“Abandonar al talento es el mayor error que puede cometer un país”
El 42% de investigadores del cáncer de las universidades más prestigiosas de EE UU son inmigrantes. Entre ellos destaca el neurocirujano Alfredo Quiñones
Los datos lo confirman, según recogió el pasado mes de febrero un estudio de la Oficina de Política Exterior del país, el 42% de los investigadores del cáncer que trabajan actualmente en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos son inmigrantes. Y, entre todos ellos, merece ser destacado el doctor Alfredo Quiñones-Hinojosa, un neurocirujano que se ha convertido en la cara pública de un grupo de científicos extranjeros que, como él, vinieron a realizar su sueño a un país que por tradición histórica ha acogido a investigadores de todo el mundo. "Abandonar al talento es el mayor error que puede cometer un país, y hay que encontrar maneras de remediarlo", afirma Quiñones en la cafetería de su catedral de trabajo, el hospital Bayview Medical Center de Johns Hopkins, de Baltimore (Maryland).
Nada hacía presagiar hace 30 años que este médico, mexicano de 45 años (1968), iba a cumplir el sueño americano. Nacido en un pueblecito a las afueras de Mexicali, capital de Baja California, en una familia humilde, el doctor Q, como le gustan que le llamen, se lanzó a la aventura estadounidense con tan solo 14 años, cuando atravesó la frontera mexicana como indocumentado para trabajar en una granja de California durante el verano. Deportado a su país al poco tiempo, no volvió a intentar el proceso de legalización hasta 1986, gracias a la Ley de Amnistía que firmó ese mismo año el entonces presidente Ronald Reagan.
La importancia de llegar hasta aquí, hasta donde estoy, es tener el honor de hacer lo que me gusta y el privilegio de investigar y enseñar a otros" Doctor Q
"Primero me dieron una autorización provisional, y casi seis años después conseguí la Green Card permanente. Un proceso arduo en el que yo iba dando pasos para demostrar al Gobierno estadounidense que podía ser ciudadano (pagar mis impuestos, no cometer un delito, etcétera). Pero no fue hasta el discurso de la ceremonia de entrega de la ciudadanía que me di cuenta de que lo había conseguido", explica Quiñones.
"Aquel hombre, un empresario de Boston, centró su discurso en el sueño americano, en lo que podíamos conseguir con esfuerzo y trabajo. Me quedé entusiasmado. 1991 fue mi despertar", prosigue. El doctor Q había conseguido de esta manera pasar de ser un indocumentado a ser un estudiante en la Universidad de Harvard con todos los derechos. Quiñones llegó a Boston después de realizar una licenciatura en Psicología en la Universidad de Berkeley (California). Un recorrido que no podía acabar de mejor manera. Este médico ha llegado a convertirse en uno de los más cotizados y valorados neurocirujanos e investigadores de EE UU. Cuenta con más de 20 galardones en su haber, concedidos por reconocidas organizaciones y publicaciones científicas nacionales e internacionales. "La importancia de llegar hasta aquí, hasta donde estoy, es tener el honor de hacer lo que me gusta y el privilegio de investigar y enseñar a otros", dice con entusiasmo.
A pesar de su éxito, no olvida México. Recuerda con ternura la primera vez que volvió a su país, ya como médico. "Fue increíble poder trabajar en mi país, intercambiar ideas y compartir con ellos todo lo que había aprendido en EE UU, para que pudieran mejorar sus técnicas. Fue un aprendizaje mutuo. Cada vez que puedo, voy y sigo colaborando con ellos".
Su día a día transcurre entre pacientes, quirófanos, clases y laboratorio, siempre volcado en sus tareas con una responsabilidad admirable. Tal es así que parte de este reportaje se realizó en un quirófano del Hospital Bayview Medical Center de Johns Hopkins, mientras el doctor Q y su equipo operaban a un paciente de un tumor cerebral maligno, "exactamente un glioma". Como neurocirujano, ha operado a cientos de pacientes de todo el mundo: "Admito que no es barato, cuesta mucho dinero; en EE UU no existe un sistema de salud como en tu país (España). Aunque gracias a los seguros internacionales los precios mejoran, sigue siendo caro", explica.
