Emma Corrin: “Salí del colegio femenino a los 18 sin saber cómo hablar con nadie que no fuera una chica”
Pasó del anonimato a la fama hace cuatro años por su papel de Lady Di en ‘The Crown’ y ahora debuta en el universo Marvel como Cassandra Nova, la villana de ‘Deadpool & Lobezno’. Además, se ha convertido en un icono de moda que abandera la tendencia ‘sin pantalones’ en las alfombras rojas y utiliza la vestimenta para explorarse como persona no binaria
Hay frases que nacen para ser virales. “Los chicos son idiotas…”, dice con una sonrisa encantadora y a la vez sarcástica Cassandra Nova, la villana de Deadpool y Lobezno, nueva entrega de la saga de Marvel Studios protagonizada por Ryan Reynolds, que llega a los cines el 25 de julio. “Sé que ya es un mantra para mucha gente”, afirma con la misma sonrisa Emma Corrin (Seal, Reino Unido, 28 años), “debería hacer camisetas con esa frase”. Encarna a la villana de la película, un papel muy alejado de la Lady Di de la cuarta temporada de la serie The Crown con la que saltó a la fama en 2020. Este personaje de cabeza rapada y con superpoderes ejemplifica su ansia por explorar, cambiar, no encasillarse. Tras ganar el Globo de Oro en 2021 por su retrato de la princesa de Gales estrenó un par de dramas de época (El amante de Lady Chatterley y Mi policía), y al mismo tiempo buscó cambiar de registro y se subió a las tablas del teatro Garrick, en el West End, para encarnar a Orlando. Su interpretación en este clásico de Virginia Woolf que profundiza en la identidad —Corrin es una persona no binaria que utiliza los pronombres they/them, elle/elles en español— fue elogiada por la crítica. Después, un nuevo salto: Darby, la detective/escritora de la serie Asesinato en el fin del mundo, una reflexión sobre la inteligencia artificial de Brit Marling y Zal Batmanglij.
Ya no lleva el pelo rosa de ese personaje, ahora lo tiene más corto y oscuro, podría ser un duende, el Puck de Shakespeare. La entrevista es un viernes a primera hora, al otro lado de la pantalla Corrin bebe a sorbitos de una taza, lleva dos pequeños aros en las orejas, ni gota de maquillaje. Está en Londres cogiendo fuerzas para un intenso verano de promoción. “Nunca me había imaginado en una película de Marvel y no sabía qué esperar”, admite, feliz con el resultado.
El proceso de crear a Cassandra empezó por la ropa: “La moda me encanta. Y disfruto de ese momento en el que te pones el vestuario y te transformas de repente en el personaje. Ese abrigo encorsetado que viste era como llevar un binder, me cambiaba la postura; era incómodo pero poderoso, como sus largos dedos postizos”. Igual que ese personaje, Corrin gesticula mucho con las manos. Reflexiona cada respuesta, tomándose su tiempo. En solo cuatro años ha pasado del anonimato a los premios, los festivales, las alfombras rojas —en las que ha abanderado la tendencia sin pantalones, convirtiéndose en un icono de moda, y en imagen de Miu Miu— y las superproducciones. Además de Deadpool y Lobezno, este año estrena la esperada Nosferatu de Dave Eggers y ha rodado en Hong Kong Peaches, la versión de Jenny Suen de una película experimental checa de los sesenta. Reconoce que viaja demasiado por trabajo, la lectura es su vía de escape. Intentó adentrarse en los cómics de superhéroes (aunque admite que solo leyó alguno) para entender mejor a Cassandra, la ‘gemela mala’ alienígena de Charles Xavier, el profesor-telépata de los X-Men.
¿Cómo logró este papel?
