La fantasía sadomasoquista de Nicole Kidman con un veinteañero en ‘Babygirl’ no seduce a las señoras. Pero despierta conversaciones
Un grupo de mujeres de más de 50 años comenta el ‘thriller’ erótico ‘Babygirl’. ¿Su veredicto? Es demasiado Hollywood, pero al menos propone un retrato del deseo más allá de la menopausia
Cuatro mujeres de 54 a 64 años quedan en un cine de Madrid para ver una película en la que Nicole Kidman, de 57, interpreta a una directiva envuelta en una relación sadomasoquista con un becario 30 años menor que ella(s). Spoiler: las señoras salen algo decepcionadas de Babygirl pero aun así les da para un par de horas de animada charla.
El que fuese el estreno más tórrido de estas navidades en la América post Me Too (en España se ha estrenado el 17 de enero) despertó en EE UU cierto revuelo por su calenturienta temática, pero a estas cuatro espectadoras las ha dejado un poco a medias. Lejos de escandalizarse, la primera opinión que cae sobre los cafés de la tertulia es que el filme resulta un tanto “convencional”. Y eso a pesar de que la premisa voltea tópicos: ella es la jefaza y la infiel; y el becario —un maravilloso Harris Dickinson, que ya hiciera de toy boy en El triángulo de la tristeza— es el objeto de deseo de la mirada femenina que marca la directora Halina Reijn. Fibroso y tatuado, hace hasta un inolvidable bailecito sexy al ritmo del Father Figure de George Michael, temazo de juventud de las espectadoras que se estrenó casi 10 años antes de que él naciese.
“Resulta convencional porque todo es tan perfectito como los árboles de Navidad que salen de fondo en la mitad de las escenas: el marido es buenísimo, a pesar de los cuernos se quieren mucho, la familia se desmorona si ella no está y al final triunfa el amor romántico”, dice Cristina, técnico de producción teatral de 55. “Es un corto alargado”, protesta Carmen, actriz de 64, “la premisa está bien, plantea cuestiones interesantes, pero resuelve mal... ”. Cristina concede: “Al menos retrata el desconocimiento de muchos hombres sobre la sexualidad femenina y la insatisfacción de muchas mujeres”.
En esto están de acuerdo las cuatro. A Henar, 58 años, que se “busca la vida” alquilando habitaciones mientras estudia psicoanálisis, es a quien más le ha gustado: “Por la forma de tratar las fantasías de la mujer, por defender que pasados los 50 seguimos siendo sexuales y porque el chico representa el cambio de mentalidad de una generación que le quita importancia a las jerarquías y los tabús y nos anima a jugar para buscar el placer... ¡Y además es muy lindo!”.
A Regina, restauradora de 54, le ha mantenido en tensión el equilibrio “entre el miedo y el morbo de esa pasión irrefrenable que siente la protagonista” pero cree que la diferencia de edad es un tema superado. “Tengo muchas amigas divorciadas que se han enrollado con hombres más jóvenes, está normalizado”, dice. También, cada vez más en el cine. Aunque el supuesto no es nuevo, ahí está Norma Desmond o El graduado, en estrenos recientes como las ligeras Un asunto familiar (con la propia Kidman y Zac Efron), La idea de tenerte (ambas de 2024) o Bridget Jones: Loca por él (que sale, como no podía ser de otra manera, el 14 de febrero de 2025) que ellas sean mayores no tiene un punto vergonzante sino celebratorio. En la mesa asienten: una se dice “militante de la infidelidad” y confiesa con alegría que ha disfrutado de parejas y amantes décadas más jóvenes. Otra aporta que ha tenido un compañero mucho más joven y otro mucho más mayor: “Y no hay tanta diferencia... Un desastre igual, ¡de los dos me divorcié!”. Entre las risas, la restauradora apunta que “aunque a Kidman se le ven los años, la película no es Harold y Maude”, en referencia al clásico de culto dirigido por Hal Ashby en 1971 en la que un chaval de 19 obsesionado con la muerte tiene una emotiva y libérrima relación con una mujer de 79.
Aunque haberlas haylas, como las meigas, las mujeres mayores siguen siendo excepción en el cine. Sobre todo en el mainstream: según el Centro de estudios de mujeres en cine y televisión de la Universidad de San Diego, que cada año prepara informes sobre la presencia por géneros en las películas más taquilleras de Hollywood la mayoría de los personajes femeninos son veinte o treintañeras, mientras que los hombres son treintañeros y cuarentones y no desaparecen drásticamente pasados los 50, ni siquiera los 60, cuando la presencia de ellas es casi residual. Claro que en 2024 las mujeres solo fueron el 23% de los directores, guionistas, productores, montadores y camarógrafos de las 250 películas más taquilleras.
Puede que la edad del personaje de Kidman se note (y tampoco tanto) en su cuello; pero la menopausia no ha hecho mella en su libido. La mesa comenta risueña y sorprendida que en las tres semanas que dura la trama sorprende que la elegante ejecutiva se acueste con su marido tres o cuatro veces, e incontables con su amante. Eso, además de dirigir una empresa de robótica, tener dos casas perfectas en las que hace fiestones, un armario impoluto de seda y cachemir beige y dos hijas adolescentes. “El dinero ayuda, imagino”, ironiza Cristina, “porque a mí entre el curro y los niños apenas me da tiempo a ir a pilates”.
En 2024 las mujeres solo fueron el 23% de los directores, guionistas, productores, montadores y camarógrafos de las 250 películas más taquilleras.
