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El Vaticano confirma el castigo al cardenal Cipriani, del Opus Dei, por acusaciones de pederastia y le recuerda que sigue “en vigor”

La Santa Sede replica al exarzobispo de Lima tras sus críticas al Papa por haberle apartado e impuesto el exilio en 2019 y precisa que firmó y aceptó un precepto penal con medidas disciplinarias

El cardenal y exarzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, a la derecha, recibe la medalla al mérito en una ceremonia en el Ayuntamiento de Lima el 7 de enero.
El cardenal y exarzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, a la derecha, recibe la medalla al mérito en una ceremonia en el Ayuntamiento de Lima el 7 de enero.Municipalidad de Lima
Íñigo Domínguez

EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.

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El Vaticano ha confirmado hoy domingo que en 2019 impuso un precepto penal con medidas disciplinarias al cardenal peruano y exarzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, por una acusación de pederastia, tal como reveló este periódico el sábado. Además, le ha recordado que el castigo “sigue en vigor”. Cipriani, el primer cardenal que tuvo el Opus Dei, fue obligado a retirarse, a exiliarse de Perú y Francisco le prohibió llevar símbolos cardenalicios y hacer declaraciones públicas.

De este modo, la Santa Sede ha salido al paso de las declaraciones del cardenal, que tras la publicación de la noticia afirmó este sábado que es inocente y criticó al Papa por haberle sancionado “sin haber sido escuchado”. También aseguró que no había podido conocer la denuncia, si bien el Opus Dei de Perú admitió el mismo sábado en un comunicado que la víctima quiso hablar con el vicario regional de la Obra en Perú, Ángel Gómez-Hortigüela, en 2018 para informarle de los abusos y se negó a recibirlo. En la nota, el vicario le pidió perdón por ello.

La oficina de prensa de la Santa Sede ha ratificado que “tras las acusaciones contra él, y después de aceptar su renuncia como arzobispo de Lima, al cardenal se le ha impuesto un precepto penal con algunas medidas disciplinarias”. Como reveló este periódico, el Vaticano confirma que se trató de medidas “relativas a su actividad pública, al lugar de residencia y al uso de los símbolos, firmado y aceptado por su eminencia”.

Además, la oficina de prensa corrige al cardenal, que el sábado también afirmó que en 2020 se reunió con el Pontífice y le permitió reanudar su actividad pastoral. Por el contrario, el Vaticano ahora le precisa: “Si bien en ocasiones específicas se hayan acordado algunos permisos para acoger peticiones debidas a la edad y a la situación familiar del cardenal, en el estado actual tal precepto sigue estando todavía en vigor”.

Condecoración

Pese a ello, Cipriani ha viajado a Perú este mes y el pasado 7 de enero recibió en el Ayuntamiento de Lima la medalla al mérito de la institución, su máximo reconocimiento. Se la entregó el alcalde, Rafael López Aliaga, también miembro del Opus Dei, que tras la noticia del castigo del Papa salió en defensa de Cipriani. Calificó las acusaciones de pederastia, que el Papa ha considerado creíbles, como una “gravísima difamación”. La municipalidad de Lima ha guardado silencio ante las peticiones para que retire la condecoración al cardenal. También la Conferencia Episcopal Peruana, que ayer clausuró su asamblea general, se mantuvo en silencio sobre el escándalo que afecta a quien fue el clérigo mas poderoso de la Iglesia del país durante dos décadas y uno de los líderes de la ultraderecha latinoamericana. Cipriani también es una figura controvertida por su amistad con el dictador Alberto Fujimori, a quien apoyó durante su régimen, entre 1990 y 2000.

El Papa recibió en el verano de 2018 una carta de un hombre que hoy tiene 58 años que acusaba al cardenal Cipriani de haber abusado de él cuando tenía entre 16 y 17 años en 1983 en un centro del Opus Dei en Lima. Afirmaba que durante la confesión le hacía tocamientos en las nalgas por debajo de la ropa, le acariciaba y le daba besos. Esta persona, que ha confirmado sus acusaciones a EL PAÍS, relataba también que lo contó entonces, ya en 1983, a responsables de la Obra, pero no hicieron nada. El vicario regional del Opus Dei en Perú, Ángel Gómez-Hortigüela, admitió en su comunicado de disculpas del sábado que “no hay registro de ningún proceso formal” en esa fecha, pero no descarta que se produjera la denuncia: “En esa época no se tenía la misma conciencia que hoy sobre los procedimientos más adecuados para acompañar a los implicados”. Admite que “hoy sería imposible que una denuncia quede sin registro”.

Es decir, según el relato del denunciante, cuando en 2019 el Papa obligó a retirarse a Cipriani, la Obra ya conocía acusaciones de abusos contra él desde hacía al menos 35 años. No obstante, Cipriani luego fue nombrado vicario del Opus Dei en Perú en 1986, máxima autoridad de la entidad en el país; en 1988 fue obispo auxiliar de Ayacucho, y arzobispo en 1995; hasta que en 1999 fue designado arzobispo de Lima. En 2001 Juan Pablo II le hizo cardenal.

El Pontífice recibió la carta por mediación de Juan Carlos Cruz, miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores del Vaticano, que ha confirmado a este periódico que realizó la gestión. El Papa actuó de inmediato, envió a un sacerdote de confianza a reunirse con el denunciante y recabar la información. Además ya había llegado otra acusación contra el cardenal en 2002, que no tuvo recorrido. El Papa dio credibilidad a las acusaciones y forzó el retiro de Cipriani, que en diciembre de ese año cumplía 75 años y, por praxis, estaba obligado a presentar su renuncia a esa edad. Normalmente el Pontífice no la acepta, deja pasar unos años, pero en este caso la acogió en el momento y lo cesó. Luego le castigó con el exilio y medidas disciplinarias.

Sin embargo, después de que el escándalo haya salido a la luz, el cardenal Cipriani se ha enfrentado públicamente a las decisiones del Papa. Asegura, por un lado, que las acusaciones son falsas: “No he cometido ningún delito ni he abusado sexualmente de nadie ni en 1983, ni antes, ni después”. Por otro, critica la actuación de Francisco: “En agosto de 2018 fui informado de que había llegado una denuncia que no se me entregó. A continuación, sin haber sido escuchado, sin haber sabido más y sin que se abriera un proceso, el 18 de diciembre de 2019 el Nuncio Apostólico me comunicó verbalmente que la Congregación para la Doctrina de la Fe me había impuesto una serie de penas limitando mi ministerio sacerdotal y pidiendo que tuviera una residencia estable fuera del Perú. También se me pidió que guardara silencio, cosa que he hecho hasta ahora”. Ha sido después de estas afirmaciones en una carta enviada a este diario, que luego el cardenal difundió en Perú, cuando el Vaticano le ha recordado que las medidas de castigo siguen en vigor.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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