Francis Kurkdjian, el creador del perfume que se ha hecho viral en las redes sociales
El nariz francés es el artífice de Baccarat Rouge 540, la fragancia que más conversación ha generado en Instagram y TikTok en 2022 y una de las más vendidas y copiadas. Ahora, tras su éxito arrollador, lucha para que se reconozca la propiedad intelectual en el negocio del perfume
Algunos creen que Francis Kurkdjian (París, 53 años) es la mejor nariz del mundo, de los que quedan vivos y en ejercicio. Para dar con él hay que llegar a un edificio antiguo de la calle Étienne Marcel en París. El viejo ascensor, clausurado con un candado gigante, avisa de que la única opción disponible son unas oscuras escaleras de madera, cubiertas con una alfombra roja. Ningún aroma sofisticado señala el camino, ningún código del lujo clásico. La puerta del piso donde Kurkdjian tiene su oficina es pequeña y de madera antigua. Hasta que alguien de su equipo aparece con una gran sonrisa no estoy segura de haber llegado al lugar correcto. Pero sí. Una vez dentro, en un despacho —con tres balcones y un naranjo— está el creador de Baccarat Rouge 540, una de las fragancias más vendidas (y copiadas) de los últimos cinco años. Kurkdjian, de origen armenio, es la versión tímida de lo que podríamos llamar un hombre de éxito. Y lo sabe. Hoy tiene pocas ganas de hablar. Son las ocho de la mañana.
No hay muchas casas de perfumes que lleven el nombre de su creador. El de nariz ha sido durante siglos un trabajo en la sombra. El propio Kurkdjian, después de más de una década en la industria y habiendo firmado grandes best sellers como Le Male, de Jean-Paul Gaultier, continuaba siendo un perfecto desconocido cuando se encontró en una cena con Marc Chaya, hoy cofundador de Maison Francis Kurkdjian. Poner su nombre en un frasco y en una marca fue idea de él, cuando se conocieron en 2003 Chaya se sorprendió porque a pesar de todo el éxito de Francis su nombre ni siquiera le sonaba. Le pareció que la industria era “injusta” con los perfumistas.
Dice Kurkdjian que en su familia no había “ni rastro” del oficio. Sin embargo, cada mañana su abuelo juntaba varias esencias y creaba su propio perfume. “Lo miraba fascinado y orgulloso, pero nunca pude descubrir la fórmula”. A su abuela la recuerda cariñosa, besucona, y envolviéndolo en su olor de siempre: Femme, de Rochas. “¡La tengo grabada en la piel!”. Su madre, en cambio, se cansaba rápido: “Pasaba de aromas frescos como First, de Van Cleef & Arpels, o Fidji, de Guy Laroche, al contundente Mitsouko, de Guerlain. Creo que era muy moderna para su época”. Su padre olía siempre a lo mismo: Kouros, de Yves Saint Laurent.
Al niño Francis el mundo de las fragancias no le interesaba nada, quería ser bailarín clásico. Después de algunas clases con un profesor del ballet de la Ópera de París y una carrera corta en la danza se interesó por la costura y la moda, pero tampoco funcionó. “Tenía 14 años cuando descubrí en una revista que los diseñadores no eran los que creaban sus fragancias, que había gente detrás y que eso era un trabajo. Ya entonces me pareció que un perfume es alta costura, incluso está más cerca de la piel que cualquier prenda”. Tras semejante descubrimiento se matriculó en el Instituto de Perfumería de Versalles (ISIPCA, por sus siglas en francés). Sería perfumista.
A los 25 años ya había creado Le Male, de Jean-Paul Gaultier, luego siguió una larga lista: For Her (Narciso Rodriguez), Green Tea (Elizabeth Arden), Le Parfum (Elie Saab), y así hasta 40 fragancias que llevan años entre las más vendidas del mundo. Doce años de mundo corporativo en grandes empresas lo dejaron con ganas de libertad e independencia. En 2009 fundó su marca homónima junto a Chaya, y grabó su nombre en frascos y etiquetas: Maison Francis Kurkdjian.
Francis aún sigue trabajando para los grandes: desde 2021 es el director creativo de fragancias de Christian Dior, pero ahora él es uno de ellos. Su nombre está por todas partes. La publicidad de su última fragancia, 724, inspirada en la energía de las calles de Manhattan y, concretamente, en esta frase de Simone de Beauvoir del libro America Day by Day: “Hay algo en el aire de Nueva York que hace que dormir sea inútil”, cubre las marquesinas del centro de París y el edificio de Galeries Lafayette, pero también los almacenes Saks Fifth Avenue de la propia Nueva York. En 2017 el emporio de lujo LVMH adquirió una acción mayoritaria de Maison Francis Kurkdjian para acelerar su expansión internacional, especialmente en Rusia y China. A finales de 2022 la maison, que se sigue adjudicando el adjetivo independiente pero rechaza el calificativo de marca nicho, está presente en 700 puntos de venta de 45 países. A España ha llegado de la mano del Grupo Isolée y de Le Secret du Marais, y se vende en diez puntos de venta, de los cuales seis pertenecen a Isolée.
“Sigue siendo un desafío crear bajo las órdenes de otro, pero no es más fácil ni más difícil que hacerlo para mi propia marca. Cuando trabajo para grandes casas tengo una fecha de entrega y un presupuesto. Con frecuencia mi creación es testada en un estudio de mercado. En cambio, en mi marca me encargo de todo, desde el nombre de la fragancia hasta el packaging. No me puedo esconder y mi inspiración es todo lo que tengo. El marketing está al servicio de una visión artística genuina. Eso es único en la industria”, precisa Kurkdjian.
La fragancia que más conversación ha generado en las redes sociales en 2022 es Baccarat Rouge 540, una de las obras maestras de Francis Kurkdjian. Es la conclusión de una encuesta online del sitio británico de ofertas Hey Discount, que ha analizado también los datos anuales de búsquedas en Google (5.967.000), las vistas de TikTok (110.700.000) y los hashtags de Instagram (205.707). “El éxito es a veces impredecible. Creo que la gente se ha obsesionado con ese olor porque tiene una huella olfativa única que hemos conseguido con una composición floral a madera y ambarina”, razona Kurkdjian. La historia de Baccarat Rouge 540 es una sucesión de casualidades. Fue un encargo de Baccarat en 2014 para celebrar su 250º aniversario y solo se lanzaron 250 frascos numerados. Una colección limitadísima. “Pero la gente se volvió loca y se agotó inmediatamente”, recuerda el perfumista. A los pocos meses la relanzaron como parte de su colección permanente con el frasco cuadrado y minimalista característico de la maison. Baccarat Rouge 540 es también una de las fragancias más copiadas del mundo. Algo que indigna a Kurkdjian. “Es una vergüenza, promover la compra de copias va en contra de los derechos de autor. Un grupo de perfumistas nos hemos unido para luchar por que se reconozca la propiedad intelectual en el mundo del perfume”, dice.
En su oficina, Kurkdjian trabaja junto a su antiguo minilaboratorio de aromas, un maletín de trabajo que guarda todas las fragancias posibles. En pequeños frascos, algunos transparentes y otros de color ámbar, se conservan todo tipo de esencias. Recuerda a las pociones mágicas de un alquimista. Algunas de ellas huelen francamente mal. Solo él sabría sacar de ahí un gran perfume.
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