Pero Quiñones no olvida la investigación, que considera fundamental. En la Universidad de Johns Hopkins, en la cátedra del doctor Q, el 35% de sus empleados son inmigrantes. "De España, de México, de India. Hay italianos y franceses. Y yo creo que esto la enriquece", señala Quiñones. Cuando se le menciona la nueva ley inmigratoria de Obama apoyada por ambos partidos a principios de 2013, el cirujano prefiere no comentar. Quiñones investiga la curación del cáncer a través del estudio de las células madre. "En el estudio y en el laboratorio es donde ocurre todo. Es lo primordial y es lo que puede conseguir la cura del cáncer". Tan solo en 2012 este médico publicó 32 artículos en revistas científicas. "Unas investigaciones que no hubieran sido posibles sin el duro trabajo de muchas personas", enfatiza.
"Me encanta formar y enseñar a los jóvenes, a los investigadores y doctores del mañana. Lo importante es que los alumnos y profesionales extranjeros estén aquí varios años y luego vuelvan con esa riqueza a sus países, y que ese talento conseguido dé sus frutos allí. El gran problema actual es que, por ejemplo, en países como España, que se encuentran inmersos en una crisis tan incipiente y dura, muchos de estos jóvenes no tienen opción de volver", sostiene el doctor Q.
"México, por ejemplo, se encontraba hace años en la misma situación que España. Es ahora cuando empieza a sacar la cabeza y a ver la importancia de investigar e invertir en salud, porque se han recuperado y pueden. Pero les ha costado 30 años y una pérdida de talento increíble. Y esta situación le puede ocurrir en España, es una pena", añade.
En su propio equipo, su compañera en el quirófano, Colleen Hickson, es una talentosa neurocirujana india. Hace tan solo dos meses que cuenta con su apoyo. "Quiero tener más tiempo para la investigación, para escribir, para viajar y enseñar nuestros avances y contar con ella es una tranquilidad", explica. "Hay que dejar a las nuevas generaciones que también tengan su oportunidad", reitera.
Y no podían faltar los trabajadores españoles en su equipo. "Llevo ocho meses aquí, presento mi tesis en meses y trabajar con el doctor Q es un honor y un aprendizaje continúo", explica Ignacio Jusué-Torres, codirector del Laboratorio de Neurooncología de Resultados Quirúrgicos y nativo de Barcelona. Este médico, que realizó su residencia en Madrid, explica que en España es complicado combinar las tareas de investigación y las horas de clínica.
Estoy pensando seriamente en hacer la especialidad de nuevo, que son siete años más. Quién vuelve ahora a España como está la situación" Ignacio Jusué-Torres, neurocirujano español
"En nuestro país o eres neurocirujano o eres investigador, pero es imposible combinar ambas tareas. Como ves, aquí la investigación está incluida en las tareas del día a día y eso es un avance maravilloso, marca una gran diferencia con nuestro país y hace del aprendizaje algo mucho más completo", continúa este barcelonés.
"En un principio, vine con la idea de hacer el postdoctorado y marcharme de vuelta. Pero estoy pensando seriamente en hacer la especialidad de nuevo, que son siete años más, para poder operar aquí y quedarme. Quién vuelve ahora a España como está la situación", dice con tristeza este joven neurocirujano.
Trabajar en EE UU es una oportunidad muy tentadora para todos aquellos jóvenes que sueñan con descubrir la vacuna del sida, la curación del cáncer o del alzhéimer y que ven en personas como el doctor Q un reflejo de lo que se quieren convertir y que, muy a su pesar, les parece algo imposible de alcanzar en sus países de origen.
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