Jaume Marrugat, epidemiólogo: “Si no puedes dejar de mirar un par de horas la pantalla es que tienes un problema”
El investigador acaba de recibir una ayuda para realizar el análisis genómico de una cohorte de más de 100.000 personas y estudiar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares
El epidemiólogo Jaume Marrugat (Barcelona, 68 años) es una especie de centinela de la salud cardiovascular. Un vigía de las cardiopatías, sus factores de riesgo y de cómo prevenirlas. Hace más de 30 años que alumbró el Regicor (Registre Gironí del Cor, en catalán), un proyecto de investigación con una cohorte de 23.000 gerundenses para estudiar las dolencias cardiovasculares. “Descubrimos que en el sur de Europa teníamos una incidencia y una mortalidad por enfermedades del corazón un poco más pequeñas que en países del norte de Europa. También vimos que las mujeres que tenían un infarto se identificaban demasiado tarde y eso no podía atribuirse solo a la edad, sino que era un problema de reconocimiento de la enfermedad”, rememora.
Aquellos hallazgos, asegura, tuvieron mucho impacto en la investigación global. A partir de ellos, se descubrieron algunas cosas —como la influencia de la dieta mediterránea en la salud cardiovascular— y se corrigieron otras: “Penetramos en la comunidad médica para que se supiese [que los infartos en mujeres se detectaban demasiado tarde] y hemos constatado que, en los últimos 30 años, se han logrado mejoras sustanciales: la mortalidad y las complicaciones en mujeres con un infarto son prácticamente iguales a las de los hombres”.
A pesar de la mejoría, Marrugat, que es investigador del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, sigue vigilando minuciosamente las enfermedades cardiovasculares de la población. De hecho, está a punto de zambullirse en otro ambicioso proyecto para determinar el riesgo genético de sufrir estas dolencias: el Instituto de Salud Carlos III le ha otorgado una ayuda de casi cinco millones de euros para realizar el análisis genómico completo de una cohorte de más de 100.000 personas.
Pregunta. ¿Qué va a hacer con tanto dinero?
Respuesta. Trabajar muchísimo. Los estudios genéticos, es decir, la asociación entre las características genéticas y una enfermedad, como es la coronaria, son muy caros. Y, además, si lo quieres hacer bien, necesitas incluir a mucha gente. Nosotros hemos aprovechado que, como epidemiólogo, conozco a muchos grupos en España que ya tenían cohortes organizadas y estaban analizadas, pero que nadie las había puesto juntas: entre todas, llegan a 170.000 personas, de las que 101.000 todavía tienen ADN congelado.
P. ¿Cuál es el plan? ¿Qué van a hacer?
R. Lo primero, unir todos los datos, todas las variables. Luego, de la gente que guarda ADN, no a toda se le ha extraído ADN de la célula y hay que sacarlo. Eso lo iremos enviando al Centro Nacional de Genómica, que está en Galicia, y les mandaremos tandas de muestras. Ellos nos irán retornando el resultado genómico de más de cuatro millones de características genéticas de cada individuo.
P. ¿Qué esperan encontrarse?
R. Esa es la parte más estimulante porque la idea que tenemos es, primero, verificar que lo que se ha descubierto hasta ahora también lo encontramos nosotros. Segundo, sabemos que cada región del mundo tienen unas características genéticas diferentes y, por tanto, lo que encontremos en nuestra región será importante para nosotros porque nos permitirá personalizar la medicina: podemos hacer un chip de determinación genética que nos permita saber cuál es el perfil genético que tiene una persona y decirle: usted, con este perfil genético y aquí, tiene este riesgo de desarrollar estas enfermedades del corazón.
P. ¿Se podrá saber si una persona va a sufrir un infarto?
R. Por ejemplo. Pero esto es probabilístico, no determinista. Actualmente ya tenemos pruebas diagnósticas que, con una docena de características genéticas, pueden predecir con bastante precisión quién tiene un riesgo genético alto o bajo. Pero tener un riesgo genético alto no quiere decir que, necesariamente, vayas a tener un infarto a los 50 o a los 60, sino que aumenta mucho tu riesgo. Entonces, dependerá mucho de ti porque el 50% es genético, pero el otro 50% son otros factores de riesgo.
Me preocupa que los niños vivan una vida de pantallas, porque eso sustituye a hacer ejercicio
P. ¿Qué otras variables juegan en contra?
R. Están los factores de riesgo que abordan los médicos, como la hipertensión, el colesterol y la diabetes. Pero después, están todos los relacionados con el estilo de vida: la dieta, la actividad física y también el nivel socioeconómico. Este último es un determinante muy importante de las enfermedades cardiovasculares y está muy determinado por el nivel educativo, por dónde naces: el nivel socioeconómico, de alguna manera, lleva asociado el conocimiento y la capacidad de comprender los riesgos.
P. ¿Hay más?
R. También hay otro factor que tenemos poco en cuenta, que es la contaminación atmosférica y luego están las adicciones: el tabaco es la primera, pero tenemos otras que nos dan mala vida y nos llevan al sedentarismo. Por ejemplo, la adicción a las pantallas. Nos preocupa que la gente más joven, los niños, comiencen a vivir una vida de pantallas desde muy pequeños porque vivir esa vida de pantallas sustituye salir a la calle, jugar al fútbol, ir a correr o hacer ejercicio. Si perdemos el hábito de hacer ejercicio muy pronto en la vida, ya no lo recuperaremos.
