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Asexuales incomprendidos: ‘Slow’, la película que les da visibilidad sin juzgarles

Los mitos son los responsables de que la gente asexual sea constantemente cuestionada. La recién estrenada película ‘Slow’ (Filmin) es una de las primeras producciones cinematográficas en abordar de manera frontal

Escena de la película 'Slow'
Una escena de la película 'Slow'.M-Films / Frida Films

Inmersos en el mes del Orgullo, al examinar las siglas LGTBIQA+, resulta llamativa la controversia que aún hoy genera la A, que responde a la asexualidad, la orientación sexual que se caracteriza “por no sentir atracción sexual hacia otras personas o sentirla poco intensa, poco frecuente o bajo circunstancias determinadas”, como señala Asexual Community España, la Asociación española para la bisexualidad. En Asexuality: prevalence and associated factors in a national probability sample el psicólogo Anthony F. Bogaert concluyó que aproximadamente, un 1% de la población es asexual. 20 años después de este estudio, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), tras haber puesto en marcha una encuesta sobre las relaciones sociales y afectivas, señala que el 0,4% de los españoles participantes en el análisis afirma ser asexual.

La película Slow, disponible en Filmin, de la directora lituana Marija Kavtaradze, es una de las primeras producciones cinematográficas en abordar de manera frontal la asexualidad. La cineasta lituana Marija Kavtaradze escribe y dirige esta película cuyos personajes principales son Elena, que imparte clases de baile, y Dovydas, que trabaja como intérprete de lenguaje de señas. En el momento en que se conocen, se establece un hermoso vínculo entre ellos. Sin embargo, su relación es puesta a prueba cuando Dovydas le confiesa a Elena que tiene sentimientos románticos por ella, pero es asexual, es decir, no siente y nunca ha sentido deseo sexual por otra persona. “Trata sobre diferentes necesidades físicas y cómo estas afectan a una relación, la relación con nuestro propio cuerpo, las expectativas que tenemos sobre cómo debería ser una relación romántica, los roles de género en las relaciones y la necesidad de obtener aprobación a través del deseo y el sexo. Sobre todo trata de la autoaceptación y la honestidad con uno mismo y con los demás”, asegura Kavtaradze a la plataforma. “La sexualidad es un espectro tan amplio que a veces es complicado representarla de una manera precisa, sobre todo porque cada pareja es un mundo, y además también puede cambiar con el tiempo”, señala.

“2,5 años de celibato y, sinceramente, nunca he estado mejor”, aseguró Julia Fox en los comentarios de un vídeo de Tik Tok que muestra una desafortunada campaña de Bumble en la que la dating app intenta bromear acerca del celibato, haciendo así que la orientación sexual menos tratada se haya adentrado en los debates y charlas más candentes del momento. Sin embargo, es importante no confundir el celibato con la asexualidad, pese a que comparten algunas similitudes superficiales. “El celibato se refiere a la decisión personal de abstenerse de tener relaciones sexuales, generalmente por razones religiosas, espirituales o personales. Por otro lado, la asexualidad es una orientación sexual caracterizada por la falta de atracción sexual hacia otras personas. La confusión surge porque ambas situaciones implican la ausencia de actividad sexual, pero las motivaciones detrás de cada una son diferentes. Mientras que el celibato es una elección consciente, la asexualidad es una orientación sexual innata que no implica necesariamente una elección de abstenerse del sexo”, explica Valérie Tasso, escritora, sexóloga y embajadora para España de la marca de objetos de placer y bienestar sexual LELO. Comenta que además, la falta de comprensión sobre la diversidad sexual lleva a que la asexualidad sea pasada por alto o malinterpretada, lo que puede hacer que las personas asocien erróneamente la falta de interés en el sexo con la elección del celibato.

En ‘Revolución (a)sexual’ (G, 2022), Celia Gutiérrez enumera algunos de los mitos más extendidos acerca de la asexualidad, un concepto que por cierto, no recoge la RAE, que únicamente cuenta con el término “asexual”. Una advertencia: los mitos no son pocos… “Las personas asexuales son así porque tienen una opinión conservadora sobre las relaciones sexuales o porque no tienen una educación sexual adecuada”. “Las personas asexuales se creen superiores por no tener relaciones sexuales/están en contra de las relaciones sexuales”. “Una persona asexual en realidad se está reprimiendo”. “Las personas se vuelven asexuales porque no consiguen tener parejas (sexuales/románticas)/son tímidas”. “A la gente le resulta indiferente si alguien es asexual, la reivindicación es innecesaria”. “Hay personas asexuales que tienen relaciones sexuales, por lo tanto son normativas y no sufren opresión”. “Las personas asexuales adolescentes son muy jóvenes para saber que lo son”. “No se puede saber si se es asexual si nunca se han mantenido relaciones sexuales”. “Es asexual porque no ha encontrado a la persona adecuada”. “Si [inserte condición], no se es asexual de verdad”. “La asexualidad es una moda/invención/fase”. “Es imposible ser asexual, porque no se puede vivir manteniendo [pocas/ningunas] relaciones sexuales”. “La asexualidad no es una orientación sexual”. “Las personas asexuales no sufren opresión, ser asexual nunca ha sido ilegal/no son maltratadas físicamente”. “Eso le pasa a todo el mundo, todas las personas pasamos por una época en la que estamos asexuales”, señala. “El deseo sexual y la atracción sexual son cosas distintas, no tiene por qué estar relacionado uno con el otro. Recomiendo la página de Asexualpedia (¡y mi libro!) para comprender en su totalidad en qué consiste cada uno. La idea básica es que el deseo sexual/libido es lo que se conoce coloquialmente como “estar caliente”, sin más, mientras que la atracción sexual es lo que ocurre cuando el deseo sexual está focalizado en una persona en específico. Por tanto, puede haber libido sin sentir atracción sexual”, asegura.