Con Marvel, obviamente, todo es muy secreto. No leí el guion hasta que obtuve el papel. Shawn [Levy, el director] y Ryan se acercaron a mí cuando estaba haciendo Orlando. Shawn vio la obra, cenamos y en cierto modo me propuso interpretarlo. Buscaba que Cassandra fuera una antivillana; es una persona alegre, feliz y agradable que, de repente, bum, mata a alguien. Me gustó la idea de interpretar a un villano del que no se esperaba que fuera malvado todo el rato.
Los cómics de mutantes de Marvel siempre han hablado de antihéroes que hallan una comunidad en la que encajar en un mundo que los teme. ¿Es importante que la ficción aborde ahora ese asunto de no tener miedo del diferente?
Creo que es algo hermoso y que por eso estas historias son tan importantes. Sí, hablan de superhéroes y antihéroes, de personas y criaturas fantásticas, pero lo que se muestra en última instancia es que todo lo que uno necesita es ser visto y tener una comunidad a su alrededor. Eso es importante en la serie de Deadpool: él cree que no vale nada, pero tiene un grupo increíble de amigos cerca, ellos lo mantienen a flote. Pasa lo mismo con Lobezno: siente culpabilidad por perder a sus amigos o por hacerles daño y lo que quiere realmente es pertenecer a una comunidad. Y sí, es muy bueno exponer esto, especialmente hoy, esa simple idea de que todos queremos pertenecer, ser vistos.
¿Qué mueve su carrera, qué papeles busca?
En esta industria siempre existe el riesgo de que te encasillen, me llegan muchos papeles que se parecen, pero estoy feliz con las decisiones que he tomado hasta ahora. Por eso trato de explorar distintos registros y de hacer cosas diferentes. La comedia es un género que me daba mucho miedo, pero me apetecía probar, y ver improvisar a Ryan en el set a diario fue una clase magistral. Trabajar con gente como él, Hugh [Jackman, que es Lobezno] y Shawn estaba más allá de mis sueños más disparatados. Solo me había sentido así cuando estaba en The Crown con Olivia [Colman], Helena [Boham-Carter] y Tobias [Menzies]. Sentí mucho síndrome del impostor.
¿Superó esa sensación de sentirse un fraude?
Bueno… Si lo hice en este caso se debió únicamente a que Ryan, Shawn y Hugh han sido las personas más dulces y generosas del mundo. Nunca había recibido ese tipo de atención por parte de un equipo. Probablemente sabían lo intimidante que podía ser para mí entrar en un mundo así, trabajar con personas que llevan interpretando esos personajes durante tanto tiempo.
Tilda Swinton, uno de sus referentes interpretativos, que también ha formado parte del universo Marvel (en Doctor Strange), acaba de rodar con Pedro Almodóvar, ¿le gustaría seguir sus pasos?
[Gran sonrisa] Amo a Pedro Almodóvar, es uno de mis directores favoritos. Es increíblemente original. Todo sobre mi madre me pareció espectacular, no dejo de pensar en cómo escribe personajes femeninos que se enfrentan a la edad, a las relaciones, al amor...
¿Son importantes esas miradas diferentes? Usted forma parte de Proof of Concept, un programa impulsado por Cate Blanchett que, según explica su web, quiere “acelerar el camino hacia la realización cinematográfica a gran escala a directores que den voz a las perspectivas de las mujeres, las personas trans y no binarias”.
Es algo de lo que debería haber más. Me parece que la forma de fomentar la diversidad, especialmente el número de personajes no binarios que se escriben en las historias que se están contando, está, precisamente, en ayudar y alentar a las personas que están haciéndolo bien en sus proyectos.
¿Elige proyectos que toquen temas concretos? Peaches, uno de sus próximos filmes, revisita una comedia feminista de la nueva ola checa.
Creo que sí, pero siempre necesito amar al personaje y la historia. Nunca haría un proyecto solo porque tratara de un tema en particular. Peaches es un buen ejemplo. Se basa en la película Daisies, que era un comentario sobre la situación política del momento, pero muy velado. Jenny quiere hacer algo similar hoy. La película tiene mucho contenido detrás, pero es muy gamberra y esa combinación me interesa. Me gusta la idea de hacer una obra que es muy política pero que no lo muestra explícitamente.
