad tienen más tendencia a deprimirse, y, como consecuencia, se cuidan menos”, ha dicho Perissinotto.
Steptoe admite que estos trabajos abren todo un campo de trabajo con las personas mayores. “Debemos hacer todos los esfuerzos posibles para aliviar su soledad. Pero, al mismo tiempo, tenemos que ayudarles a mantener sus contactos sociales. Esto puede ser igual de importante”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.