El Gobierno británico legalizará los pequeños burdeles para sacar a las prostitutas de la calle
El proyecto combina medidas represivas contra los clientes, como la retirada del carné, con más ayudas para la reinserción de las mujeres
El Gobierno británico ha presentado hoy una campaña de tolerancia cero con la prostitución que incluye duras medidas contra los clientes, acciones para la protección de los menores y ayudas para la reinserción social de las meretrices. La principal novedad del proyecto, que ha causado reacciones dispares, es que se permitirá la existencia de miniprostíbulos con el fin de sacar a las prostitutas de las calles y darles al mismo tiempo una mayor protección. En el campo represivo, se permitirá la retirada del carné de conducir a los clientes.
Según datos del Ministerio del Interior, unas 80.000 mujeres trabajan hoy en día en el negocio del sexo en Reino Unido y la mitad de ellas tiene menos de 25 años. Aunque a lo largo del año pasado el Gobierno británico parecía decantarse por la creación de distritos de luces rojas a imagen y semejanza del barrio rojo de Amsterdam, finalmente se ha descartado ya que, como ha explicado la secretaria de Estado de Interior (equivalente a ministro en España), Fiona Mactaggart, se consideró que la legalización de zonas enteras de prostitución "enviaría el mensaje equivocado". Además, según Mactaggart lo único que se logra es desplazar el problema a otro lugar. "No puedo aceptar que ignoremos el problema que causaría a las personas que viven dentro o cerca de una zona roja", ha añadido la responsable de Interior.
Listas 'negras' de clientes
El nuevo plan pretende combinar las medidas represivas contra los clientes con más oportunidades para que las mujeres que la practican abandonen la actividad. Así, se incluye la posibilidad de retirar el carné de conducir a los reincidentes. La primera vez que se les pille in fraganti, los clientes tendrán que pagar de su propio bolsillo un programa de reeducación mientras que, a la segunda se les podrá quitar la licencia y además, siguiendo la política que ya se aplica en EE UU, se publicará su nombre en una lista de usuarios de la prostitución.
Como principal apuesta, el proyecto contempla cambiar la ley para autorizar pequeños prostíbulos de hasta tres empleados con el objeto de garantizar que las mujeres ejercen su trabajo con seguridad. Hoy en día, una prostituta sólo puede ofrecer sexo en pisos u otros locales sin violar la ley si lo hace en solitario. Mactaggart ha explicado que aumentar de uno a tres el número de profesionales que puede trabajar legalmente en pisos particulares (clubes) -una de las cuales sería "la ayudante, camarera o recepcionista" y las otras dos, las meretrices- les dará más protección, a la vez que contribuirá a sacar a otras chicas de la calle, donde el peligro es mayor.
"En ningún momento quiero alentar el comercio del cuerpo femenino, eso no sería adecuado. Sin embargo, es evidente que las mujeres que trabajan solas corren más peligro y eso no es algo que vaya a desaparecer por sí solo", ha subrayado la secretaria de Estado de Interior. El Gobierno prevé crear además un delito por deambular por las calles con el fin de captar clientes pero las infractoras podrán cambiar las sanciones por programas de reinserción y para dejar las drogas o el alcohol. Las que quieran dejar la calle tendrán acceso a alojamiento subvencionado, seguridad social y tratamientos de rehabilitación. Con las nuevas medidas, los clientes verán aumentadas las multas que ya penan la actividad y se perseguirá a los proxenetas, sobre todo a los que intenten captar a menores.
Menores "engañados por adultos"
Las autoridades alertarán a las mujeres sobre los clientes más violentos para que se mantengan alejadas de ellos. Al presentar el proyecto, Fiona Mactaggart ha subrayado que lo principal es acabar con la prostitución de menores, que suelen meterse en el oficio "engañados por adultos". Así, profesores, policías y enfermeras será instruidos para detectar posibles casos de prostitución o explotación sexual infantil. La secretaria de Estado ha llegado a comparar a los usuarios con abusadores de menores, ya que buena parte de las prostitutas son menores de edad: "Seguramente que la mayoría de ellos no se ve de esa manera, pero lo son". "Podríamos cambiar muchas cosas si en lugar de considerar la prostitución como el oficio más antiguo del mundo la viéramos como la modalidad más extendida de abuso de menores", ha sentenciado.
En el capítulo de las reacciones, Carrie Mitchell, del Colectivo Inglés de Prostitutas, que aboga por la despenalización total, ha advirtido de que las redadas policiales y operaciones de "limpieza" crean un ambiente de tensión "que hace las calles más peligrosas para las mujeres". "Los clientes se ponen nerviosos y hay menos tiempo de echarles un vistazo antes de meterte en el coche", ha explicado Mitchell, para añadir que "se producen muchos ataques simplemente porque acabas entrando en el vehículo con quien no deberías".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.