Cuando la chequera pesa más que el pasaporte
Ciudades como Singapur son un polo de atracción para los ricos por sus ventajas tributarias
Los ricos, como las cigüeñas, emigran en busca de calor. Si el frío empieza a calar en su cuenta corriente o amenaza su seguridad jurídica un nuevo pasaporte siempre estará a mano. La gran salida a Bolsa de los últimos años (y también la mayor decepción) ha sido la de Facebook. Poco antes de que la red social aterrizase en el parqué el pasado mes de mayo se supo que Eduardo Saverin, uno de los fundadores de la compañía junto a Mark Zuckerberg, había renunciado a su nacionalidad estadounidense para fijar su residencia en Singapur.
La ciudad Estado asiática se ha convertido en un polo de atracción para las grandes fortunas gracias a sus ventajas tributarias y su privilegiada situación para hacer negocios con las pujantes economías del continente. Su legislación contempla la exención fiscal de las plusvalías logradas por la venta de activos y su tipo máximo para las rentas del trabajo es del 20%, según Bloomberg. En junio el millonario australiano Nathan Tinkler, que en 2011 vendió su conglomerado minero Aston Resources, por más de 2.000 millones de euros, también fijó su residencia en Singapur.
Además de la expatriación fiscal de Saverin, en EE UU ha causado revuelo otra entrega de pasaporte: la protagonizada por Denise Rich. Exmujer del polémico magnate Marc Rich, indultado el último día de la presidencia de Bill Clinton (había huido de EE UU acusado de fraude y de hacer negocios con Irán), adoptará la nacionalidad austriaca gracias al origen de su familia. El país centroeuropeo goza de ventajas fiscales para aquellos ciudadanos que pasan la mitad del año en el extranjero, explicaba Reuters cuando saltó la noticia el pasado mes de julio. Denise Eisenberg (su nombre de soltera) aportó numerosos fondos a la campaña de Clinton.
En 2011, cerca de 1.800 ciudadanos o residentes permanentes en EE UU, una cifra récord desde que en 1998 se empezaron a publicar estadísticas, se expatriaron. Este éxodo, en muchos casos por temas fiscales, tiene su contrapartida en el hecho de que la primera potencia económica del mundo recibe a su vez numerosos inmigrantes de élite, principalmente asiáticos, que se benefician de la visa E-2, un permiso de residencia para inversores dispuestos a realizar negocios en el país de las oportunidades.
Otro de los polos de atracción para que los millonarios de todo el planeta fijen su residencia es Londres. El vecino foráneo más famoso a orillas del Támesis es Roman Abramovich, magnate petrolero y propietario del Chelsea, el actual campeón de Europa de fútbol. En torno a la City también tienen su residencia hasta 28 fortunas con un valor de mercado superior a los 1.000 millones de dólares, según la revista Forbes, como el uzbeko Alisher Usmanov, el indio Lakshmi Mittal, el ruso Leonard Blavatnik o la holandesa Charlene de Carvalho-Heineken, heredera del imperio cervecero.
El cambio de residencia o los malabarismos con la nacionalidad no son exclusivos de los individuos. Muchas compañías cambian su sede para ahorrarse dinero. Manchester United Plc es la sociedad propietaria del club de fútbol del mismo nombre. El propietario del equipo, el millonario estadounidense Malcolm Glazer, sacó a Bolsa la sociedad el pasado mes de agosto en Nueva York (tras un primer intento fallido en la omnipresente ciudad de Singapur). Antes de la operación fijó la residencia de la empresa que gestiona los ingresos de los diablos rojos en el paraíso fiscal de las Islas Caimán.
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