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La amistad entre humanos y robots es la clave del progreso

La apuesta por la inteligencia colaborativa entre máquinas y personas definirá a los líderes en el mercado industrial y profesional

Denís Galocha

La forma en la que la tecnología afectará al trabajo durante los próximos años se ha convertido en un gran enigma. Todavía no hay un acuerdo sobre cómo la inteligencia artificial cambiará la forma de trabajar. ¿Creará más puestos? ¿Aumentará el desempleo? Depende de a quién se le pregunte. La corriente más catastrofista asegura que las máquinas destruirán millones de puestos y que los humanos nos dedicaremos a una vida más contemplativa. Pero algunos de los expertos de más renombre huyen de los lugares comunes y aseguran que la clave está en que las tareas de los trabajadores cambiarán y que será imprescindible que aprendan a colaborar con las máquinas. Unir lo humano y lo artificial genera una inteligencia colaborativa que permite complementar y aumentar las capacidades humanas, pero no reemplazarlas. La clave del progreso, según estos expertos, está en la combinación de habilidades.

La llegada de las máquinas crea tareas nuevas que los humanos debemos asumir

La sinergia de inteligencia humana y automática puede sacar lo mejor del rendimiento de ambos. Esta es la postura de Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC, que lo explica de forma muy sencilla: la máquina hace lo que mejor sabe hacer, como evaluar a gran velocidad un montón de hipótesis y datos. El humano hace lo que las máquinas no son capaces, como intuir nuevas posibilidades gracias a la creatividad y la capacidad de abstracción para generalizar. “Es absolutamente necesaria la colaboración persona-máquina, no solo porque el resultado mejora la capacidad de cualquiera de los dos por separado, sino porque también evita muchos problemas desde el punto de vista ético y social”, asegura López de Mántaras.

A pequeña escala, esta colaboración lleva sucediendo mucho tiempo. Un ejemplo claro es el GPS que utilizan los taxistas para orientarse. Como resultado, tardan menos en llegar a su destino pero pueden hacer más carreras a lo largo del día de forma más sencilla. Ya no es el conductor quien tiene que orientarse, ahora su tarea es transportar a los pasajeros y manejar a la máquina: el GPS lo complementa. “Es una forma sencilla de explicar que el volumen de trabajo es variable, no hay una cantidad de trabajo fija que deba repartirse entre máquinas y humanos”, asegura el economista Daniel Susskind en una de sus charlas TED. “La llegada de las máquinas hace que cambie el tipo y número de labores que tenemos que desempeñar y crea tareas nuevas que los humanos debemos asumir”.

Sin embargo, todavía son pocas las empresas que se plantean seriamente mejorar la colaboración entre humanos y máquinas. Es, al menos, lo que se refleja en la investigación Human + Machine: Reimaginando el trabajo en la era de la inteligencia artificial, desarrollada por Accenture y en la que participan 1.500 empresas. Su conclusión es contundente: las organizaciones que usan la automatización para desplazar a los trabajadores perderán todo el potencial que ofrece la inteligencia artificial. “Esa estrategia está equivocada desde el principio. Los líderes en esta carrera serán quienes adopten la inteligencia colaborativa, transformando sus operaciones, sus mercados, sus industrias y su talento”, explican James Wilson y Paul Daugherty, responsables del estudio.

Denís Galocha

Ya hay ejemplos claros de esta sinergia en distintos sectores. En los almacenes de Amazon se han incorporado robots que trabajan en coordinación con el resto de trabajadores. El trabajo de las máquinas es mover mercancías a lo largo de cientos de metros, ahorrando tiempo y esfuerzo a los humanos. Esa colaboración es precisamente la que está permitiendo, en gran medida, que Amazon pueda entregar sus productos en muy poco tiempo. En empresas de automoción con tecnología muy sofisticada, como Mercedes, se está recolocando a empleados, previamente desplazados por máquinas, en fases decisivas de la cadena de montaje, para garantizar la personalización de algunos vehículos. Es más fácil que un profesional personalice un coche que reprogramar una máquina para que trabaje en un caso único.

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A través de la inteligencia colaborativa que describen los expertos, los trabajadores y la inteligencia artificial mejoran activamente las fortalezas de cada uno: el liderazgo, el trabajo en equipo, la creatividad, las habilidades sociales de los humanos; la velocidad, la escalabilidad y las capacidades cuantitativas de las máquinas. Lo que resulta natural para las personas —hacer una broma, por ejemplo— puede ser complicado para las máquinas. Y lo que es sencillo para las máquinas —analizar gigabytes de datos— sigue siendo prácticamente imposible para los humanos. Y las empresas necesitan ambos tipos de capacidades.

Potenciar la inteligencia colaborativa requiere de un esfuerzo proactivo por parte de la empresa y también de los empleados. Las personas necesitan desarrollar ciertas habilidades para colaborar con las máquinas. Es necesario que aprendan a delegar tareas en la tecnología y que sepan cómo combinar sus habilidades humanas con las de una máquina inteligente para obtener un resultado mejor de lo que cualquiera de los dos podría lograr por su cuenta. Los humanos necesitan reciclarse y ser capaces de adaptarse al nuevo entorno para realizar tres funciones cruciales: enseñar a los algoritmos a realizar sus funciones, explicarles los resultados de esas tareas, especialmente cuando son contradictorios o controvertidos; y vigilar que se haga un uso responsable de las máquinas, evitando, por ejemplo, que los robots dañen a los humanos.

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