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El egipcio que te explica por qué no debes tener miedo al Skynet de ‘Terminator’

El tecnólogo y escritor Ramez Naam rechaza la visión apocalíptica sobre la inteligencia artificial e invita a entender el futuro a partir de las limitaciones del presente.

Ramez Naam durante una conferencia en Madrid el pasado miércoles.
Ramez Naam durante una conferencia en Madrid el pasado miércoles.Singularity University Summit

Cuando parecía que el cine había olvidado el potencial destructivo que podía traer la inteligencia artificial a la ficción, llegaron los Vengadores de Marvel para presentarnos a Ultrón, el sucesor del HAL 9000 de 2001:Una odisea del espacio y del Skynet de Terminator. La visión catastrofista acerca del riesgo mundial que representaría una superinteligencia informática tiene una base lo suficientemente sólida como para contar con el apoyo del filósofo Nick Bostrom o el magnate tecnológico Elon Musk.

Imagen de la película 'Vengadores: la era de Ultrón'

Pero también existe una perspectiva más optimista: hay quienes no ven tan necesario protegernos para evitar ser dominados por las máquinas. Una postura que defiende que, por lo general, existe una gran confusión en torno al concepto de inteligencia artificial. “En las películas, se vende la idea de que la inteligencia artificial es un ente informático con conciencia de sí mismo, con personalidad, deseos y motivaciones que incluso pueden variar con el tiempo”, expone Ramez Naam. “Si nos centramos en el mundo real, la inteligencia artificial es un sistema que reconoce unos patrones que, por lo general, están muy delimitados. No veremos ordenadores superinteligentes y autoconscientes principalmente porque no es lo que estamos construyendo”.

El ingeniero y escritor Ramez Naam.
El ingeniero y escritor Ramez Naam.Singularity University Summit

Naam (El Cairo, 1973) tiene un currículum tan extenso como transversal. Durante los 13 años que pasó en Microsoft, lideró los equipos que desarrollaron las primeras versiones de los buscadores Internet Explorer y Bing y el gestor de información Outlook. No en vano tiene una veintena de patentes relacionadas con la navegación web, los buscadores de internet y la inteligencia artificial. En 2005 obtuvo el reconocimiento de la asociación Humanity Plus por sus contribuciones al transhumanismo. No contento con todo esto, siete años después publicó su primer libro de ciencia ficción, Nexus, con el que ha ganado varios premios, y no ha dejado de escribir desde entonces. El tecnólogo asistió como ponente a un evento que celebraba Singularity University en Madrid la semana pasada tras el que pudimos conversar con él.

A pesar de que presenta la inteligencia artificial como una tecnología relativamente inofensiva, Naam es consciente de que los avances en este campo se están produciendo. Ha llovido desde que el Deep Blue de IBM derrotase al entonces campeón del mundo de ajedrez Gary Kaspárov en su propio terreno. Google DeepMind ha desarrollado AlphaGo, un sistema capaz de vencer a los mejores jugadores de Go, y falta poco para que veamos a los algoritmos disputarse el trono de los videojuegos con los gamers más afamados.

Pero el egipcio no considera que estos hitos marquen el camino que nos acerque a Skynet. “Estos sistemas tienen un espacio de juego y una definición clara de ganar y perder. AlphaGo no sabe que está jugando ni sabe que su oponente es humano. No tiene capacidad para entender qué es la inteligencia artificial o para conocer su propio código; no digamos para modificarlo”, explica.

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En su afán por desmitificar las visiones más pesimistas, el escritor recurre a una idea extendida en películas y novelas que abordan esta temática: el sistema creado por accidente que termina por descontrolarse. “El software nunca pasa por accidente”, afirma rotundo. “Cuando haces algo accidentalmente en software, se rompe, empeora o no funciona. De un error de programación nunca sale un resultado innovador”.

En lugar de preocuparse por los peligros de una superinteligencia informática maquiavélica, Naam invita a centrarse en otros problemas reales que presenta esta tecnología: la privacidad de los datos y los sesgos algorítmicos. “En EE UU, por el mismo crimen, hay más arrestos a personas negras. Si usamos esos datos para entrenar nuestros sistemas, estos terminarán pensando que los negros son delincuentes. Este es el principal problema ético que debemos solucionar”, opina.

Al ingeniero no le gusta el término transhumanismo. Considera que esta palabra separa a la gente más entusiasta de la tecnología del resto. Prefiere hablar de early adopters o pioneros. “Cuando emerge la tecnología, si es lo suficientemente barata, segura y útil, se propaga rápidamente. Nadie piensa que si llevas gafas o tienes un teléfono inteligente eres transhumano”, argumenta. Si hablamos de implantes e interfaces cerebrales, tiene claro quienes serán los primeros usuarios. “Hay gente con problemas auditivos que tiene implantes que envían datos de audio a su nervio auditivo y existen estimuladores cerebrales para personas con párkinson que funcionan mejor que cualquier otra droga para controlar la enfermedad”, añade. “Cuando entendamos sus beneficios, podremos estar listos para hablar sobre el siguiente paso”.

El mundo utópico que esboza en sus novelas es un reflejo de su manera de entender el impacto que tiene la tecnología en el mundo. Aunque es incapaz de negar los problemas que se derivan de ella, anima a poner todo sobre una balanza para entender el alcance de sus beneficios. “Los índices de pobreza son los más bajos de la historia, el porcentaje de personas que pasan hambre es cada vez más bajo, el ratio de escolarización nunca ha sido tan elevado… y esto se debe, en buena parte, a la tecnología”

No veremos ordenadores autoconscientes porque no es lo que estamos construyendo

En su opinión, la traducción simultánea y la conversión de texto a audio son dos de los avances que más pueden influir en una redistribución de la riqueza a través del conocimiento. “Organismos como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) tienen cursos online gratuitos. Imagina que un agricultor en África subsahariana con un teléfono inteligente sea capaz de escucharlos en tiempo real traducidos a su idioma. Incluso si no sabe leer, que pueda escucharlo”.

No obstante, si tiene que elegir, defiende que la realidad virtual será la próxima gran revolución después del smartphone. Acto seguido, recuerda la imagen de Gordon Gekko, el corredor de bolsa de Wall Street que interpretó Michael Douglas, con un Motorola del tamaño de un ladrillo: “Esa es la etapa en la que se encuentra la realidad virtual ahora mismo: la de los móviles de los ochenta”, sentencia. “Al menos falta una década para que veamos dispositivos más atractivos que permitan una aceptación masiva de esta tecnología”.

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