El iPhone 12 se vende sin cargador ni auriculares: ¿ecologismo, postureo o negocio?
La compañía da un paso hacia la política europea de reducción de desechos electrónicos, aunque mantiene su negativa respecto a la adopción de un cargador universal
La presentación el martes pasado del iPhone 12 no solo trajo la novedad de su compatibilidad con el 5G. En la caja del nuevo modelo el comprador no encontrará ni un cargador ni unos auriculares. Únicamente, el teléfono y un cable de USB-C a Lightning. Una medida que afectará también a partir de ahora al resto de smartphones de Apple a la venta. Según la tecnológica, eliminar estos elementos reduce tanto las emisiones de dióxido de carbono como la minería de materiales empleados en estos productos. La polémica está servida: ¿lucha contra la emergencia climática, postureo o negocio?
Este cambio de rumbo es un paso a favor de la línea planteada en los últimos años por las instituciones europeas. La Comisión tiene como objetivo primordial reducir el impacto medioambiental de los desechos electrónicos. De acuerdo con su último estudio, publicado en febrero, las compañías han de apostar por las llamadas medidas de disociación. O, lo que es lo mismo, vender teléfonos sin cargadores. El Parlamento también apuesta por estas políticas. En una resolución aprobada en enero por una amplia mayoría, exigía que los consumidores no estuvieran obligados a adquirir un nuevo cargador cada vez que compraran un dispositivo.
Sin embargo, Apple rechaza la que sería la medida más respetuosa con el medio ambiente: aceptar un cargador universal para todas las marcas. Desde la Unión Europea preveían que este verano quedaría resuelto el problema, pero los planes de Cupertino, como quedó patente en la presentación del iPhone, van por otro camino. No están dispuestos a renunciar a su propio cable, el Lightning —salvo en los iPad Pro, que utilizan el USB-C desde hace dos años—. Entienden en la tecnológica que adoptar un cargador único, diferente al suyo, socava la innovación en vez de alentarla y daña tanto a los consumidores como a la economía general.
Al margen de saber si la Unión Europea conseguirá doblegar a Apple, la nueva estrategia introducida con la comercialización del iPhone 12 alienta el debate sobre cuáles son sus verdaderas intenciones. La compañía argumenta que quitar los auriculares y el cargador de la caja reduce la huella de carbono en la logística y la distribución al disponer de un 70% más de almacenamiento en un mismo palé, entre otras muchas ventajas. Según sus previsiones, estos cambios equivalen a sacar de la carretera unos 450.000 coches al año.
La otra cara de la moneda es el beneficio que obtiene. Los costes de producción son menores y el margen que obtiene es mayor en un área, como la venta de terminales, que representa el 54,7% del total de ingresos anuales. Como explica Miguel Ángel Morcuende, experto en transformación digital, es una forma de generar nuevas demandas en el consumidor. “Crea fuentes de ingresos adicionales, como que los nuevos usuarios necesiten comprar cascos y cargadores que no tenían previamente. Por no mencionar que, previsiblemente, estemos ante una tendencia que vaya a ser habitual entre el resto de competidores”.
Morcuende asegura que uno de los pilares de Apple es la innovación, adelantarse al mercado. Dos ejemplos muy evidentes: los AirPods y el iPad. Fue la primera tecnológica que apostó tanto por unos cascos inalámbricos pequeños como por las tabletas. Las demás compañías solo han podido seguir a rebufo la realidad impuesta desde Cupertino. “Lanzan nuevos productos, diversifican la producción y aceleran un cambio en la sociedad. Es una forma de imponer tendencias”, zanja.
Más complementos, más dinero
Apple sí entrega un cable (sin cargador para el enchufe eléctrico) con el teléfono. Así que es verdad que podemos utilizar cualquier puerto USB-C para cargarlo, como los de un ordenador. En cambio, si queremos no quedarnos sin batería y solo tenemos enchufes a mano, necesitaremos un adaptador de corriente. Apple los vende por 25 euros. Obviamente, cada usuario decidirá si opta por comprárselo o prefiere una marca blanca; pero, con la nueva política de Cupertino, es una nueva línea de negocio. “Esto va de obtener el mayor beneficio posible por cada iPhone vendido. Y ahora podrán ganar más dinero con la venta de complementos, no solo con el propio teléfono”, razona Guillermo de Haro, profesor de sistemas en el IE.
Tampoco conviene pasar por el alto el interés de Apple en fomentar la carga inalámbrica. Puestos a ahorrar periféricos, se antoja como una apuesta estratégica gracias a su tecnología MagSafe, resucitada de nuevo con los iPhone 12 —antes empleado en los ordenadores MacBook—. El principal inconveniente es la ineficiencia e inmadurez de este tipo de cargadores, que también comercializa. Este sistema necesita casi un 50% más de energía que cargar el móvil con un cable. “Apple quiere unificar todos sus dispositivos y tener un único cargador, probablemente el mismo que el de su Apple Watch, que es inalámbrico”, sostiene Morcuende.
Nadie niega que la nueva estrategia anunciada el martes está llamada a remover las formas de venta de móviles de todo el mundo. En California son expertos en poner la primera piedra de un edificio que el resto de competidores acaba replicando. El compromiso verde y las cifras que maneja avalan la decisión de prescindir del cargador y los auriculares, pero no deja de ser una de las mayores empresas mundiales, la primera en superar los dos billones de dólares en valoración bursátil.
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