El caso Le City de Balenciaga: ¿será capaz de devolvernos a la era del ‘it bag’?
La casa francesa relanza el bolso que la volvió a colocar en la primera división del lujo hace más de veinte años. No es la única que ha reeditado algunos de sus modelos superventas para capitalizar la nostalgia
En los primeros años del siglo XXI, la palabra influencer todavía no tenía el sentido. Las celebridades no tenían séquitos de diez estilistas para orquestar cualquier aparición pública. Las adolescentes (y no tanto) tampoco se obsesionaban el estilo ‘estudiadamente desarrapado’ de las hermanas Olsen o en las salidas matutinas por Los Ángeles, café de Starbucks en mano, de jóvenes como Nicole Richie o Mischa Barton. Pero había dos mujeres a las que todo el mundo idolatraba e intentaba copiar por encima del resto: Sarah Jessica Parker en su papel de Carrie en Sexo en Nueva York y Kate Moss en su papel de Kate Moss, es decir, de top model con un estilo setentero y rockero aparentemente innato y teóricamente fácil de clonar en cualquier armario.
En esa época, Carrie se puso un Baguette de Fendi en un capítulo de la tercera temporada de la serie, en el año 2000, y la firma italiana vendió seiscientas mil unidades del modelo en los siguientes diez años. Moss optó por no quitarse el bolso Le City de Balenciaga en 2001 y la marca francesa se convirtió, gracias a él, en la más deseada de aquellos años.
Más de veinte años después, Balenciaga ha vuelto a lanzar Le City y, como no podía ser de otra forma, Kate Moss es la imagen de su campaña junto a caras más nuevas como la modelo Mona Tougaard, la actriz china Yang Chaoyue, y el cantante coreano Juyeon. La elección de Moss es una apelación clara a la nostalgia, la gran tendencia estética entre la generación z, es decir, entre aquellos que no vivieron esos años, pero va más allá.
Cuando Nicolas Ghèsquière, entonces director artístico de Balenciaga, decidió sacar el bolso en su desfile de primavera-verano de 2001, el equipo directivo de la casa no quiso producir una gran tirada. En aquellos tiempos, casos de éxito como el de la Baguette de Fendi o el Saddle de Dior, entre muchos otros, ejercían una enorme presión sobre los diseñadores de las casas del lujo, que debía crear un ‘it bag’, como se llamaba en la época, para aumentar la facturación de las firmas. Le City, que entonces se llamaba Motorcycle City, era la respuesta del Ghèsquière a esa presión, pero era demasiado grande y tenían demasiadas piezas metálicas para los estándares de la época. Hasta que Kate Moss se puso uno. Le siguieron el resto de celebridades prescriptoras (en aquella época se las llamaba it girls) y el modelo, además de agotarse en cuestión de horas, se reeditó en distintos tamaños y colores. Kate Moss, por supuesto, fue el rostro de una de sus campañas.
En 2010, el periodo post-recesión hizo que el furor por estos bolsos de lujo con nombre propio fuera apagándose (con las grandes excepciones del bolso 2.55 de Chanel o el Birkin de Hermès, que nunca han dejado de venderse) pero tras la pandemia el auge de las plataformas de reventa de segunda mano y, sobre todo, el furor por la estética de hace veinte años hizo que muchas de las grandes firmas capitalizaran esa nostalgia reeditando sus bolsos icónicos: en los últimos tres años Prada ha vuelto a los modelos de Nylon, Dior ha relanzado el Saddle, Saint Laurent el Downtown, Gucci el Horsebit o Marc Jacobs el Stam, modelos que hace diez o quince años dieron muchas alegrías financieras a sus respectivas firmas. En 2021, Demana lanzó su propia versión del bolso Le City; lo llamó Le Cagole y, aunque se basó en la creación de Ghèsquière, le dio forma de media luna y lo llenó de pequeños gadgets colgantes, una de las señas de identidad del georgiano. Ahora la interpretación del clásico es mucho más literal, aunque mejorada: “Se han estudiado distintos modelos de Le City para crear una especie de amalgama del original. Los 25 paneles de cuero ensamblados a mano replican las dimensiones antiguas y los numerosos bolsillos interiores y exteriores. Las referencias son exactas a las de 2001, pero el modelo productivo es más sostenible y está pensado para obtener una pátina única con el paso del tiempo”, explican desde la marca.
Durante estos últimos tres años, el modelo ha estado en el top 10 de modelos antiguos más demandados en plataformas como Vestiaire Collective. En Re-bag, la plataforma de segunda mano de bolsos de lujo, su precio medio es casi el mismo que el de uno nuevo (1.890 euros). Es lógico que Balenciaga y el resto de firmas opten por capitalizar su archivo con versiones nuevas, sobre todo ahora, que parece que el furor por el prêt à porter de lujo se ha estancado tras una década de facturaciones estratosféricas. ¿Volverá la era del it bag? ¿Tienen las celebridades de hoy en día tanto poder prescriptor como para que un bolso de cuatro cifras tenga lista de espera gracias a ellas? ¿Necesitan las marcas un modelo de bolso estrella para aumentar su facturación en estos años económicamente inciertos?
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