¿Los drones son un rollo? Usa una cometa
IMVEC desarrolla herramientas sencillas y asequibles para la investigación medioambiental ciudadana
Que lo pueda usar tu abuela y que sea el colmo de lo económico. Estas son las dos magnitudes por las que se mide el éxito de los prototipos que nacen en el instituto de monitorización y vigilancia de espacios contaminados (IMVEC). "Nos dedicamos a desarrollar e implementar herramientas y métodos para la investigación ciudadana", explica Xosé Quiroga, una mitad del equipo que completa Arturo Castillo y que divide su actividad entre Hangar en Barcelona y Tabakalera en San Sebastián.
- ¿De quién hablamos?
IMVEC ha dedicado los últimos diez años a "imaginar, diseñar y construir proyectos de investigación medioambiental basados en el desarrollo de la imagen técnica y la formación abierta como pilares básicos". El fruto de su trabajo está libre de derechos: sus prototipos, los resultados de sus investigaciones y demás materiales asociados al instituto se vuelcan en la web para la descarga, uso y modificación sin restricción alguna.
- ¿Cómo funciona?
Bajo su premisa de simplificar y abaratar, limitan la electrónica al mínimo necesario. "Que cualquiera pueda comprar los materiales en Leroy Merlin o en Aliexpress", añade Quiroga. Si hay que hacer fotografía aérea, renuncian a modas. "En vez de usar drones, que requieren formación, equipo, permisos... usamos cometas. Las levantamos a 300 metros con cámaras en posición cenital, disparando en time lapse. Con esto podemos hacer mapeos de espacios contaminados en alta definición sin tener que pedir un permiso de vuelo". También les vale un globo de helio, que puede levantar cámaras de hasta cuatro kilos.
Y si hay que monitorizar problemas de malos olores, usan narices. Estos sensores de carne y hueso son la herramienta principal de OdorLog. Aunque nació como un formulario de papel, este proyecto es ahora un mapa online donde cualquiera puede registrar incidencias de contaminación odorífera. "Por ejemplo, en Barcelona tenemos un problema con la incineradora de basura y con una planta de energía termoeléctrica. La idea es que las agrupaciones de vecinos se coordinen, decidan el tiempo de monitorización y registren todos los eventos de malos olores durante un tiempo determinado", precisa.
Cada nuevo registro incluye fecha y hora de inicio y fin, posición, tipo de olor, intensidad, dirección del viento, temperatura ambiente y enfermedades conocidas en la zona. "Si en un área todos los vecinos detectan un olor intenso y en otra detectan un olor débil, podemos determinar la posición de la emisión. Siempre teniendo en cuenta que los sensores que estamos usando son, nunca mejor dicho, cada uno de su padre y de su madre", razona Quiroga. Además de ahorrar gastos, este sistema supera las limitaciones de las narices electrónicas. "No hay máquinas que detecten olores, sino alteraciones en la química del aire".
- ¿Por qué nos interesa?
La posibilidad de recabar datos sobre incidentes contaminantes permite que las iniciativas vecinales ganen impacto en sus relaciones con las instituciones. "Tanto Arturo como yo venimos del campo del documental activista. Siempre piensas en que los datos tengan uso en sede judicial. Este es el gran objetivo, pero hay muchas metas intermedias que también es interesante perseguir", señala Quiroga.
Además de denunciar el problema pueden demostrar la gravedad de la situación con datos cuantitativos. "Probablemente OdorLog no sirva en sede judicial, pero ayuda en las labores de formación y concienciación y sirve como ejercicio de relación intervecinal y posicionamiento ante un problema. Nuestra idea es generar una duda razonable de que algo está ocurriendo".
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