P. ¿La adicción a las pantallas es un nuevo factor de riesgo cardiovascular?
R. Clarísimo. La adicción a las pantallas puede ser un importante factor de riesgo cardiovascular cuando se asocia a sedentarismo y mala alimentación.
P. ¿Qué entienden por consumo excesivo o adicción a las pantallas?
R. Seguramente, un psicólogo o un psiquiatra tendría más criterio que yo para definirlo, pero creo que uno se tiene que autoanalizar y ha de tener en cuenta que, si en algún momento se siente ansioso por no haber mirado la pantalla, eso es un mal indicador. Es decir, si tú no eres capaz de controlarlo y estás continuamente mirando, si no puedes parar un par de horas de mirar la pantalla es que tienes un problema.
P. Hay una recomendación muy controvertida a propósito de la prevención cardiovascular: tomarse una copa de vino con la comida. ¿Cómo lo ve?
R. Este es un tema muy complicado porque se mezcla con el problema de la adicción: hay gente que se convierte en alcohólica y otros que pueden beber una copa cada mes y no pasa nada; por tanto, si te toca la adicción tienes un problema muy grave. Otra cosa no debatible, además, es el conocimiento científico que tenemos del efecto del alcohol: cualquier consumo, por pequeño que sea, hace aumentar la mortalidad general y, aunque baje un poco en el caso de la cardiovascular, es irrelevante porque baja la muerte cardiovascular, pero sube la digestiva, por ejemplo. Es decir, al final, la mortalidad global no para de subir. Con una copa al día, el aumento de riesgo es pequeño, pero significativo: la persona que bebe una copa al día vive menos que una que no bebe. Ahora, cada uno que haga en su vida lo que quiera, pero creo que a los médicos nos tienen prohibido deontológicamente que recomendemos cualquier tipo de consumo de alcohol. Y si un médico lo hace es un irresponsable.
P. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en el mundo. ¿Por qué esto no mejora?
R. Sí que mejora, pero muy poco a poco. ¿Por qué? Porque no somos inmortales y, al final, lo que estamos haciendo es retrasar la aparición de este tipo de complicaciónes. Pero el que tiene la predisposición, aunque se cuide mucho, mucho, mucho, probablemente no tendrá un infarto a los 50 o los 60, pero quizás lo tiene a los 90. Lo que hemos hecho es empujar [la enfermedad cardiovascular] a edades más avanzadas.
P. Entonces, ¿no se está haciendo tan mal en términos de prevención?
R. En absoluto. Podemos estar muy contentos. Estaríamos más si no hubiese nada [de problemas cardiovasculares], pero eso es bastante difícil. El sistema sanitario, la atención primaria, ha hecho muycho por la prevención. La asistencia ha disminuido mucho la mortalidad: en 1978, la mortalidad por infarto de miocardio de los que llegaban al hospital era del 18% y actualmente no llega al 4%. Es decir, si tienes un infarto y consigues llegar al hospital, la probabilidad de que te mueras es pequeña. Y creo también que los ciudadanos se han hecho más conscientes del problema. Vamos a mejor, pero continúa siendo la primera causa de muerte.
P. ¿Dónde queda margen de mejora?
R. Tenemos que procurar minimizar la gente que necesita asistencia y eso se hace desde la prevención. Creo que también hay que tratar el tema de la contaminación atmosférica y nos queda personalizar la prevención: esto quiere decir tener en cuenta factores individuales como, por ejemplo, el perfil genético, que es único en cada persona y si no lo conoces y lo ignoras, estás perdiendo una oportunidad.
Si un médico recomienda cualquier tipo de alcohol es un irresponsable”
P. Con la pandemia de covid, los cardiólogos advertían de que estaban viendo infartos muy graves. ¿Cuánto ha afectado la crisis sanitaria a la epidemiología cardiovascular?
R. Lo que sabemos es que, de repente, bajó el número de casos porque la gente se quedó en casa por miedo a ir al hospital: los que tuvieron un infarto pequeño, lo pasaron y no ocurrió nada, pero aquellos infartos grandes son de personas que esperaron mucho. Sabemos también que este virus producía lesiones cardíacas y hay una relación: la covid afecta al corazón seguro. Por tanto, este tipo de afectación va en paralelo a la propia enfermedad coronaria que había en la sociedad y se ha producido una mezcla que es muy difícil de aclarar. Nos quedarán un par de años oscuros en la historia de la epidemiología cardiovascular. Lo que está claro es que ha afectado, de una forma u otra: los que tuvieron infartos muy pequeños se los han pasado en casa y, probablemente, poco a poco se irán incorporando a la prevención secundaria porque ahora, de momento, se han quedado allá arrinconados; y los más graves, arrastrarán la gravedad todo el resto de su vida.
P. La enfermedad cardiovascular es una de las áreas médicas más estudiadas, ¿qué les falta por saber?
R. Nos falta establecer muy bien cómo funcionan los mecanismos de producción de la arterioesclerosis y cómo podemos modificar el curso de esta patología, de este depósito de grasa en las arterias. ¿Por qué hay personas que llegan a los 90 años y no tienen ninguna lesión arteroesclerótica? Necesitamos penetrar más en los mecanismos y entender qué hace que se desequilibre la capacidad de extracción del colesterol de las arterias.
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