Corrin creció en Seal, una pequeña localidad de 2.500 habitantes en el distrito de Sevenoaks del condado de Kent, hora y media al suroeste de Londres. Tiene dos hermanos más jóvenes y su madre es una logopeda infantil de origen sudafricano. Estudió en el internado femenino Woldingham School y luego se graduó en Educación, Inglés y Drama en el St John’s College de la Universidad de Cambridge. Convive aún sin creérselo mucho con su creciente fama; no habla de sus relaciones, pero se ha mostrado de la mano del oscarizado Rami Malek en los Bafta y la Semana de la Moda de París. “Mi yo más joven no me hubiera creído si le dijera lo que hago ahora”, reflexiona, “aunque nunca se aprende a lidiar con la fama. Es muy espinoso. Si algo he aprendido es a rodearme de gente buena. Tengo amigos maravillosos que me conocen desde antes de empezar en este mundo. Mis amigos son mi brújula”.
Comparte piso en Londres con compañeros de la universidad, y con su perro Spencer, ¿es su forma de mantener los pies en la tierra?
Desde luego. Con una de mis compañeras llevo compartiendo piso 10 años, somos todos como familia. Hay honestidad, cuidados, humor y siempre hay alguien que te lleva de vuelta al camino correcto, alguien a quien hacer una pregunta honesta, y que te da una respuesta honesta. Esta industria y esta carrera a menudo son abrumadoras y necesitas a gente que pueda ver a través de todo eso y que te vea realmente a ti y cómo te encuentras. Regresar a esa casa es la mejor sensación, una constante cuando lo demás no para de moverse.
Antes de ir a Cambridge se tomó un tiempo, hizo un voluntariado en una escuela en África. ¿Qué supuso esa experiencia en su vida?
Tengo familia sudafricana y al cumplir los 18 hice ese voluntariado, era cuando me estaba planteando trabajar en la enseñanza. Siempre había ido a Sudáfrica con mi familia, lo asociaba a eso, y fue muy diferente estar ahí por mi cuenta. Una de las lecciones más importantes que aprendí entonces fue sobre la perspectiva: puedes vivir en un sitio durante mucho tiempo, pero no verlo de verdad. No he regresado desde la covid, pero quiero encontrar tiempo para volver con mi madre y mis hermanos.
Estudió en un colegio solo para chicas, ¿hubiera preferido acudir a uno mixto?
No, no, me encantó. Una de mis mejores amigas de la escuela se va a casar pronto y en su despedida de soltera rememoramos lo freaks que éramos, y que se nos permitía serlo. Nunca llevábamos maquillaje, no nos importaba nuestro aspecto. Claro que teníamos inseguridades, siempre hay gente popular y gente que no, pero agradezco no haber tenido la presión de los chicos, de tener que cambiar tu forma de ser para que te perciban. Creo que eso ha ayudado a que hasta el día de hoy no me importen mucho todas esas cosas. Dicho esto, es algo que a algunas personas les va bien y a otras no, es muy subjetivo. A los 15 tenía muchas amigas que querían irse a un centro mixto y yo lo respetaba, porque salí del colegio a los 18 sin saber cómo hablar con nadie que no fuera una chica.
¿Fue entonces cuando empezó su exploración de la identidad?
De los 10 a los 13 o 14 años solo utilizaba ropa de chico, le pedía a mi madre que me la comprara en Gap. Luego comencé la secundaria, y yendo a un colegio solo de chicas en esa época en la que eres muy impresionable, tu mundo gira alrededor de lo que visten los demás… Fui a una fiesta y una chica me invitó a bailar porque pensaba que era un chico. Desde ese momento pensé que si quería encajar no tenía que destacar. Me dio miedo ser diferente. Me convertí en la adolescente promedio y no empecé a explorar más hasta la universidad. No sé qué me llevó a ello, pero me alegra haberlo hecho, porque me siento mucho más a gusto con quien soy hoy.
