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Sostenibilidad radical: del ecocrematorio al hotel de hielo bajo las aguas del Ártico

Repasamos las propuestas premiadas en la última edición de la 'International Design Competition' de la Asociación de Arquitectos Siameses. Un poco marcianas sí son.

El tercer premio fue para la propuesta de Taitawip Thirapongphaiboon, que imagina una arquitectura viva, capaz de crecer, reproducirse y metabolizar por sí misma
El tercer premio fue para la propuesta de Taitawip Thirapongphaiboon, que imagina una arquitectura viva, capaz de crecer, reproducirse y metabolizar por sí misma

Sostenibilidad insólita". Es lo que pidió la Asociación de Arquitectos Siameses a los participantes de la última edición de sus premios internacionales de diseño. Y se llevó dos tazas. La lista de galardonados empieza con un ecocrematorio -ganador del primer premio- y termina en una ciudad de edificios vivientes. "La arquitectura sostenible ha dado grandes zancadas en minimizar el consumo de energía y otros recursos, pero aún persisten grandes desafíos que exigen respuestas audaces", proclamaba la convocatoria.

Yan Phornphong, está detrás del ecocrematorio. Lo presenta como un lugar en que reutilizar nuestro cuerpo sin vida y devolverlo a la naturaleza a través de diferentes métodos. "Cada segundo mueren casi dos personas. El enterramiento, que es el método comúnmente elegido, tiene efectos negativos en el entorno. El formaldehído se filtra en la tierra y se desperdician toneladas de ataúdes de madera", razona en su propuesta.

Recreación del ecocrematorio
Recreación del ecocrematorio

La incineración clásica tampoco mejora las cosas, dadas sus exigencias de combustible y sus consecuentes emisiones de monóxido de carbono. Hasta las tradicionales ofrendas florales son un problema. La propuesta de Phornphong es la hidrólisis alcalina. Mal y pronto, se trata de disolver el cuerpo y pulverizar lo que sobre. "Nuestra vida no termina una vez que muramos. Este ecocrematorio la llevará a un nuevo capítulo en diferentes acciones. Sustentaremos a todas las criaturas y nos integraremos de nuevo en la naturaleza".

El segundo premio fue para Faris RajakKotahatuhaha. Su plan es recongelar el ártico a base de cubitos de hielo suficientemente grandes como para rentabilizarlos convirtiéndolos en un hotel o bien en centros de investigación. Más o menos. En realidad la fuente de frío sería más bien una cubitera que esporádicamente subiría a la superficie para generar y liberar nuevas piezas de hielo que progresivamente irían recomponiendo los menguantes casquetes glaciares.

Render del proyecto de recongelación
Render del proyecto de recongelación

La ligeramente abstracta propuesta de una arquitectura viva, diseñada por Taitawip Thirapongphaiboon, resultó agraciada con el tercer premio. Al premiado se le queda corta la sostenibilidad pensada solo para asegurar la supervivencia humana. "Sabemos que la arquitectura es, en general, artificial e inerte. Cuando vivimos en un edificio, parece estático, como una estructura de algo. Pero imaginad el maravilloso mundo en que unos hablan con otros a través de señales y raíces enterradas. Imaginad que los edificios pudieran tener una amistad, comunidades y proteger tanto a sus tribus como a las demás", inventa el diseñador. En su plan hay algoritmos genéticos que recogen el conocimiento, lo adaptan y lo comunican al resto de una red capaz de evolucionar al ritmo de su comunidad y amoldarse a cualquier contexto.

En las menciones de honor tampoco faltan anomalías sostenibles: Witchan Wanchit propone transformar los tendidos eléctricos en bosques colgantes con espacio para servir de refugio a los animales que hemos expulsado de las áreas urbanas; Supakrit Wongviboonsin sugiere convertir un rascacielos abandonado en granja de insectos, y Xiu Li, Pianpian Yu, Yuan Jing inventan ciudades verticales inspiradas en la cinta de Moebius.

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