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La tercera vía latinoamericana en la negociación del clima

Colombia, Chile, Costa Rica, Perú y Guatemala anuncian un nuevo grupo de diálogo en Doha Pretenden romper con el protagonismo de Brasil y Venezuela y Bolivia

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en su intervención este martes en Doha.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en su intervención este martes en Doha.STR (EFE)

Algo se mueve en las delegaciones latinoamericanas en la cumbre del clima de Doha (Catar). Colombia, Costa Rica, Perú, Chile y Guatemala —con la simpatía de otros como México y Costa Rica— tienen previsto anunciar este miércoles la creación de un nuevo grupo de negociación. El AILAC (Asociación Independiente de Latinoamérica y el Caribe) nace para aportar una visión latinoamericana que no busque el enfrentamiento entre países ricos y pobres, en palabras de sus impulsores. Además, rompe con el tradicional protagonismo de Brasil –alienado con China e India— y del grupo del ALBA (Venezuela, Guatemala, Ecuador, Nicaragua, Cuba y Bolivia), con experiencia en reventar estas cumbres.

Mónica Araya, negociadora de Costa Rica y que ejerce como portavoz de AILAC, explica en los pasillos de la cumbre la gestación de este grupo: “Siempre se cuenta que esta es una batalla norte-sur, ricos contra pobres, pero cada vez eso explica menos lo que ocurre”. Araya señala que AILAC demuestra que existe una “alianza de países que quiere obligaciones para todos y que el proceso de negociación se adapte a un mundo cambiante”.

Kioto dividió el mundo en dos, los que tenían obligaciones y los que no

Durante años, la negociación del clima ha estado muy polarizada: países desarrollados contra países en desarrollo. Kioto dividió el mundo en dos, los que tenían obligaciones y los que no. Pero 15 años después, trazar esa línea es mucho más complejo. Como ejemplo, China está considerado país en desarrollo aunque es el mayor emisor del planeta y sus emisiones por habitante ya son iguales que los de la UE.

En la cumbre del clima de Durban, en 2011, quedó claro ese movimiento. Los pequeños Estados isla se alinearon con la UE y no con China, que insistía en que no debía tener obligaciones. Algo parecido hicieron estos países que ahora forman su nuevo grupo, pero quedaron difuminados por actuar por separado. El G-77+China, el enorme y heterogéneo grupo que negocia en nombre de los países en desarrollo, está cada vez más fragmentado.

“Somos economías de renta media que queremos crecimiento económico pero desacoplando el PIB de las emisiones, sin repetir el error de los países desarrollados”, explica Araya. “Queremos pedir responsabilidad a los países desarrollados pero asumimos que también tenemos responsabilidad”. El pacto solo afecta a las negociaciones del clima.

Los países de renta media
quieren asumir también responsabilidades

Su discurso es muy distinto al de Venezuela y Bolivia, centrados en acusar a EE UU de no hacer nada —no ratificaron Kioto y no tienen obligaciones internacionales—. En 2009, en Copenhague este grupo vetó que la Convención de Naciones Unidas contra el Cambio Climático adoptara como suyo el acuerdo que habían fraguado los principales países a puerta cerrada. En 2010 en Cancún, Bolivia intentó de nuevo vetar el pacto, pero la presidencia mexicana lo evitó pese a que en el endiablado procedimiento de la ONU las cosas se aprueban por asentimiento, cuando no hay nadie en contra.

Brasil sí que manda potentes delegaciones a estas cumbres, pero se alinea con China, India y Sudáfrica dentro del grupo de los grandes países emergentes.

Ayara señala que las negociaciones se han movido hasta ahora “en un discurso tóxico, de desconfianza, que no lleva al objetivo de limitar el calentamiento a dos grados centígrados”.

Las delegaciones de estos países tienen en común que están formadas principalmente por mujeres y ya hablan en las reuniones como grupo. Además, flota la influencia de la secretaria de la Convención de Naciones Unidas contra el Cambio Climático, la costarricense Christiana Figueres.

La negociadora de México Socorro Flores destaca el apoyo del país a este nuevo intento de dar una voz latinoamericana: "Las cosas están atascadas porque las discusiones son circulares. Buscamos ayudar a construir puentes”.

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