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La ‘startup’ que pretende que termines comiendo moscas

BioTechFly propone alimentar peces y aves con insectos. La FAO respalda este tipo de iniciativas: los invertebrados forman ya parte de la dieta en muchos lugares del mundo

Guillermo Vega
Comiendo escorpiones en Pekín.
Comiendo escorpiones en Pekín.Getty Images

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) asegura que en 2050 la población mundial ascenderá a 9.100 millones de personas, un 34% más que hoy en día. La mayor parte de ese incremento provendrá de países en desarrollo, que verán aumentado su nivel de vida y que, por consiguiente, querrán comer mejor y consumir cada vez más proteínas.

Santos Rojo (izquierda) y Jordi Bladé.
Santos Rojo (izquierda) y Jordi Bladé.

Por eso, para satisfacer la demanda de alimentos y piensos prevista, hará falta un aumento de la producción de alimentos del 70%, según la organización: 1.000 millones más de toneladas de cereales y 200 millones más de toneladas de carne. 

Santos Rojo es profesor titular de Entomología de la Universidad de Alicante y director del departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales. Pero, además, es fundador de una startup llamada BioFlyTech que trata de convertir a la localidad valenciana en el principal productor europeo de fabricación de proteína animal a partir de insectos.

“Que el insecto vaya a formar parte de nuestra dieta diaria es algo que va a ocurrir”, asegura en conversación con EL PAÍS RETINA. “Que BioTechFly u otras empresas sean los que produzcan estos alimentos dependerá de la pericia de cada cual. Pero el tamaño de la industria va a ser gigantesco”.

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BioFlyTech no pretende que comas insectos. No directamente. Su intención, más bien, es asegurar que las piscifactorías y, cuando la legislación lo permita, las granjas cuenten con alimentación suficiente para asegurar la producción. Así, la startup se dedica a fabricar proteína animal a partir de insectos que, según explica Rojo, será un ingrediente esencial, sustituyendo o complementando las harinas de pescado.

“Para que un animal crezca rápidamente y de la forma más sana se le dan de comer unos piensos”, explica Rojo. “Estos piensos tienen una serie de componentes que pueden llegar a costar más que lo que puede valer el propio animal. Si queremos seguir alimentándonos en 2050 como nos alimentamos ahora, a base de carnes y pescados, tenemos que dar con nuevas fuentes de alimentación”.

Los insectos constituyen la última frontera alimentaria del ser humano. Hasta ahora es la única gran fuente de proteínas que aporta la naturaleza que no ha entrado a formar parte de la alimentación humana a escala global. “Básicamente nos alimentamos de plantas y animales”, asevera Rojo. “Pero los insectos, a pesar de que sí se consumen en algunas partes del mundo, no se han llegado a domesticar”. ¿Y por qué no los hemos comido hasta ahora? “¿Porque no ha hecho falta”, asevera Rojo.

Hablamos de inversión

Capital. BioFlyTech lleva siete años operando. En julio, Moira Capital comprometió una inversión de 16 millones de euros. Con este dinero prevé llegar a una producción de más de 20.000 toneladas de proteína y 5.000 de grasa animal y espera alcanzar unas ventas aproximadas de 40 millones en 2024.

Retos. El principal reto no es si las proteínas de insecto son adecuadas o no, sino si producir productos de pienso de harina de insecto es factible dese el punto de vista económico, asegura Jordi Bladé, CEO de BioFlyTech.

No están solos en esta opinión. En su libro Los falsos mitos de la alimentación, además de destacar la soja y la quinoa como alimentos del futuro, Miguel Herrero menciona los insectos y las algas como fuentes proteicas alternativas a la carne con el fin de reducir su dependencia. Además, como él apunta, “producir un kilo de algas siempre será más barato que producir uno de carne”

“Los insectos siguen siendo un tema más complicado, por el asco que generan en muchos europeos, que los relacionan con la suciedad y las enfermedades", explicó recientemente a Planeta Futuro Arnold van Huis, catedrático de Entomología de la Universidad Wageningen (Países Bajos). ¿Son justificadas estas reticencias? Rojo responde con un no rotundo. “Nos hemos especializado en la mosca soldado negra (black soldier fly), una especie que no está involucrada en la transmisión de ningún tipo de enfermedad al ser humano, animales o plantas”.