La importancia de la visibilidad de la orientación más invisibilizada

Como recalca Tasso, la falta de representación asexual en la cultura popular y en las narrativas mediáticas ha imposibilitado que muchas personas encontraran personajes o historias con las que identificar su experiencia asexual. “La visibilidad y representación son cruciales para la normalización y aceptación de cualquier orientación sexual”, dice tajantemente. La serie Heartstopper logró gracias a Netflix llevar al universo mainstream tramas en las que la transexualidad, los trastornos de alimentación y cómo no, diferentes experiencias a la hora salir del armario eran esenciales, pero en la primera temporada de la aclamada adaptación audiovisual de las novelas de Alice Oseman, cuyo epicentro narrativo se centra en el romance entre Nick Nelson y Charlie Spring, algunos echaron en falta la presencia de la asexualidad. Fue en la segunda temporada en la que en una conmovedora y reveladora escena, el personaje de Isaac Henderson, hasta entonces retratado como un tímido y empedernido lector, descubre a través de las palabras de un chico que es asexual. “Hablo de mi experiencia como una persona asexual y arromántica. En un mundo en el que el romance y el sexo se valoran por encima de todas las cosas, cuando no sientes esas formas de atracción, creces sintiendo que hay algo en ti que es diferente, pero no encuentras palabras para describirlo. Por eso, cuando las descubres, sientes libertad y euforia al liberarte de expectativas y presiones”. Esas son las palabras que hacen al personaje identificar su identidad sexual. La propia Oseman, que se identifica como asexual y arromántica, escribió ‘Sin Amor’(Fandom Books, 2021), una novela cuya protagonista también lo es. De hecho, al leer un extracto del libro, resulta más sencillo comprender el monólogo de Heartstopper. “Ideé un plan. Muy pronto iría a la universidad. Allí tendría la oportunidad de reinventarme y convertirme en alguien que fuera capaz de enamorarse, alguien que encajara con mi familia, con la gente de mi edad, con el mundo. Haría un montón de nuevos amigos. Me apuntaría a todos los clubes. Tendría un novio. O una novia, si acaso. Una pareja. Tendría mi primer beso, y tendría sexo. Yo solo era una flor tardía. No iba a morir sola. Lo intentaría con más ganas. Quería ser amada para siempre. No quería vivir sin amor”. Esas palabras hacen que la idea de la libertad resultante de deshacerse de ataduras y expectativas cobra absoluto sentido.

Muchas personas se preguntaban tras ver Slow por qué el personaje Dovydas, asexual, no tiene una relación con alguien que también lo sea. A lo largo de la película, en diversas ocasiones, tiene que frenar de alguna forma a su pareja, y tener que justificar constantemente su orientación conlleva para él un desgaste emocional significativo. “Las personas asexuales pueden sentirse incomprendidas, aisladas o presionadas para conformarse a normas sociales que no se ajustan a su identidad. Esto puede resultar en ansiedad, estrés, baja autoestima y en algunos casos, depresión. Es esencial que las personas asexuales reciban apoyo y comprensión tanto de sus seres queridos como de la comunidad en general para reducir estos efectos negativos”, dice Claudia Melgar Escribano, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja en Ruth González Terapia. Asegura que por ello, a nivel terapéutico resulta vital tener una actitud comprensiva, mientras que el círculo cercano a estas personas podría proporcionar un entorno seguro para compartir cómo se sienten y qué implica para ellos ser asexual. “La clave para mantener una relación sentimental en esta situación es la comunicación abierta y sincera. Es importante que ambas partes expresen sus necesidades, deseos y límites con claridad. La pareja debe trabajar de manera conjunta para encontrar formas de satisfacer las necesidades emocionales y físicas de ambos, lo que podría incluir compromisos y acuerdos específicos sobre la intimidad física. La comprensión, la empatía y el respeto mutuo son fundamentales para el éxito de cualquier relación, independientemente de las orientaciones sexuales”, explica.

Otra de las escenas más analizadas de Slow es aquella en la que la protagonista descubre que su pareja, asexual, se ha estado masturbando en el baño. “La perspectiva de que las personas asexuales no se masturban demuestra que este hecho no es necesariamente cierto, lo que puede resultar desconcertante para las personas que están familiarizadas con esta creencia. Por otro lado, el sentimiento de excitación puede surgir sin el deseo de encontrar una pareja, por lo tanto, sí, algunas personas asexuales se masturban”, señala el equipo de LELO.

El motivo por el que la asexualidad es una de las orientaciones sexuales más invisibilizadas, asegura Celia Gutiérrez, es que es una de las que menos recorrido histórico en activismo y labores de visibilidad tiene. “La reivindicación es tan reciente que aún resulta desconocida para muchos sectores de la población. La invisibilización es uno de los grandes problemas de la comunidad asexual. Además, la asunción de que todas las personas sienten atracción sexual e interés en el sexo es una idea que está profundamente arraigada, por lo que es mucho más difícil de erradicar que otras preconcepciones sobre el sexo, como asumir que todas las personas son hetero, por ejemplo”, explica.

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