Lo que lleva la conversación al sexo puro, y no tan duro. El retrato del sadomasoquismo y la dominación es, según todas, “bastante light”. Resulta hasta tierno, cómico incluso, en los titubeos con los que se aproxima la pareja a la práctica (”Ponte a cuatro patas, bah, no te rías”). “Está lejos de ser, por ejemplo, La Pianista, de Haneke, que sí es una historia dura, escabrosa y fascinante”, dice Carmen, la actriz, que puesta a ver sexo en pantalla prefiere el porno que el cine donde no se cree las escenas íntimas.
La más comentada de la película en casi todas las críticas de prensa es con la que arranca el film: Kidman finge un orgasmo con su encantador marido (que además de majo tiene el aspecto de Antonio Banderas) y después corre a masturbarse en secreto viendo porno BDSM para llegar de verdad al clímax frotándose bocabajo sobre la moqueta. Paja fetiche que luego emula su joven amante para llevarla a un orgasmo gutural que la Kidman borda en un primerísimo plano, y que al final aprende a hacerle su marido al que antes la ejecutiva ha recriminado que en 19 años de relación nunca se ha corrido con él. Las contertulias levantan una ceja: vale que muchas mujeres no llegan, y que a veces resulta difícil transmitir los deseos al prójimo, pero cuando este es un marido tan entregado, ganoso y comprensivo cuesta creerlo. También coinciden las cuatro, con un suspiro de admiración y cierta envidia, en que Banderas con la edad está más guapo que nunca.
Lo mejor de la peli, dicen, son los protagonistas, el chico resulta enigmático, y Kidman está fabulosa y valiente (ganó mejor actriz en Venecia por el papel), pero la escena más osada no tiene que ver con el sexo: bajo un fluorescente clínico la CEO se inyecta Botox a pelo solo para que al volver a casa sus hijas le digan “porque te haces esto, tienes cara de pez muerto”, mientras Kidman pone ese gesto congelado ―mohín y mirada intensa— que la condena a hacer siempre de mujer hierática y rica.
“No me ha gustado mucho, toca demasiados temas y solo los deja apuntados”, resume Concha, de 64 años, que ha visto la película sola en un cine de Murcia, “quiere meter muchos asuntos de actualidad y queda raro”. Además de la diferencia de edad, la infidelidad, la dominación y el deseo femenino el filme (y las mujeres que lo han visto) habla sobre las exigencias del poder para las mujeres (”el patriarcado siempre pasa peaje a las que están arriba”), el acoso laboral por desequilibrio (”a ella se lo perdonamos todo ¡porque no se ha corrido en 20 años!”), la responsabilidad social corporativa en la cuarta ola feminista, el consentimiento, la sororidad entre compañeras (o más bien la falta de ella), el tardocapitalismo en general, la llegada de la Gen Z al entorno laboral, la fluidez sexual en la adolescencia... “Invierte muchos roles y eso te hace pensar que está bien”, dice Eva, 57 años, que es funcionaria en temas de violencia de género y la vio con su marido (a quien no le gustó). Ella cree que tanto tema queda desaprovechado y que “daría para explorar en una miniserie”, le interesa en especial “como explora con complejidad los equilibrios de poder que existen en toda relación”.
La directora holandesa, Halina Reijn, con la que Kidman se ofreció a trabajar haciendo gala de su promesa hace años de dejarse dirigir por una mujer cada 18 meses, ha dicho en muchas entrevistas que Babygirl es una carta para aceptar lo más oscuro y vergonzoso de sí misma. Sin embargo estas dos espectadoras no creen que el mensaje sea liberador. “La protagonista está muy encorsetada y muy sola”, dice Eva, que además la ve “muy alejada de la mujer normal”. “Vale que con el muchacho se queda a gusto, pero fuera de ese momentito sigue sufriendo y estresadísima”, añade Concha, “es todo muy agónico, no sé si compensa, yo ya no estoy para sufrir”.
Asun Bernárdez, catedrática de Periodismo en la Complutense y especialista en semiótica y estudios de género de 64 años, se presta a ver la película aunque se aleja de sus gustos. Aun así le resulta “entretenida, bien contada y con una buena factura, aunque no tenga retratos psicológicos muy profundos”. “Es muy americana y algo perversa”, dice coincidiendo con el resto de espectadoras del reportaje, “resulta liberadora y conservadora al mismo tiempo”. Un ejemplo: “Intenta tratar la sexualidad pasada cierta edad pero lo hace a través de una superactriz totalmente fuera de los estándares, que representa la perfección física y la lucha contra el envejecimiento... Así que no te acabas de creer la crítica al edadismo que pretende transmitir el filme”. Y así con todo: la clase, el feminismo en la empresa, la supuesta liberación de las prácticas masoquistas...
Lo que sí encuentra disruptivo la académica es el final: “En la mayoría de las narrativas en las que la mujer se deja llevar por el deseo o el capricho es castigada por ello, generalmente con la muerte, como ocurre en la propia Hedda Gabler, la obra de Ibsen que está dirigiendo el personaje del marido en Babygirl”. Al final de esta película sin embargo el marido aprende a darle lo suyo como le gusta a su mujer y la esposa aprende de su hija y su joven amante a aceptar sus fantasías sin tantos rollos. Puede ser ñoño, “como de cuento”, dice la experta, pero rompe con una larga tradición de mujeres castigadas por pedir lo que les gusta.
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