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Kira Miró: “Tengo una lucha entre ser esa que ponían entre las más sexis y aceptar que ya no. No me quiero recauchutar”

La actriz, que triunfa con ‘Machos Alfa’, tiene una de las carreras más estables del audiovisual español pese a la ausencia de reconocimientos. “No soy una actriz de premios, pero soy una actriz que puede comer de esto”, dice

Kira Miro
Kira Miró.

Lleva más de 20 años convertida en una de las caras más reconocibles y reconocidas de nuestra industria, pero la repercusión de esta serie ha conseguido sorprenderla. El papel de Luz, la empoderada abogada interpretada por Kira Miró (Santa Brígida, Gran Canaria, 43 años) en Machos Alfa, que acaba de estrenar su segunda temporada, la ha permitido experimentar el llamado “efecto Netflix”. “He estado en plena Tanzania, en una aldea masái perdida de la mano de Dios, y se me ha acercado un francés para decirme que le estaba encantando la serie”, certifica su protagonista.

¿Y cómo se gestiona esa pérdida total del anonimato?

Siempre afecta. Me siento juzgada desde que salgo de casa. “Es más alta, más baja, más guapa, más fea…”, sé que me están juzgando. Por eso mi descanso real es cuando viajo, ahí recupero la libertad para hacer lo que quiera.

En la serie los personajes femeninos están muy empoderados. ¿Se considera una hembra alfa?

No, soy una mujer criada en un patriarcado y en una educación machista que me creí a pies juntillas. Estoy tratando de construirme poco a poco, empoderarme y poner límites donde hay que ponerlos. Trato de sobrevivir en este mundo lo mejor posible.

Ha luchado contra el cliché de rubia explosiva. ¿Han disminuido estos papeles tras la última oleada feminista?

Sí noto cierta apertura. No sé si es fruto de la edad o de que ya no tengo el mismo físico, pero ahora me dejan hacer de abogada o de jueza. Las mujeres guapas pueden interpretar todo tipo de personajes, no solo a pijas, prostitutas o amantes.

Es una de las actrices con más estrenos, pero la crítica no suele reconocer su trabajo. ¿Se siente infravalorada?

No me preocupa. No soy una actriz de premios, pero soy una actriz que puede comer de esto. Empecé con 20 años y, con mis altos y bajos, me mantengo. Prefiero no tener reconocimientos y seguir trabajando… aunque si me dan uno no lo voy a rechazar.

Vivió una infancia dura y sabe lo que es tener la nevera vacía. ¿Esos años la han marcado?

Siempre tengo miedo de volver a arruinarme, soy muy ahorradora. Mi familia ha resurgido de las cenizas, así que también sé que de todo se sale. Nada es permanente. Ni la felicidad ni el éxito, ni la crisis ni el drama. Hoy estás arriba, mañana estás abajo.

Tras ser considerada una de las mujeres más guapas del país, ¿siente más presión al ir cumpliendo años?

Estoy aprendiendo a aceptarme, pero sí siento la presión por envejecer. Tengo una lucha interna entre seguir siendo esa que ponían entre las más sexis y aceptar que ya no soy esa mujer. No quiero caer en la tentación de recauchutarme entera.

Se define como una persona tímida. ¿No es una cualidad incompatible con su profesión?

Lo he ido superando gracias al teatro. Era tan tímida que jamás pensé que pudiera ser actriz. No disfruto los photocalls y las alfombras rojas no se me dan bien, poso fatal. Trato de meterme en un personaje, pero cuando iba a algún estreno me escondía de la vergüenza.

¿Qué piensa cuando ve las portadas de revistas masculinas que protagonizó a finales de los noventa?

Me da ternura por esa niña deseosa de hacer carrera. En la época eso era normal: las actrices que admirabas posaban y cuando te tocaba a ti lo hacías. Algunas me dan rabia porque era más joven y me veía haciendo alguna pose que ojalá me hubiera ahorrado. No me peleo con ello, fue una parte de nuestra historia y seguimos evolucionando.

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