Tanto Santos Rojo como el CEO de la compañía, Jordi Bladé, destacan la trazabilidad que aportan: las larvas con las que trabajan en su planta piloto se reproducen en un entorno cerrado y controlado.

Larvas fritas en Bangkok, Tailandia
Larvas fritas en Bangkok, TailandiaGetty Images

Porque los insectos usados no son precisamente campestres. Algunos de los empleados por BioFlyTech (y sus descendientes) llevan una década dentro de los muros de la compañía, lo cual asegura su pureza. Algo parecido sucede con el gusano de la harina (tenebrio molitor) que se emplea en la fábrica de Ynsect en Dole (Francia).

Los insectos, completa Van Huis, “están mucho más lejos biológicamente de los humanos que otros animales de granja, diría que el riesgo de contagios o transmisión de enfermedades es mucho menor”. Bladé está de acuerdo con esta afirmación. “La calidad del pienso es tal que aunque no podamos dedicarnos a eso ahora de forma directa, alimentar a cerdos o aves con pienso elaborado a partir de insectos sería más seguro. Y es totalmente natural”, añade.

Y también está el aspecto de la sostenibilidad. La agricultura y la ganadería emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero. En comparación con la agricultura, los insectos producen muchos menos: tan solo una décima parte de metano y una centésima parte de óxido nitroso. Y además está la reutilización de residuos, destaca Santos Rojo. “Las larvas que servirán para alimentar a los peces se alimentan, a su vez, de otros subproductos y residuos de otras industrias”.

La FAO, a favor

Una de las muchas vías para abordar la seguridad de alimentos y piensos es a través de la cría de insectos, asegura la FAO.

Los insectos están en todas partes, se reproducen rápidamente y poseen tasas elevadas de crecimiento y conversión de piensos, además de un reducido impacto ambiental durante su ciclo de vida. Son nutritivos, ya que contienen niveles elevados de proteínas, grasas y minerales. Pueden criarse aprovechando diversos flujos de residuos, como los de alimentos. Además, pueden consumirse enteros o molidos, en forma de polvo o pasta, e incorporarse a otros alimentos. El uso de insectos a gran escala como ingrediente en la composición de piensos es técnicamente viable, y en diversas partes del mundo ya hay empresas consolidadas que están a la vanguardia en este sentido.

La utilización de insectos como materia prima para la acuicultura y la alimentación de las aves de corral probablemente sea más frecuente durante la próxima década.

Es algo tan obvio para ambos que aseguran que “llegará el momento en breve en el que nos preguntemos, ¿de verdad hubo un tiempo en el que los insectos no se usaron para crear una economía circular que sirva para reutilizar todos los subproductos de origen vegetal o animal para integrarnos en la alimentación animal?”.

¿Por qué insectos?

Ventajas ambientales. Los insectos son muy eficientes en la conversión de alimentos por ser especies de sangre fría y porque consumen menos agua.

Los gases de efecto invernadero producidos por la mayoría de los insectos son inferiores a los del ganado convencional. Los cerdos, por ejemplo, producen entre 10 y 100 veces más gases de efecto invernadero por kilogramo.

Los insectos pueden alimentarse de residuos biológicos como residuos alimentarios o de origen humano, abono y estiércol, y pueden transformar estos residuos en proteínas de alta calidad.

Ventajas para la salud. Los insectos proporcionan proteínas y nutrientes de alta calidad en comparación con la carne y el pescado y son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y cinc. Además, plantean un riesgo reducido de transmisión de enfermedades zoonóticas (de animales a humanos) como la gripe aviar o la enfermedad de las vacas locas.

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Sobre la firma

Guillermo Vega
Corresponsal en Canarias y miembro del equipo de edición del diario. Trabajó en la Cadena Ser, Cinco Días y fue jefe de EL PAÍS Retina y de la sección de Tecnología. Licenciado en Ciencias de la Información, diplomado en Traducción e Interpretación y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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