¿La ropa le sirve ahora para expresarse como persona no binaria?
A medida que voy madurando y me conozco mejor me he ido dando cuenta de que la identidad siempre cambia. Y esa es la razón por la que resulta difícil hablar de cosas así en público. Porque a la gente le encanta etiquetarte, que es algo que entiendo también, porque quieren entenderte y saber quién eres, y las etiquetas ayudan. Pero me parece que no es realista, porque todos cambiamos constantemente. Me siento increíblemente bien como persona no binaria, y la fluidez es para mí una gran parte de eso.
¿Vivimos en una sociedad con la mentalidad más abierta, o no lo ve así y siente miedo cuando recibe mensajes de odio en sus redes sociales, o ante el ascenso de la extrema derecha?
Sí, da miedo, creo que estamos viviendo un punto de inflexión. Cuando hice Orlando [en 2022], Michael Grandage [el director de esa obra y de su película Mi policía] me dijo que pensaba que nos encontrábamos en un punto de inflexión, que habíamos estado logrando avances durante unos años y llegaba un retroceso. Y creo que, lamentablemente, es así. Se ve en Estados Unidos, con el ascenso de la extrema derecha, con las prohibiciones de libros, y las prohibiciones de que la gente sea ella misma, especialmente los jóvenes trans, que deben de tener miedo por el hecho de existir. Es aterrador y muy triste. Y por eso creo que es importante que contemos historias que hablen de inclusión y de comunidad, que es lo que las personas necesitan.
Los libros son su refugio, dice que suele leer ficción cuando rueda y no ficción cuando está entre proyectos. ¿Qué ha leído recientemente?
La novela Green Dot, de Madeleine Gray, que es muy buena, divertidísima. Y acabo de terminar el ensayo de Olivia Laing El jardín contra el tiempo. Hasta he empezado a ver programas de jardinería...
¿Ha descubierto una nueva afición?
Honestamente, no sé si tengo paciencia para dedicarme a la jardinería, simplemente me gusta la idea. Olivia es brillante, tiene mucho talento. No la conozco, pero nos seguimos en Instagram y la admiro, es una escritora extraordinaria, que elige temas como la soledad, los cuerpos o el arte y te lleva en un viaje increíble y fluido a través de la todas esas historias. Con ella he descubierto a Derek Jarman o David Wojnarowicz. Es magistral.
Ha escrito un guion con su amiga la actriz Avigail Tlalim y piensa escribir un libro infantil, ¿qué tipo de historias quiere contar?
Escribir un libro infantil es uno de mis objetivos en la vida. Creo que lo haré con mi madre, que es increíble con los niños. He descubierto que poder escribir algo ayuda en una industria en la que a veces como intérprete sientes que te llevan en un millón de direcciones distintas. Escribiendo creas algo tú, puedes hacerlo como tú quieres. Y también puedes escribir el tipo de papeles que quieres interpretar, porque esa es la forma de conseguir que ocurran los mayores avances.
¿Se imagina dirigiendo su película?
No, he descubierto que lo mío no es dirigir. Ahora estamos tratando de financiar la película, un momento complicado, y Avigail va a dirigirla, ella es brillante. Yo soy demasiado fácil de convencer. Me gusta complacer a la gente y soy terrible tomando decisiones, ni siquiera puedo elegir en la carta de un restaurante, acabo comiendo siempre lo que toma la persona con la que estoy, así que me parece que no puedo dirigir... Es algo importante que he aprendido hace poco, porque me preguntaba si podría hacerlo, pero fue una revelación ver que no, y que no pasa nada. Puedes decir que no quieres hacer algo y eso está bien.
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