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TRIBUNA
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Universidad y ciencia: palancas del desarrollo económico

España necesita una política mediante la cual, cuando salgamos de la crisis, nos encontremos en una situación en la que podamos competir No ayuda a España la disminución en 2012 de la inversión pública en I+D un 25,6%

“Un sistema universitario fuerte es un poderoso motor para el desarrollo económico, y la investigación es la energía para ese motor”. Esta afirmación, tan rotunda, aparecida recientemente en la revista Science, está basada en la experiencia de muchos países centroeuropeos y anglosajones, a la que se están incorporando otros, fundamentalmente asiáticos. Tenemos que retrotraernos a 1945 para conocer el punto de partida de un sistema universitario de éxito, con la investigación como fuente de su liderazgo. El informe de Vannevar Bush, The Endless Frontier, al Presidente de los EEUU, se ha considerado la seña de identidad para una nueva era de ciencia y de política, por medio de la cual se asentaron las directrices del desarrollo intelectual y económico de EEUU. El éxito se refleja en el hecho de que las mejores universidades del mundo están en ese país. Y esto no ha sido producto de la casualidad, sino de una cuidadosa planificación, seguimiento y apoyo de la sociedad y de los partidos políticos a lo largo de los años. Hasta tal punto, que muchos países se han preguntado: ¿cómo lo han hecho? Y han intentado trasladar esas lecciones para que su sistema universitario sirviese también para subir peldaños en su desarrollo social y económico.

Es por esto porque todos los países miran a los ranking de las universidades y estudian los ingredientes básicos para crear universidades fuertes en investigación que sirvan de palanca para su desarrollo. Algunos se contentan con que sus universidades aparezcan en los últimos puestos de las 500 mejores del mundo, pero este no es el objetivo de políticos capaces, esos que se afanen en conocer y aplicar los ingredientes esenciales para desarrollar sus países.

Y hay algo más; Joseph E. Stiglitz, premio Nobel en Ciencias Económicas en 2001, en un libro reciente (El precio de la desigualdad, 2012) señala como las acciones políticas y económicas como las que está aplicando España han fracasado y están dando lugar a mayor desigualdad social y menor crecimiento. Con el crecimiento y tasas de paro previstas por la OCDE para 2013 del -0,8% y 25,3%, España necesita una política mediante la cual, cuando salgamos de la crisis nos encontremos en una situación en la que podamos competir. No ayuda a España la disminución en 2012 de la inversión pública en I+D un 25,6%. Una política apropiada pública y privada de inversión en I+D+i podría ayudar y es significativo que EEUU y otros países de la UE hayan aumentado su presupuesto de manera significativa.

Las universidades en los países líderes son calderas en investigación, y es la capacidad intelectual y la habilidad política de sus dirigentes lo que les han llevado a detectar y aplicar los ingredientes necesarios para ese desarrollo: una política continua de apoyo a la investigación de alta calidad, un presupuesto que permita contratos a investigadores y adquisición de equipos apropiados de investigación e infraestructuras, y una reducción de la carga docente. Una receta que se ha demostrado esencial en el desarrollo de la investigación, como también lo es otro ingrediente muy a tener en cuenta: la movilidad. El apoyo a la movilidad de investigadores y profesores desde cualquier parte del mundo ha sido la norma en EEUU, y ha sido adoptada por todos los países, facilitando su integración, eliminando trabas. España somos un país relativamente pequeño y esto, más que a otros, nos fuerza a buscar fuera. Y porque somos un país pequeño, hay que ofrecer la posibilidad de construir algo nuevo, único en el mundo que nos permita liderar algo.

El papel de la sociedad es otro de los ingredientes críticos. La sociedad comprende mejor que nunca que es fundamental tanto su apoyo a una educación superior como un consenso político de que la inversión en investigación reporta dividendos sociales y económicos; pero estos esfuerzos han sido fútiles porque las clases políticas no se han movido un ápice. Para liderar el cambio necesitamos gobiernos de dirigentes políticos y universitarios intelectual y políticamente capaces, sensibles a la sociedad. A las puertas de unas elecciones, esperamos ofertas.

Carlos Acuña Castroviejo es catedrático de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela

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