Las universidades españolas en los 'ranking' internacionales
El autor defiende el buen resultado de los campus a pesar de su escasa financiación
La reciente publicación del Ranking de Shanghai 2012 suscitó un amplio debate sobre las deficiencias de nuestras universidades. Sin embargo, en mi opinión, este y otros ranking demuestran claramente la alta eficacia de los recursos invertidos en fomentar la investigación en nuestro país. En España, como en toda Europa, la investigación se financia mediante proyectos competitivos en función de su calidad, y aunque invertimos sólo el 1,4% del PIB, frente al 2,3% de media en la Europa-27, nos hemos situado como el décimo productor de investigación en el mundo aportando del orden del 2,5% de la investigación mundial. Por tanto, con esta proporción sería esperable una presencia de alrededor de 5 centros de investigación entre los 200 primeros del mundo. La investigación debe medirse por campos de conocimiento y el Ranking de Shanghai considera seis. Hay ocho universidades españolas entre las 200 mejores en Matemáticas (la U. Autónoma de Madrid entre las 75 mejores), cinco en Física (La U. de Valencia entre las 100 mejores), diez en Química (la U. de Zaragoza entre las 75 mejores), seis en Informática (la U. Politécnica de Madrid entre las 150 mejores) y sólo dos en Ciencias Sociales (la U. Carlos III de Madrid y la Pompeu Fabra entre las 150 mejores). Tenemos grupos de excelencia (entre los primeros doscientos del mundo) en cerca de veinte universidades y sus resultados están muy por encima de lo esperable con relación a los recursos recibidos. Sin embargo, en España, a diferencia del resto de Europa, la financiación pública que reciben las universidades no depende de su investigación y, en consecuencia, las universidades carecen de recursos para mejorar sus áreas más débiles y promover políticas de excelencia. Sería milagroso que alguna universidad tuviese excelencia en casi todos los campos, como haría falta para situarse entre las 200 primeras del ranking global de Shanghai, como ocurre en la mayoría de los países desarrollados que concentran recursos en sus universidades más investigadoras. Esta situación cambiará rápidamente si hacemos depender la financiación de cada universidad de sus políticas para incentivar la excelencia.
El Ranking de Shanghai mide solo la investigación pero existen otros Ranking, como el QS y el Times Higher Education (THE), que incorporan también la calidad de la docencia y la internacionalización de la universidad. Además, ambos rankings han comenzado recientemente a medir la excelencia de las universidades jóvenes, para corregir el efecto de la historia que otorga un plus de antigüedad a las países con mayor tradición investigadora en los últimos cincuenta años. El ranking QS de las 50 mejores universidades con menos de 50 años incluye cuatro españolas y el THE de las 100 mejores menores de 50 años, cinco. Estas universidades son, en orden alfabético, la U. Autónoma de Barcelona, la Autónoma de Madrid, la Carlos III de Madrid, la Pompeu Fabra, la Politécnica de Cataluña y la Politécnica de Valencia. En el mundo existen más de 19,000 universidades y la mayoría se han creado en los últimos 25 años, lo que también ha ocurrido en España. Es pues muy relevante considerar la situación de las Universidades españolas menores de 25 años: en el ranking QS dos de las diez mejores universidades del mundo con menos de 25 años son españolas: la Carlos III de Madrid y la Pompeu Fabra. Entre todos los países del mundo sólo Australia aventaja a España en el éxito en la creación de universidades en los últimos 25 años.
Una conclusión de este análisis es que las universidades españolas se encuentran bien representadas en los ranking internacionales de investigación, y muy por encima de lo esperable por los recursos que reciben. Además, las jóvenes universidades españolas han sido especialmente eficaces y ocupan en ellos posiciones de cabeza. En este periodo de profunda autocrítica, con frecuencia merecida, al funcionamiento del sector público en España hay que resaltar los buenos resultados de la inversión en nuestras universidades públicas. Conviene recordar que en este siglo en Europa la cola de la inversión en ciencia la ocupan Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia. Deberíamos aprender de la experiencia de esta crisis y considerar como sector prioritario para el futuro la inversión en universidades e investigación. Los datos son tozudos en afirmar, una y otra vez, que no hay mejor inversión para garantizar nuestro futuro.
Daniel Peña es el rector de la Universidad Carlos III de Madrid.
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