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El Nobel Watson revoluciona el debate sobre el futuro del cáncer

El científico arremete contra las terapias personalizadas y el papel atribuido a los antioxidantes El mundo médico evita la confrontación con el veterano investigador

James Watson en una imagen de 2007.
James Watson en una imagen de 2007.RICHARD CARSON (REUTERS)

Un día después de la publicación de los prometedores datos de la evolución del cáncer en EE UU (baja la incidencia de todos los tipos menos el del papiloma), el Nobel James Watson, codescubridor de la doble hélice de ADN en que se basa toda la genética actual, ha puesto patas arriba el debate sobre el futuro de este conjunto de enfermedades, la segunda, tras las cardiovasculares, en mortalidad en los países ricos.

Watson, de 84 años (nació el 6 de abril de 1928 en Chicago) ha utilizado una revista nueva, Open Biology, creada en 2011. La publicación tiene solo edición digital y es de acceso libre (con acreditación). Es tan joven que todavía no tiene un factor de impacto (el índice que mide su importancia en función de las veces que sus artículos son citados por otros autores). En el artículo, el polémico científico afirma que las nuevas terapias basadas en la genética no serán la solución para el cáncer, y critica la moda de los antioxidantes, indicando que pueden hacer más daño que bien a los enfermos.

En una entrevista a Reuters, Watson, que lleva años preparando su artículo, afirma que las nuevas terapias, basadas en la caracterización genética de cada tipo de tumor, “funcionan solo durante unos meses”, y que “no hay nada para las metástasis de pulmón, colon y mama”.

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El papel de los antioxidantes es más complejo. Por un lado, reducen los radicales libres que deterioran el ADN. Pero, precisamente, su creación es uno de los medios por los que actúan tratamientos como la quimioterapia, ya que al actuar sobre el ADN matan las células. “Todo el mundo pensaba que los antioxidantes eran buenos, pero pueden impedir que curemos el cáncer”, dice Watson.

Por último, el científico, que hizo su gran descubrimiento con 25 años (junto a Francis Crick y una científica cuyo papel se ha reivindicado después, Rosalind Franklin) y recibió el Nobel en 1962, a los 34, fiel a su fama de iconoclasta de la ciencia concluye que “el principal obstáculo para la curación del cáncer es el carácter conservador inherente a los estamentos que lo investigan”, y que “mientras esto siga así, la curación estará siempre a 10 o 20 años vista”.

Las polémicas declaraciones del investigador han tenido unas medidas reacciones: no es fácil contradecir a un Nobel con su carisma. María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), defiende, en líneas generales, el artículo: “Watson ha sido y es un líder de opinión y un visionario en temas claves de la biología y biomedicina moderna”, afirma. “Hace una revisión del estado actual y las perspectivas de futuro de varias de las rutas moleculares que se han propuesto como claves en el desarrollo y tratamiento del cáncer. Es una revisión bastante extensa, completa, y critica. Tras 40 años de investigación en los mecanismos moleculares del cáncer, los éxitos no han sido los previstos y esto es debido a que el problema del cáncer es mucho más complejo de lo que se preveía”, afirma. “Lo que hace es pedir que seamos creativos”. Por eso, “en definitiva, creo que cualquiera que investigamos en el cáncer podemos encontrar de interés esta revisión y artículo de opinión de Watson”, dice Blasco.

La investigadora también descarta que haya cierto oportunismo en el autor. “Watson ha estado interesado en el problema del cáncer desde que se inicio el estudio molecular”, y prueba de ello es que "a sus más de 80 años se inscribió —como lo haría cualquier estudiante— en una de las conferencias del cáncer del CNIO sobre el tema de Cáncer y metabolismo, ya que considera que esta es una de las vías de ataque prometedoras contra el cáncer".

Pero frente a esta visión tan positiva, otros colegas de Blasco tienen más dudas.

“No se trata de un trabajo demasiado novedoso si no fuera porque lo escribe Watson”, opina Rogelio González Sarmiento, investigador en el Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca en declaraciones a la web SINC.

El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica, Juan Jesús Cruz, cree que las acusaciones del artículo —“en una revista poco importante”— “no tienen mucho sentido”. “El esfuerzo que se está haciendo es muy grande. En 2015 probablemente tengamos un mapa de los tumores, que no sé lo que habrá costado. A su desesperanza yo opongo la de que tengamos en unos años 20 o 30 vías comunes de las metástasis”, ha dicho. Sobre los antioxidantes cree que Watson exagera: “El efecto de las terapias es tan destructivo que por muchos antioxidantes que se tomen dudo que se anule”.

En EE UU también hay dudas. Por ejemplo, Robert Weinberg, del prestigioso MIT, ha defendido la aproximación genética, y ha explicado que lo que ocurre es que cuando se bloquea una vía de proliferación del cáncer, este muta y encuentra otra.

En cambio, sobre el tema de los antioxidantes, le dan la razón: lo que es bueno como medida preventiva, puede no serlo cuando ya ha aparecido el tumor. “Todo lo que mantenga el cáncer lleno de radicales libres es un componente efectivo del tratamiento”, ha dicho Robert Benezra, del Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York.

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