Un pionero en las cumbres: Piazzi Smyth
El origen de los observatorios astronómicos modernos está en Tenerife
Hoy en día, todos los grandes observatorios astronómicos están situados en la alta montaña para evitar los efectos de la atmósfera, no sólo por las inclemencias atmosféricas, sino porque permiten observaciones de mejor calidad. Así, encontramos instalaciones astronómicas en las montañas de los Andes (La Silla y Paranal), en El Roque de los Muchachos en La Palma y en las faldas del volcán Mauna Kena en Hawai.
Un hecho tan simple como es el de observar a gran altura en vez de a nivel del mar ha permitido que la ciencia astronómica de hoy goce de una precisión espectacular. Esta cualidad es imprescindible en una disciplina científica en la que el observador no puede controlar las condiciones del experimento, sino que ha de limitarse a observar y esperar que un suceso ocurra. En este contexto lo único que se puede mejorar son las condiciones de observación. Así, una vez conquistadas las cimas de las montañas, lo único que nos queda es construir telescopios más grandes y modernos o lanzarlos al espacio, como es el caso del Telescopio Espacial Hubble.
Pero ¿desde cuándo se aprovechan las ventajas de las montañas en el estudio del cielo? Fue en 1856 cuando Piazzi Smyth se embarcó en lo que sería la primera observación astronómica a gran altura. El lugar elegido: las Cañadas del Teide en la isla de Tenerife.
A bordo del 'Titania'
Salió de Edimburgo a bordo del barco Titania, ayudado económicamente por el Almirantazgo escocés y por sus amistades, que le facilitaron un telescopio de casi dos metros de diámetro. Su principal objetivo era "determinar la mejora de las observaciones astronómicas si se elimina la tercera parte de la capa baja de la atmósfera". Smyth intentaba así demostrar la suposición de Newton, planteada por primera vez en su libro Newton's Optics de 1704.
Nació en Nápoles en 1819 y era hijo de un almirante británico. A su vuelta a Inglaterra, se instalaron en Bedford, donde su padre haría construir un observatorio astronómico. Fue aquí donde el joven Piazzi recibiría sus primeras clases de astronomía. En 1845 le nombran astrónomo real de Escocia y posteriormente ingresa en la Universidad de Edimburgo.
En sus 113 días en la isla de Tenerife llevó a cabo mediciones astronómicas, a distintas alturas, de la Luna, de estrellas dobles, de la luz zodiacal (luz tenue que ocasionalmente se aprecia sobre la banda zodiacal y que proviene de la dispersión de luz producida por el polvo interestelar) y de la radiación ultravioleta del Sol, hasta culminar sus observaciones en las Cañadas del Teide. Además de comprobar las ventajas de instalar observatorios en alta montaña, Smyth trajo consigo lo que se convertiría en una joya literaria que trasciende a la Astronomía: An Astronomer's experiment: or Specialities of a Residence above the clouds, donde a modo de diario cuenta todas sus experiencias en la isla.
Expediciones a las pirámides egipcias
Tras su vuelta de Tenerife, ingresó en el Royal Observatory hasta 1888, en la que continuó su labor como astrónomo y astrofísico. Asimismo, realizó varias expediciones a las pirámides egipcias, que se convertirían en su obsesión, ya que acabó creyendo en la numerología (la creencia en el origen divino de estas construcciones). Aun así, Smyth ha ayudado a hacer de la astronomía y la astrofísica una de las ciencias con mayor producción de conocimiento. Seguramente disfrutaría viendo los formidables telescopios que adornan las cimas de algunos de los lugares más bellos de la Tierra.
Piazzi Smyth murió en 1900 y en su honor se bautizó a un pequeño cráter de la luna, uno de los pocos recuerdos que nos quedan de un gran pionero de su tiempo.
Aurelio Carnero Rosell es estudiante de doctorado en el Departamento de Investigación Básica del Ciemat, Madrid
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