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Este dato, ¿forma parte de mi privacidad o no?

Apenas un 50% de los españoles encuestados considera que las fotografías personales o familiares, los perfiles en redes sociales o la propia fecha de nacimiento son datos personales

Jóvenes en malasia
Jóvenes en malasia Rifka Hayati / Getty Images

En un entorno digital global tenemos totalmente interiorizado y asumido la gran cantidad y variedad de datos que nos identifica. Al mismo tiempo, también son cada vez mayores los soportes, los espacios y las redes en los que compartimos dichos datos, la mayor parte de ellos de carácter personal. Estas circunstancias no suponen, por el momento, un problema; sin embargo sí que conviene que como individuos, familiares y trabajadores responsables, nos planteemos en algún momento.

La primera de ellas es si tenemos consciencia sobre la cantidad y relevancia de los datos perso­nales que ponemos a disposición de terceros y de los riesgos que esto conlleva. La segunda es si conocemos y utilizamos los mecanismos de protección existentes para garantizar la protección de los datos facilitados y, por extensión, la exposición de nuestra identidad ante un posible uso fraudulento de los mismos. La tercera, y no menos importante, es si somos capaces de detectar qué prácticas suponen un uso fraudulento y delictivo de nuestros datos, y si sabemos cómo actuar en caso de identificarlo.

Llegados a este punto, debemos sumar la entrada en vigor del nuevo RGPD de obligado cumplimiento desde el pasado 25 de mayo de 2018. Esta normativa nos ha llevado al límite de incluso odiar nuestro correo por recibir un sinfín de emails en los que, como ciudadanos europeos, hemos tenido que dar nuestro consentimiento inequívoco para que las empresas puedan continuar usando nuestros datos. Sin embargo, el eterno dilema está en distinguir entre lo que es un dato y lo que no lo es continua vigente en nuestra sociedad. Y no porque las leyes no lo reflejen, sino porque las personas no tenemos plena consciencia de lo que es un dato de carácter personal y de lo que no lo es. En este sentido, es importante partir de la base de que un dato es cualquier cosa que permita identificarnos como persona, como puede ser nuestro nombre y apellidos, Documento Nacional de Identidad, una fotografía, etc. Es decir, podríamos entender los datos personales como un amplio abanico donde existen cuestiones que deben ser tratadas y protegidas de forma efectiva.

Por esta razón, para comprender y valorar la percepción del consumidor español sobre la seguridad de su identidad digital, resulta clave identificar qué entendemos y asumimos como dato personal y, por lo tanto, qué se presenta como punto de acceso a una mayor información sobre nuestra identidad y actividad privada y/o confidencial. Según un informe elaborado por CPP Group Spain, solo un 50% de los españoles encuestados considera que las fotografías personales o familiares, los perfiles en redes sociales o la propia fecha de nacimiento son datos personales. Desde entonces se ha hablado mucho sobre la protección y la importancia de salvaguardar nuestra información y, afortunadamente, esta cifra ha aumentado para igualarse a la consideración de que la información bancaria (79%) y el DNI (90%) son, sin duda alguna, datos de carácter personal, tal y como ha manifestado en varias ocasiones la Agencia Española de Protección de Datos en sus informes.

Un factor importante es que para poder reclamar una protección efectiva de nuestra identidad debemos adelantarnos a los acontecimientos que pudieran materializarse con un pensamiento negativo, aunque sí que es cierto que la negatividad de nuestros pensamientos depende de la capacidad de inventiva que tengamos. Es decir, pensar que si por casualidad o mala suerte perdemos o nos roban nuestro DNI, entre las cosas negativas que podríamos pensar está el ser víctima de un fraude de carácter económico e incluso de carácter reputacional.

En este sentido, la Unidad de Criminalidad Informática de la Fiscalía General del Estado alertaba recientemente del creciente aumento de los ciberdelitos, tales como el uso irregular de tarjetas de crédito y de débito -ya sea previa sustracción de las mismas, o por la captación no autorizada de sus datos-, las transferencias económicas no consentidas que se llevan a cabo interceptando las claves bancarias de los perjudicados, o las acciones de espionaje informático. A esto hay que sumar el crecimiento de los delitos presenciales y digitales relacionados con el mal manejo de la información y de los datos en sí. Y esto sólo por mencionar algunas de las modalidades delictivas que se llevan a cabo en la actualidad.

Como contrapartida a lo anterior, es fundamental hacer referencia a la puesta en marcha de medidas, iniciativas y servicios por parte de las empresas privadas expertas y de las entidades públicas encargadas de velar por la seguridad de las personas, con el fin de hacer frente a este tipo de delitos, pero también debe ser el objetivo prioritario de todos nosotros poder adelantarnos a los acontecimientos que nos permitan encontrar las soluciones y productos adecuados que puedan mitigar las actividades ilícitas y fraudulentas del futuro. 

Enrique Jiménez es responsable del departamento Legal de CPP Group Spain

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