Francis Kurkdjian, perfumista: “No me importa el mercado. Creo que yo soy el que más le influye”

Se podría debatir si Francis Kurkdjian (París, 55 años) es el mejor nariz de la actualidad, pero no cabe duda sobre su capacidad para conectar como nadie con el público, al que ofrece lo que este aún no sabe que necesita. Lo hizo en 1995 con su primera fragancia, Le Male de Jean Paul Gaultier, en 2003 con Narciso Rodriguez For Her o en 2015 con su título más viral, Baccarat Rouge 540. El mundo huele a sus transgresoras creaciones, pero no quiere pensar por qué. Es tan afilado como frugal en sus respuestas, pero resulta refrescante escuchar un discurso que no se atiene a convenciones y que se escapa del tamiz del marketing. Aparece al otro lado de la videollamada con un cigarrillo en una mano, mientras con la otra va oliendo muestras en frascos. Desde 2021 es director de creación de perfumes en Dior y en 2009 fundó su propia firma, Maison Francis Kurkdjian. Para esta última versiona ahora el que fue uno de sus primeros lanzamientos, Apom (A part of me), una reinterpretación sin género.

El dosier dice que el nuevo Apom es un pentimento, término que alude al cambio de percepción de un artista sobre su obra con el tiempo. ¿Cómo ha evolucionado su mirada?

Honestamente, no lo sé. No tengo tiempo para reflexionar sobre mí de esa forma. No se trata de mí, sino de lo que siento y en este caso sentía que mucha gente se estaba perdiendo Apom. Hace 15 años la versión femenina surgió de la masculina y cuando decidí relanzarlo pensé que quería fusionarlas. Pero no lo analizo.

¿Y de alguna manera sintió que ahora el mercado estaba preparado para una versión unisex?

No me importa el mercado y no pienso en absoluto en él. Está plagado de falsificaciones de Baccarat Rouge, se inspira demasiado en lo que hacemos porque creo que yo soy el que más le influye.

Desde luego tiene un punto de vista muy distinto, quizá por sus orígenes, ajeno a Grasse, o por su formación de bailarín.

Puede ser, pero tampoco me lo pregunto. Creo que esa es su tarea, analizarlo, porque tiene más distancia. Yo soy quien soy. Cuando hace 15 años creé la maison lo hice porque quería tener libertad de discurso. No es que no disfrutara de mi trabajo con otras marcas, pero cuando colaboras con otros tienes que encajar.

Hizo su primera instalación olfativa en Versalles en 2006 y desde entonces ha intervenido con fragancias el Grand Palais o la Villa Médicis, exposiciones y hasta óperas. El uso de aromas como parte de experiencias artísticas no está muy desarrollado. ¿Menospreciamos el olfato?

Hay menosprecio, claro. Además, pocos perfumistas tienen un enfoque artístico, están más orientados al mercado. No es su culpa, porque trabajan en un entorno que está impulsado por el marketing. Nuestra casa se asienta en la creatividad y tal vez, no lo digo rotundamente, esa sea la razón por la que somos diferentes.

Parece que algo está cambiando. Usted ha recreado el perfume de María Antonieta, la Comisión Europea tiene un proyecto para recuperar el pasado olfativo…

Podemos escuchar la música de Mozart, Bach o Chopin y admirar un Velázquez, ¿por qué no íbamos a oler algo del pasado? A María Antonieta podemos verla en retratos, escuchar su música, rodearnos de su mobiliario. ¿Por qué no usar su perfume?

¿Y cómo cree que huele el mundo hoy?

No tengo ni idea, sería muy variado. Es como la moda, ¿podría describir la moda del presente?

Diría que las tendencias van más rápidas que nunca...

Se podría decir lo mismo del perfume. No hay tendencias, hay muchos lanzamientos y nadie sabe exactamente cuál perdurará. Cuando creamos Baccarat nadie sabía que tendría este éxito.

Muchos defienden que hoy triunfan las fragancias opulentas, siguiendo la estela de Baccarat.

Sí, pero hace 10 años no lo hubieran imaginado. Es muy duro predecir qué va a ser tendencia y qué no.

Pero de alguna manera usted sabe conectar.

Debes tener una buena historia. La historia impulsa mi creatividad, así que necesito encontrar una apasionante, algo que disfrute, pero que no haya sido contado.

Así que todo empieza con palabras, no imágenes.

No soy alguien al que le gusten las imágenes, porque se ponen delante y te cierran la mente. ¿Con qué imagen representarías la diversidad? Si tienes que usar un rostro para hablar de ello ya estás limitándote. En cambio las historias son universales.

¿Y cómo lo hace con los mismos ingredientes de siempre?

Para mí un ingrediente no es un perfume.

Sería una composición.

Mozart compuso sus piezas musicales con instrumentos antiguos y hoy, si conservas esa melodía, puedes replicarla de forma moderna. Para mí no es tan importante el ingrediente en sí, sino la melodía.

¿Qué es lo que más disfruta a día de hoy?

¿Lo que más? Eso supondría decir que hay algo que disfruto más y algo menos, que hago cosas que no me gustan. ¿Y por qué vas a hacer algo que no te gusta, especialmente siendo el jefe?