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La realidad aumentada reinventa las construcciones de Lego

Las nuevas tecnologías ayudan a la empresa de juguetes danesa a unir el mundo físico y digital para que niños y no tan niños transformen simples ladrillos de colores en auténticos videojuegos

Renovarse o morir. No es el lema que cuelga de las paredes de Lego, pero el mensaje lo han interiorizado. Mucho ha cambiado esta empresa de juguetes danesa desde que un carpintero de Billund, Dinamarca, la fundara en 1932. Ole Kirk Christiansen, comprometido con tallar en madera para que los niños agudizaran su ingenio arquitectónico, ya decidió en su momento pasarse al plástico. Si aquello fue revolucionario, con las nuevas tecnologías han reinventado su esencia de montar simples ladrillos de colores. La realidad aumentada es la principal responsable del cambio; aunque la robótica, las redes sociales y la programación más básica quieren mantener el significado del acrónimo Lego: jugar bien –leg godt en danés–.

Isabel Pérez, responsable de comunicación de Lego en España, ejerce de maestra de ceremonias para comprobar esta digitalización. “Ahora somos capaces de unir el mundo físico con el digital. La realidad aumentada es una herramienta para que los niños [confiesa que alguna vez ha llegado a casa y el padre de su hija era quien jugaba] aumenten la creatividad. Se diviertan con algo más que montar un juguete”, explica. En medio de una mesa, tenemos un autobús. Típico juguete. Inconfundible con sus piezas con relieve y muñequitos amarillos. Menos usual es que tengamos una mano en el Lego y otra en el móvil o tableta. Y más inusual si cabe es que la pantalla, una vez escaneadas ciertas partes del autobús, se convierta en un videojuego.

En esto consiste Hidden Side. Una aventura en la que nos convertimos en youtubers, nuestra barra de vida será el porcentaje de batería del móvil, ganaremos suscriptores persiguiendo a los fantasmas que salen de autobús y, al mismo tiempo, con nuestras manos, podemos montar muñecos a bordo o cambiar uno ladrillos por otros. “También tenemos algunas apps de realidad aumentada, como AR-Studio, con la que dar vida a las construcciones al mezclarlas con las animaciones y sonidos que salen de los dispositivos móviles”, comenta Pérez justo antes de ponernos delante piezas a las que han incorporado elementos de programación y robótica.

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Por sí solas, no aparentan nada extraño. Ahora bien, cuando las unimos todas, delante de nosotros tenemos a un robot llamado Vernie. Por aquello de evitar el aburrimiento, lo mismo podemos construir un gato que, si somos unos enamorados de Star Wars, a R2-D2. Al margen del sentimiento de fan –los adultos también tienen sus aficiones–, la magia para los más pequeños surge con una tableta entre sus manos. “Creas una cadena de comandos, que aparecen en la pantalla, para dirigir al robot. Va para adelante, gira, arquea las cejas, mueve la cabeza… Puedes programarlo, con estas órdenes sencillas, para que haga lo que quieras”, asegura Pérez.

Con tanta nueva tecnología, las redes sociales no iban a quedarse apartadas. Para no exponer a los menores a la tiranía del like en Twitter, Instagram y Facebook, Lego ha creado su propia red social, Lego Life. La responsable de comunicación afirma que existe plena vigilancia de los contenidos gracias, sobre todo, al control parental obligatorio. “Todos los usuarios son anónimos. Al crear su cuenta, que tiene que ser autorizada por sus padres, el niño elige un seudónimo aleatorio y diseña una minifigura LEGO. Ambos son los que le representaran, por lo que es imposible identificarlos y localizarlos”, precisa. ¿Qué encontraremos? En vez de pies en la playa o bodegones, construcciones casi imposibles.

La innovación no siempre viene protagonizada por todo lo que suene a digital. Algo así ha sucedido con las piezas que ayudan al aprendizaje del braille. Estos ladrillos, con su forma habitual, también cuentan con el alfabeto y los números para invidentes. Mientras juegan, aprenden su propio idioma. Sin embargo, que nadie lo busque por internet o en una tienda. Solo lo utilizan en algunos centros educativos. “Con los audiolibros, los ordenadores y los propios móviles, los niños ciegos se han despreocupado de aprender su propio alfabeto. De esta forma, se divierten y van conociendo la que hasta hace poco era su única manera de leer por escrito”, sostiene Pérez.

La sostenibilidad también pretende jugar un papel central en esta transformación. Con el aumento de la concienciación social sobre el uso del plástico, los ladrillos de Lego se han quedado en fuera de juego. Pérez asegura que ya están en pleno cambio, aunque no será hasta 2030 cuando la juguetera culmine el proceso. El mayor reto es disponer de un material que aporte las mismas características que el plástico y sea tanto reciclable como ecológico. Lego mira de reojo al centenario con numerosos cambios en las construcciones. En la tecnología ha encontrado un aliado para renovarse y no morir en el intento. Y es que ya no sabemos si solo jugamos con ladrillos o con los videojuegos más punteros.

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