Malcolm Browne, captor de una imagen histórica
Suya es la famosa fotografía del monje budista vietnamita quemándose a lo bonzo durante una protesta en 1963
Malcolm Browne, reportero de guerra y periodista científico, falleció el pasado lunes a los 81 años de edad. Browne fue el autor de la fotografía de un monje budista quemándose a lo bonzo en Saigón, capital de Vietnam del sur, en protesta por el apoyo de Washington al régimen dictatorial de los hermanos Ngo Dinh.
Browne trabajaba por aquel entonces como uno de los responsables de la agencia AP en la capital survietnamita. Avisado un día antes por la oposición de que “algo extraordinario iba a pasar”, fue uno de los pocos que acudió con una cámara de fotos (una maquina japonesa barata y de fácil uso) aquella mañana del 11 de junio de 1963 e inmortalizó cómo se quemó el anciano Thich Quang Duc. Fue el primero de otros que se inmolaron alimentados a su vez por su propio fanatismo en las protestas contra ese régimen que acabó en un golpe de estado con la aquiescencia de EE UU y sustituido por otro también atroz e ineficiente.
"De no haber estado un periodista occidental con una cámara presente en el suicido de Quang Duc, la historia podía haber tomado un giro diferente”, reflexionó Browne ese mismo año. La imagen se llevó el máximo honor del periodismo gráfico: el World Press Photo; en 1964 también se alzó con un Pulitzer por todo su trabajo periodístico sobre la caída de los Dinh. “Ninguna imagen en la historia ha generado tanta emoción a lo largo del mundo como esta”, diría el propio presidente Kennedy.
Browne formó parte de una caterva sin igual en el periodismo anglosajón (Eddie Adams, Peter Arnett, Larry Burrows, David Halberstam, Michael Herr , Richard Pyle…) y compartió agencia con el alemán Horst Faas, jefe de fotografía de AP en Vietnam, recientemente fallecido y uno de los artífices de que muchas de las fotos icónicas de esa guerra fueran publicadas.
La carrera de Browne no iba encaminada al periodismo. Nacido en Nueva York el 17 de abril de 1931, sus estudios le llevaron a licenciarse en Química. Tras alistarse en el Ejército para combatir en la guerra de Corea, Browne pudo iniciarse en el oficio trabajando en la revista Stars and Stripes, pagada por el Pentágono y dirigida a la tropa. Ya de civil escribió en varias publicaciones hasta dar el salto a la gran agencia estadounidense, AP y encabezar su expansión en la cobertura de la guerra del Vietnam.
No fue fácil. Las preguntas incisorias de Browne y los temas donde se denunciaba la corrupción de los aliados de EE UU , hizo que fuera tildado de “amigo de los comunistas” desde Washington, y de que el propio régimen de Saigón lo incluyera en una lista de enemigos que había que liquidar.
“Mal Browne era un solitario”, recordaba Hordt Faas, “no compartía sus fuentes y no solía mezclarse socialmente con el grupo de la prensa”. Faas, en unas palabras sobre Browne recogidas por AP. Y añadía: “Con lo testarudo que era nunca comprometía una historia para complacer ni a sus jefes ni a nadie”. Siempre andaba con “botas sucias y calcetines rojos”, título de su biografía publicada a principios de los 90. Decía que los calcetines rojos eran mucho más fáciles de emparejar y las botas nada impolutas mostraban lo mucho que uno se había movido.
Avanzada la guerra del Vietnam, Browne se vio seducido por la influencia de la televisión; solo aguantó en la ABC tres años, hasta 1968, cuando pasó a la plantilla del The New York Times, cubriendo informaciones internacionales como la muerte de Franco. Su carrera daría un nuevo giro como editor de una revista científica, volviendo a sus raíces de químico. Pero este hombre inquieto, volvería al Times en 1985, como periodista científico, especializado en paleontología y física de partículas. En este segundo periodo también volvería a cubrir conflictos en zonas nada calmadas. La guerra del Golfo en 1993 fue su última gran cobertura, donde critico duramente la censura hacia los medios impuesta por parte de EE UU, muy alejado de la relativa libertad que gozó en Vietnam.
Aquejado de Parkinson desde el año 2000, vivió sus últimos años postrado a una silla de ruedas.
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