La peor sequía de EE UU en 50 años daña la mitad de las cosechas del país
El Gobierno ha alertado de una escasez de alimentos y un incremento de los precios, en plena incertidumbre sobre la recuperación económica
La sequía que está padeciendo Estados Unidos desde finales de mayo ha alcanzado proporciones nunca vistas en los últimos 50 años, de acuerdo con el Centro de Control de Sequías de Estados Unidos. El intenso calor y la falta de lluvia ha afectado al 50% de la cosechas -al 70% de las de maíz- de todos los Estados del país, salvo Alaska y Hawai, según un informe del Departamento de Agricultura, el precio del grano se ha incrementado en un 50% en los dos últimos meses y amenaza con encarecer la cesta de la compra, cuando las dudas sobre la recuperación económica no paran de crecer.
La situación no tiene visos de mejorar. El Servicio Nacional de Meteorología ha anunciado un incremento de las temperaturas y no prevé precipitaciones, al menos en las próximas dos semanas. “Si tuviera una oración especial o supiera una danza para la lluvia, no duden en que me pondría a bailarla”, explicó a la prensa el secretario de Agricultura, Tom Vilsack, tras reunirse este miércoles con el presidente, Barack Obama, para tratar sobre las consecuencias de la sequía. El Gobierno ha declarado zonas catastróficas a un tercio de los condados de la nación -que afectan a 29 Estados- lo que permitirá a los agricultores y ganaderos solicitar créditos a un bajo interés para hacer frente a los daños.
El maíz está presenta en tres de cada cuatro productos que consumen los estadounidenses
Aunque el sector agrícola supone una ínfima parte de la economía de EE UU, la Administración Obama ha dado por perdidas, de momento, el 12% del total de las cosechas del país y ya ha alertado del riesgo de un incremento en los precios y de una escasez de alimentos. La sequía es uno de los fenómenos climáticos con mayor impacto económico, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica -entre 1980 y 2012, 16 sequías ocasionaron pérdidas de 210.000 millones de dólares (unos 172 millones de euros), de acuerdo con uno de sus informes-. El maíz es el cultivo más importante del país. Un incremento en su precio tiene consecuencias, no sólo en el sector alimentario, sino en el mercado energético. Este cereal está presente en tres de cada cuatro productos que consumen los estadounidenses, desde la pasta de dientes hasta el papel, pasando por golosinas o cosméticos. El maíz, además, es el principal elemento en la fabricación de etanol, al que se destina más de un tercio de las cosechas de EE UU.
La sequía es uno de los fenómenos climáticos con mayor impacto económico, entre 1980 y 2012, 16 sequías ocasionaron pérdidas de 210.000 millones de dólares
La pérdida de los cultivos también afecta a la industria cárnica y láctea. La escasez de pasto ha incrementado el precio de la carne y ha obligado a varios ganaderos a deshacerse de sus reses. La baja calidad del grano con el que se alimenta el ganado, perjudica las condiciones de la leche, lo que obliga a los fabricantes de productos relacionados a incrementar la cantidad de esa sustancia para mantener la calidad. “Si eres un productor de queso necesitas aumentar los litros de leche para obtener la misma cantidad de queso”, explicaba un portavoz de la Federación Nacional de Productos Lácteos en declaraciones recogidas por The New York Times.
Pese a tratarse de la peor sequía en el último medio siglo, se cree que en la actualidad los agricultores están mejor preparados para afrontar la situación que en la última ocasión en la que el calor acabó con la mayoría de las cosechas en julio de 1988, cuando más de la mitad del grano del país fue calificado como pobre o muy pobre. De acuerdo con el Servicio Nacional de Aseguradores de Cosechas, más del 80% de la producción de maíz y soja de este año está asegurada.
Aunque Vilsak no quiso especular sobre la relación de la sequía con el cambio climático, los científicos han advertido de que condiciones tan extremas como las que está soportando EE UU este verano, cada vez serán más habituales en el futuro debido al calentamiento global, según un informe de 2011 del Grupo Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC).
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